Capítulo 5

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Despierto y ni bien mis ojos sienten la inmensa luz que alumbra el ambiente, una jaqueca horrible hace que me retuerza de dolor. Me estiro a coger el móvil del suelo.

-Joder, estoy tarde-compruebo la hora.

Me pongo las bragas y mi remera pijama. En poco menos de una hora, debo estar en el hotel. Me doy la vuelta en dirección al bombonazo, que me ha follado durante toda la noche con un potencial salvaje que me desconcierta. Duerme tan plácidamente en mi pequeño sofá, me da penita despertarle, pero aun así lo hago...

-Venga, Esteban. Es tarde-lo sacudo.

Cojo su brazo y tiro de él, se queja dándose la vuelta, viéndole en su actual posición de boca arriba, me replanteo reportarme enferma en el trabajo, al ver su erección matutina o de medio día, ya que son las doce y veinte, me están entrando ganas de hacer más de lo de anoche.

Respiro hondo y con mucha fuerza de voluntad, quito de mi mente ciertas fantasías y vuelvo a intentar despertarle.

-¡Esteban!-grito su nombre.

Abre sus ojazos azul bonito y tras bostezar, una expresión de dolor se refleja en su rostro, Lleva sus manos a la cabeza, maldiciendo.

-Tienes jaqueca-afirmo con una sonrisa comprensiva.

Sentándose al borde del sofá, con mala cara, pregunta con voz ronca...

-¿Qué horas son?-

-Es tarde, tengo que estar una y media en el hotel-le digo.

Enseguida se pone de pie para colocarse sus bóxers que estaban en el suelo, luego coge su móvil de la mesita.

-En aquella cajita, tienes analgésicos-le indico un estante de la pared, donde tengo una caja con medicamentos.

-Vale, gracias. Pero antes necesitaría darme una ducha, si no te importa-murmura

-Claro... ve, es la primer puerta del corredor-le oriento.

Sonríe y al pasar, se detiene a besar mi cuello.

-Buenos días, Alba-susurra en mi oído-No me tardo-dice y se va hacia el cuarto de baño.

Poco menos de diez minutos después, escucho que Esteban cierra el grifo y enseguida se me ocurre acercarle un toallon, ya que posiblemente no los haya visto.

-Oye, que en el armarito tienes toallon-le digo detrás de la puerta pero esta enseguida se abre y casi me rio al verle secarse con una diminuta toalla de mano.

-He cogido esta-dice casi riendo.

-Vale, toma-abro el estante y se la entrego. Me quedo observándole como seca con esmero su cuerpo, se me hace agua la boca.

-¿Tienes que ducharte?-me pregunta al ver que sigo en el mismo sitio.

Asiento. Se hace a un lado para que pase. Abro el grifo.

-Ire a vestirme. No tenemos tiempo, si no te follaría ahora mismo-dice caminando hasta mi, me toma por detrás susurrándome al oído.

-Recién levantada eres aun más sexy-

Sonrío. Me suelta, sin antes darle un mordisco a mi cuello, haciéndome chillar.

Para cuando salgo de ducharme y me he vestido con mi falda negra, mi blusa blanca. Noto un dolor en el vientre un poco menos doloroso que el dolor de cabeza que me invade, literalmente me ha roto.

Voy a la cocina para al menos beberme un vaso de agua antes de iros, ni tiempo de coger un café tengo. Me encuentro a Esteban completamente vestido e impecable, como si ya no tendría jaqueca ni hubiera pasado toda la noche con un cuarto de su imponente cuerpo por fuera del sofá.

Indomable TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora