Capítulo 7

1.4K 131 3
                                    

—Hay otros, por supuesto, pero estos son los más importantes-decía Jeongyeon-. Entre los dos cerca del cincuenta por ciento del mercado, creó que Kim debería concentrar toda su atención en el.-

Jimin revisó las cifras dadas por Jeongyeon acerca de las dos principales compañías competidoras de Kim Software

—¿Crees que seria más seguro tratar de enfrentar a los competidores menores? —sugirió Jimin.

—¿Para qué perder tiempo? —replicó su colega—-KimSoftware tiene un producto tan bueno como el de las dos compañías más fuertes. Creo que podríamos irrumpir fácilmente en su mercado.

Jimin metió en su carpeta la hoja de estadísticas, y se volvió hacia Jeongyeon.

—Te gusta pensar en grande murmuro.

—Si el cliente puede trabajar en grande, si, así es como yo pienso.
Su compañero de trabajo la miró durante largo rato, con los ojos iluminados por un extraño resplandor.

—No sabia que eras una jugadora tan arriesgada¬—. Comentó con admiración.

—Hay muchas cosas que no sabes sobre mí, Park.

Estaban sentados uno al lado del otro en el sofá de cuero de la sala, saboreando el resto del vino y revisando la información que Jeongyeon había reunido sobre KimSoftware y sus competidores.

Media hora antes, Jimin había dormido al niño mientras Jeongyeon fregaba los platos. Después de echar el resto del vino en sus vasos, se había retirado a trabajar en la sala.
A pesar del vino, de la tenue iluminación de la sala y la cercanía de Jimin, Jeongyeon no percibía ninguna intención seductora en él. Sus anteriores comentarios sobre su escasa propensión a sonreír habían sido menos románticos que críticos, decidió ella. Según el punto de vista de Jimin, las mujeres debían sonreír automáticamente en su presencia.

Y en cuanto a la leve carga erótica que había sentido cuando él la había tocado en el hombro y la había mirado a los ojos, al parecer no había sido compartida por Jimin. Sin duda el sistema nervioso de Jeongyeon estaba un poco alterado. Jimin era un hombre atractivo y ningún hombre, aparte del lascivo Kim NamJoon, la había tocado o mirado con tanta intensidad desde que ella y HoSeok habían dado por terminada su relación en marzo de aquel año. Jeongyeon carecía de compañía masculina, eso era todo. Jimin era uno de esos hombres que disfrutan tocando y abrazando constantemente a las mujeres. El que la hubiera tocado a ella no tenía nada de particular.

Aunque no hubiera hecho ningún nuevo intento por tocarla, ella le seguía encontrando turbadoramente atractivo Tenía el pelo un poco en desorden y olía a colonia y talco para bebé, una combinación embriagadora.
Pura soledad, se aseguró la joven. El mero deseo de una mujer normal por reanudar una vida social. Era por eso por lo que estaba tan perceptiva a la atractiva presencia de Jimin. Se había recuperado de su ruptura con Hoseok y era el momento de empezar a salir otra vez con hombres. Sin duda, esa era la única razón por la que encontraba excitante la inocente fragancia del talco infantil.

Extendió la mano para coger su vaso de vino y advirtió que Jimin la estaba observando.

—Dime algo, entonces —dijo él.

—¿Qué?

—Háblame de ti. Acabas de decir que hay mucho que desconozco sobre ti.

—¿Por qué quieres que hable de mí? — preguntó ella, riendo.
Apoyó un brazo en el respaldo del sofá y la escudriño.

—Quizá porque esta es la primera vez que hemos conseguido ser amables el uno con el otro durante más de dos minutos seguidos—respondió él—. Es mi gran oportunidad. Si no averiguo algo sobre ti ahora, creo que no lo haré nunca.

—No sé por qué dices eso, Park

—aseguró Jeongyeon—. En general esquivo tu presencia y cuando tratas de atacarme es por lo regular a mis espaldas, como por ejemplo excluyéndome de un proyecto interesante o llamando por teléfono a algún compañero del colegio.

—Ya te he dicho que mi llamada a Kim no tuvo que ver nada contigo a nivel personal. No fue un ataque contra ti.

—¡Ya! — Jeongyeon se llevó una mano a la garganta y fingió asustarse—. ¿Vas a lanzarte ahora sobre mi cuello? Si alguien ha sido demasiado exagerado respecto a este asunto, has sido tú.

Su comentario hizo que Jimin hiciera una pausa. Se recostó contra el respaldo del sofá y la observó con atención.

—Tienes razón —admitió—. He tenido un día muy duro y creo que estoy cansado —se pasó una mano por el pelo y suspiró—. Has sido sumamente amable conmigo, Yoo, y te lo agradezco de verdad.

Jeongyeon se sintió un poco incómoda por aquella muestra de gratitud. Sabía que había sido muy amable con Jimin y no entendía la razón.

Un gemido procedente del cuarto de arriba le ahorró cualquier comentario.

Jimin soltó una leve imprecación y se puso de pie.

—El deber me llama —gruñó, mientras se dirigía al cuarto.
Jeongyeon también se puso de pie para seguirle. Quería ver que clase de guardería había improvisado Jimin y observar en acción su técnica para calmar a un bebé.

Las estanterías llenas de libros de consulta, los archivadores y el escritorio con un ordenador personal denotaban que en circunstancias normales él usaba aquella habitación como despacho. La mayor parte del escritorio estaba llena de objetos para bebé, pañales, frascos de talco y biberones. Jimin había colocado la cuna en un rincón. El oso estaba a un lado de la cuna. Una maleta grande estaba abierta sobre el suelo, revelando su contenido: ropa para bebé, baberos y juguetes.
Jimin se agachó y sacó al bebé de la cuna. No por primera vez aquel día, a Jeongyeon le asombró la suavidad y el cuidado con el que un hombre tan grande sostenía a una criatura.

—Bien, jovencito —dijo Jimin al pequeño— ¿Qué te pasa ahora?
La respuesta de Manse fue un sollozo entrecortando.

—¿Tan grave es el problema? —preguntó Jimin. Llevó al bebé hasta el escritorio y le tumbó sobre la manta limpia—. ¿Tienes hambre? ¿Sed? ¿Estás mojado? ¿Todo junto? —ante el persistente gimoteo de Manse, Jimin masculló algo ininteligible

—. Bien. Dame un indicio. ¿De cuántas sílabas?

—Revisa su pañal —sugirió Jeongyeon.

Jimin la miró.

—¿Por qué no se lo revisas tu?

—Yo he fregado los platos.

Jimin abrió la toca para replicar algo, pero lo pensó mejor. Desnudó al bebé y le quitó el pañal, evidentemente mojado. Jeongyeon observó fascinada como Jimin deslizaba con eficiencia el pañal limpio debajo del bebé, sacudía un poco de talco entre las piernas oscilantes del pequeño, lo distribuía con los dedos y luego abrochaba el pañal.

—¿Ves? Es muy sencillo —alardeó, dirigiéndose a Jeongyeon.

—Para alguien con instintos maternales —se burló ella.
Jimin le dirigió otra mirada rápida y sonrió también.

—Si el mundo se entera de esto, mi reputación quedará destrozada.

—Creo que tu reputación mejoraría —apuntó Jeongyeon, esta vez en serio.  

•It Was Not A Plan• // pjm+yjyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora