Los androides habían sido liberados, y la mitad de los humanos que habitaban en Detroit, no estaban de acuerdo con eso.
Creían que los androides eran solo máquinas de plástico que deberían acatar sus órdenes y bajar la cabeza.
Dorotea estaba en contra de el maltrato a los androides y los apoyaba a pesar de que sus padres no lo hacían con ella.
Y aunque Dorotea se sentía mal por el rechazo, no dejaba que eso la afectara, los androides eran más importantes que el aborrecimiento de sus familiares.
Así que, otra noche más, caminaba hasta su casa después de luchar contra el maltrato androide.
La noche era algo cálida, el verano se iba lentamente y a veces habían cambios de temperatura.
El invierno era su estación favorita, así que esperaba con ansias que la fría nieve cayera. Una cuadra antes de llegar a su departamento, Dorotea escuchó el grito de un hombre.
No era mucho de salvar a las personas, pero tampoco veía correcto dejarlo ahí. Así que, dejó el miedo que comenzaba a subir por su cuerpo y caminó hasta los gritos.
Cuando llegó, vio a un adolescente algo gordo que golpeaba con un bate de béisbol a un androide que se mantenía de forma fetal.
Dorotea se llenó de rabia y en un reflejo, tomó un palo que encontró en el suelo y caminó hasta el adolescente. Estando detrás de él, levantó el palo y lo golpeó con todas sus fuerzas.
El joven calló de lado, aturdido por el golpe, y el androide miró hacia arriba con algo de dificultad.
Dorotea soltó el palo, y rápidamente ayudó al androide. Intentó pararlo y cuando lo logró, su ropa de llenó de la espesa sangre azul que salía del pecho y cabeza del androide.
A rastras y con esfuerzo, lo llevó hasta su departamento y lo recostó en su cama. El androide apenas y podía abrir los ojos, su led se encontraba rojo.
Dorotea lo miró unos segundos y vio que de sus labios salía más sangre azul. Tomó un pañuelo y le limpió el labio. Sabía que no duraría mucho así, estaba demasiado dañado.
Se mordió el labio inferior frustrada y se dejó caer en un mueble al lado de su pequeña cama. Con su mano derecha se jaló el cabello intentando pensar.
El androide la miraba, intentaba hablar, pero estaba tan dañado que apenas y podía mantenerse despierto. Tenía miedo, no quería morir así.
Dorotea se levantó de golpe del sillón, en sus labios había una sonrisa y sus ojos brillaban. Caminó hasta su harmario y habrío la puerta, rebuscó con rapidez tirando ropa por todos lados.
Unos minutos después, Dorotea dejó salir un chillido de felicidad; había encontrado lo que buscaba. Con las manos temblorosas, abrió el pequeño papel y leyó la dirección.
Se volvió y miró al androide. Él la miró con curiosidad, sus ojos poco a poco se comenzaron a cerrarse. Ella corrió hasta él y lo zarandeó con impaciencia.
Él abrió los ojos con lentitud y la miró.
-Aún no es hora de irte- dijo con una sonrisa- Te salvaré- y sonrió.
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Tú y yo. (rA9- Ruta Markus).
Fiksi PenggemarLuego de su lucha, los humanos y androides conviven con moderada paz, no hay grandes problemas, pero con un pueblo más grande que liderar, Markus comienza a sentirse inseguro sobre las decisiones que toma. rA9 llegó para apoyar a su gente y Markus n...