I

303 32 7
                                    

—❝No sé si esto es amor pero crece y crece❞.

Rápidamente junte mis labios con los suyos y cerré los ojos con fuerza.

···

Me removí en la cama de mi habitación, llevaba unos minutos así, quizás fueron hasta horas.

No sé exactamente cuanto paso desde lo que ocurrió con Jos, desde entonces no pude dormir. Aún recuerdo con la vergüenza que me separé de él, ambos no podíamos mirarnos a la cara.

Después corrí escaleras arriba y aquí me encuentran, divagando sobre eso.

¿Besé a Jos realmente? Aquel ser detestable, el favorito de papá y mamá ¿en serio ocurrió semejante cosa?

Ni yo lo creía posible, pero el me pidió un beso prometiendo que a cambio cerraría la boca.

Y por alguna razón no me negué.

¿Qué pasó por su cabeza? ¿Estará igual que yo? No quiero ni imaginar lo.

Mire la hora en mi móvil cuando me fijé que el sol ya comenzaba a salir, eran eso de las cinco y cuarto.

Cerré los ojos para volver a dormir.

Desperté a eso de las nueve de la mañana por la alarma. Al bajar estaban todos allí tomando desayuno; mamá, papá, Winnifred —mi hermana— y Jos. Claro, a este último traté de ni siquiera mirarlo, no podía.

—Buenos días—dije mientras tomaba asiento junto con ellos.

—Buenos días, Maxine—saludo mamá tan formal como siempre.

—Hola hija, justo estábamos hablando con Jos sobre la universidad...

—Ya se que quiero estudiar y, de hecho, ya envié una solicitud a una universidad si preguntas— interrumpí mientras me llevaba una tostada a la boca.

—¿Si? Pues quiero saber, hemos esperado bastante, esto va para ambos— pidió papá refiriendo se al cejas pobladas y a mí.

—Bien, pues yo postulé a Columbia—la cara de sorpresa de mis padres fue indescriptible, lástima que fue por Jos—para estudiar... aeronáutica.

—¿Aeronáutica? ¡Felicidades hijo mío!— saltó mamá levantándose de la mesa para ir a darle de su afecto raro.

—Felicidades Jos— murmuró Winnifred.

—Será un placer para mí pagarte la carrera—alabo papá.

—Muchas gracias, en verdad— Jos llevaba una sonrisa de oreja a oreja, quizás creyó que no le gustaría lo que el estudiaría.

Pensé que tal vez se habían olvidado de que también yo iba a decirles que quería estudiar, pero deje ir esa idea cuando todos se giraron hacia mi.

—Yo... eh, bueno—balbuce— Realmente, ya me aceptaron...

—Eso es bueno, supongo—soltó en un tono sarcástico mi hermana, ella me odia y siempre me lo hace saber.

Suspiré con pesadez—: Me aceptaron en Harvard para estudiar arquitectura.

—¡Oh por Dios! Mis niños van a estudiar en las mejores universidades del mundo—chilló mamá.

—Buena elección, Maxine—se limitó a decir papá.

—Podríamos salir a celebrar, hay que decirle a Mariana— y con eso mamá se fue de la mesa.

Me levanté de igual manera y salí lo más rápido posible de allí, no tenía intenciones de encontrarme con Jos, no después de lo que pasó.

Winnifred entra de golpe en mi habitación haciendo más ruido del que debía y va directamente a tirarse en mi cama.

—¿Qué se siente saber que todos esperaban mucho menos de tí?— pregunto.

—¿Solo viniste a eso? Puedes ahorrarte tus basura de comentarios, Winnifred— Farfulle.

—Es la verdad, Maxine.— pronunció justo antes de salir de mi habitación.

Eran comentarios como esos que me guiaban a cuestionar si realmente mis padres se sentían orgullosos de mi como lo sienten por Jos.

Rodé los ojos y tome mi móvil para marcarle a Olive. Tres pitidos y luego buzón de voz.

No respondió.

Resignada volví al baño para tomar una ducha y comenzar el día.

Veamos ¿que debía hacer hoy? Ya, lo tengo, hoy ayudaría en la florería de los Villalpando.

En menos de una hora ya me encontraba lista. A las diez y media bajaba de mi carro para adentrarme en la florería. El pequeño Braulio me recibió con los brazos abiertos y dejó tres mil besos por toda mi cara.

—¡Ya enano!—exclamé riendo— mucho afecto, bájate.

La risa de Alonso uniéndose se hizo presente, tomo a Braulio de la cintura y lo dejó en el suelo para venir el a saludarme con un beso en la mejilla.

—¿Tienes hambre? Mamá hizo galletas y están muy buenas— sonrió.

—Sabes que jamás diría que no— accedí y caminé tras el mostrador.

Alonso acercó el plato a este y prontamente llegó Braulio también.

Alon era un año menor que yo, el se encontraba pasando a su último año mientras que yo no hace dos semanas que salí de la escuela.

—¡Miren, miren! Ya llegó la novia de Alonso—molesto Diego.

El pelirrojo no tardó en sonrojarse e internamente me morí de ternura.

—¿De qué hablas? Ella es mi novia— saltó el enano mientras me abrazaba.

—Creo, que prefiero la soltería— comenté apartando a Braulio.

Las risas resonaron por todo el local, pero nos callamos cuando los clientes comenzaron a llegar.

Pero yo no podía dejar de dar vuelta a mil temas con respecto al futuro. En verdad debía hablar con Jos, pero ¿cómo?
















——·★·——
Hecho por riverconda.

Un beso ➳ Jos Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora