Marifer es una adolescente de secundaria que vive su vida como cualquier otra, cuenta con su mejor amiga en todo momento y tiene a su lado a Uriel, un chico con un triste pasado y un desgarrador presente, quien es su novio en secreto dado a la negat...
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México es un país con una riqueza cultural e histórica que ha trascendido los siglos y ha vivido un sin número de fenómenos sociales, políticos, económicos, culturales y naturales que lo han marcado para bien o para mal, forjando el país en que hoy vivimos. Pero en esta historia no les vengo a contar sobre sus gobiernos o su economía, si bien es algo que concierne a todos no es el motivo de esta narración.
Cómo lo mencioné hace algunos instantes, México también se ha visto marcado por los fenómenos naturales que han costado miles de vidas humanas y el sufrimiento de un país entero. Los huracanes han dejado huella en las costas pero hay un fenómeno que desde 1985 nos tiene alerta todos los días del año, principalmente en el centro del país y nos educó como sociedad en el tema de la prevención, los terremotos.
Vivimos sobre una región de alta sismicidad, por tal motivo las placas tectónicas se han reacomodado millones de veces a lo largo de nuestra historia, pero solo dos ocasiones nos han marcado con huellas de sangre, la fecha; 19 de septiembre. ¿Coincidencia del destino? Esa misma fecha corresponde a dos años diferentes y muy distantes a decir verdad; 1985 y 2017.
Justo el día del aniversario número 32 del terremoto del 19 de septiembre de 1985 que tuvo una magnitud de 8.2 en escala de Richter y destruyó el centro del país, otro movimiento telúrico ahora de 7.1 revivió el dolor de la nación, la cual tras más de tres décadas el pueblo mexicano había intentado olvidar. Desde aquel día existen cientos de historias escondidas en los escombros o en las mentes de los dolientes que perdieron a sus familiares en dicha tragedia, algunos desearían no haber sobrevivido pues su madre, padre, abuela, hermano, esposo, hijo o hija murieron aquel día a manos de la naturaleza y sin saber que aquel día sería el último de sus vidas.
En memoria de las víctimas de esta desgracia y con todo respeto para quienes perdieron a sus seres queridos, traigo a ustedes el relato de la periodista Carolina Del Moral y la estudiante de secundaria Marifer Robles quienes mediante una bitácora de trabajo y las páginas de un diario nos cuentan su experiencia, esas personas no son más que las voces anónimas que no tienen rostro ni nombre propio y que desde aquel día callan el llanto de una nación.
