VI

216 32 1
                                    

—“Definitivamente me vuelves loco”...

···

Un estúpido mes. Un mes donde Jos continuó con sus insinuaciones, un mes donde Olive y Bryan se volvieron "más cercanos" y un mes para darme cuenta de lo que en verdad siento hacia el cejudo.

Todo está pasando rápido y creo que me gusta, ya no trato tan mal a Jos y por lo mismo mi familia cree que hay algo entre nosotros a pesar de que siempre lo negamos una y otra vez. Papá está totalmente entusiasmado con la idea, tanto así que se encarga de dejarnos solos en casa, creo que después de todo en verdad quiere mucho a Jos.

Antes de continuar divagando la puerta de mi habitación se abre, me enderezó para ver de quién trata y allí está, el pestañas andantes.

—Hola.

—Hola.

¿Debería decir algo más?

—¿Puedo entrar?—pregunto, tímido.

Asentí como una boba que no sabe disimular y él entró sonriente. Se tiró a mi lado en la cama y me abrazó.

—¿Q-qué haces?— tartamudeo.

—Hacerte compañía— respondió con sencillez— shh, tú solo abrázame.

Pase mis manos por su cintura y me pegué más a él apoyando mi cara en su pecho bien formado. Me apretujo más y dió un beso en mi coronilla que me hizo estremecer.

—¿Aún te gusta el cejudo con las pestañas más hermosas del mundo?— pregunto en un susurro.

Tragué saliva y me separé un poco, lo suficiente para poder mirar su rostro.

—Si—respondí totalmente nerviosa. Debo de estar totalmente roja en estos momentos.

—Lo sabía— habló un tercero en la habitación. Confundida y aturdida me separé de un empujón de mi Jos, mire al individuo que se atrevió a irrumpir en nuestro momento encontrado a la pulga de Winnifred.—¡Son novios!— continuo.

»No me sorprende, ambos actuaban muy raro últimamente, saben, me gusta como se ven juntos ¡Parecen tómates de lo rojo!

No aguante más y lo escupí, luego me dedicaría a maldecir a mi bocota—: ¡Ya! ¿Sabés qué? Si, somos novios...

—Espera a que todos sepan— sonrió triunfante y abandonó mi cuarto.

Antes de correr tras ella para agarrarla de más grillas Jos me sostuvo.

—Creo... que no deberías tratar así a mi cuñada— susurró peligrosamente en mi oido.

Sus manos aún me sostenían de las caderas así que giré sobre mis talones para encararlo.

—¿Cuñada?

—Si, como ahora somos novios— sonrió malicioso.

—No somos novios...

—Pero te gusta el cejudo con las pestañas más hermosas del mundo— comentó subiendo sus manos a mi cintura lentamente.

—¡Era verdad! John ¿Los estás viendo? ¡Mis niños son novios!

Válgame Dios.

Y así paso mi tarde con estúpidos interrogatorios por parte de todos en la casa ¿Lo más molesto? Jos y yo sabíamos sobre nuestros sentimientos hacia el otro y cada vez que me acercaba a el o él a mí, llegaban todos a bombardear con más preguntas y miradas, simplemente estresante.

En la cena de la noche Jos se sentó a mi lado y disimuladamente me dió un papel, al recibirlo, su mano se posó en mi muslo y no pude evitar sonrojarme.

—Maxine ¿Estás bien? Estás... muy roja— manifestó Mariana, preocupada.

—S-si, de maravillas—le dí una leve sonrisa y note como Jos intentaba no soltar carcajadas, idiota.

Abrí el papel y con cuidado leí lo que decía: “Te veo en el sótano de afuera a las 12:00 p.m”. Sonreí y mire la hora, las once. En una hora más me vería con Jos y eso me ponía el corazón a mil por segundo.

Cuando terminamos de cenar hice tiempo en mi habitación preparándome mentalmente para lo que le diría, a las 12:50 bajaba las escaleras con un silencio increíble y luego pase por toda la casa como si fuera misión imposible. Pueden llamarme Maxine Hunter.

Pare frente a las dos puertas del sótano cerradas, di un suspiro enorme y me repetí mentalmente no hacer nada estúpido. Abrí las puertas procurando no hacer ruido y me adentre en el sótano.

Rápidamente me taparon los ojos y susurró con su voz juguetona ¿Quién soy? Tome sus manos y sonriendo como el huasón me gire para observarlo en su pijama.

—¿Para que querías que nos viéramos aquí?— susurré. Sonrió cuando vió que aún sostenía sus manos y las solté rápidamente.

—Nosotros teníamos algo pendiente— ronroneó besando mi mejilla.

Su tacto de inmediato me hizo sonrojarme.

—Creo que no— aseguré intentando jugar con él. No dijo nada y paso su mano por mi cintura atrayendo me a él brutalmente. Su mano libre la posó en mi mejilla izquierda acariciándola.

—... me gustas— dijo después de un rato en la misma posición.

—Sabes, a pesar de que no te veo... siempre e pensado que tienes las pestañas más hermosas del mundo, cejudo— mi declaración rara lo hizo reír y sin previo aviso unió nuestros labios.

Nuestras respiraciones se callaron dejando solo el sonido de nuestros labios haciendo presión entre sí. Nos fundimos en el beso más lindo de todos los que había tenido porque así sentía que era todo con Jos: lindo. Nada se sentía tan real como él. Y sin darme cuenta me estaba volviendo lo que jure jamás ser: cursi.

\\Maratón, parte 2 de 3\\

Un beso ➳ Jos Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora