VIII

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—"Contigo hasta a la luna voy"...

···

Desperté sudando y la cabeza me daba vueltas, solo había sido un terrible sueño idiota. Pensar de que parecía toda una toreto conduciendo mi auto. Me reí de mi misma al imaginarme así.

Me levanté y lavé, hice mi rutina mañanera. Pronto me encontraría bajando las escaleras para tomar desayuno con mis padres pero solo encontré a un Jos totalmente solo.

De inmediato se sonrojo al conectar miradas, no me quede atrás porque sentí mis mejillas arder como tres mil infiernos.

Fui a servirme leche, si, una jóven de 18 años tomando leche, no me molesten, odio el café, té y capuchino. De hecho, una vez me levanté a las cuatro de la mañana ha devolver el capuchino—que tenía un sabor horrible como todos los otros pero yo quería parecer más madura tomándolo—que había tomado justo antes de dormir y no fue nada agradable porque vomité mi cabello, tuve que bañarme de nuevo y por poco moría de hipotermia.

Jos se burló de mi ese día.

Diablos Jos, olvidé que estaba aquí, tan cerca. No sabía exactamente qué decirle, ayer luego de que nos "declaramos" nos besamos hasta que casi amanece, entonces nos separamos y ambos seguimos nuestro camino como si nada.

—Entonces...—comenzó a decir algo indeciso.

—¿Sí?—me gire sobre mi eje para enfrentarlo. Se veía realmente lindo y tierno en su pijama, su cabello negro revuelto y tenía cara de haberse desvelado, ya me imagino el porque.

Rascó su nuca y ladeó un poco la cabeza.

—Pensé que quizás podríamos salir... juntos, solos—propone Jos— p-pero solo si quieres— se apresuró a decir dejando ver una sonrisa al final.

—S-si—asentí—m-me gustaría, mucho... iré a alistarme p-para ir, ¿dónde iremos?— De pronto ya ni tomar desayuno quiero, solo quiero salir con Jos y robarle mil besos.

Lo pensó unos momentos. Luego paso su lengua por sus labios refrescando los, aún sonreía y sabía que más hermoso no podía ser este hombre.

—Podríamos improvisar— se encogió de hombros mientras dejaba la taza que llevaba en las manos en el mesón.

—Bien... improvisar— repetí analizando sus palabras— supongo que suena bien—Lo rodeó y él me sigue girando sobre sus talones.

—Te espero en la sala principal a las...—miró la hora en el reloj— once.

—Me parece bien— ambos nos sonreímos y él se aproxima a besar mi mejilla, cuando lo hace, me da una última mirada y yo salgo de la cocina.

Decidí que iría como siempre suelo vestirme: unos jeans y alguna playera junto con una chamarra. No es la gran cosa pero sí que me hacía sentir cómoda, además, nunca mencionamos algo elegante.

Cuando casi eran las once me di una última mirada en el espejo del baño de mi habitación y salí de esta para posteriormente encontrarme con Jos.

Baje las escaleras tan rápido que al último peldaño casi me caigo de cara, por suerte no sucedió, llegué a su lado sana y salva.

Jos, a excepción de muchas veces, me abrió la puerta de su auto y aprovecho la situación para atrapar mi mejilla en un dulce beso. Me sonroje y subí en el coche.

—No sé qué hacer, estoy muy corto de ideas... c-creo que estoy nervioso— admitió mientras hecha ha andar el auto.

Lo medite, y pensé que llevarlo al bosque donde papá nos solía llevar cuando pequeños, sería una gran idea.

—Tengo un plan perfecto, te gustará— aseguré.

—Bien, dime dónde es tu "plan"— pidió, pero yo quería que fuera sorpresa. Jos aún seguía avanzando por las calles sin rumbo alguno.

—Es sorpresa, déjame conducir— le di una gran sonrisa de boca cerrada y el negó.— ¿Por qué no?

—Quiero saber dónde vamos a ir— berrinchudo le decían.

—Es sorpresa ya te dije— reí levemente mientras lo miraba pacientemente.

—No— volvió a negar con la cabeza. No ví mejor solución que quitar una de sus manos del manubrio para pasarme a su asiento a pesar de que aún seguía allí sentado, me senté sobre él.

No dijo nada hasta que acomode bien mi trasero en su regazo—: Me vas a matar si haces eso— dijo entre pequeñas risas.

—Te dije que era sorpresa— dije mientras quitaba su otra mano en manubrio y ponía las mías en su lugar. Por obra suya quito sus pies de los peldaños para dejarme los a mi, aceleré un poco y guíe el auto hacía el nuevo panorama.

Sus manos se acomodaron en mi cintura y me abrazó, enterró su cabeza en mi cabello haciéndome cosquillas al llegar a mi cuello.

—Vas a hacer que choquemos, Jos...

—Entonces para el auto para poder besarte aquí mismo— murmuró, me sonroje de inmediato por sus palabras y continúe conduciendo.

—Tentador...— pronuncié— pero sigue siendo un no.

No dijo nada más, solo rió y yo continúe hasta que llegamos al bosque, allí aparque el auto y me baje de su regazo. Le ofrecí mi mano para que saliera del auto y la acepto, de un tirón lo saque de allí.

—Debí suponer que nos traías aquí cuando cruzamos el letrero— comentó recorriendo con la mirada el hermoso paisaje.

—Ven, vamos— lo guíe por entremedio de los árboles y robles.

A veces me robaba algunos que otros besos que me llevaban a volar en algún lugar fuera de la realidad donde solo existía él y yo. También me abrazaba por la cintura me apretujaba hacia él. Todo era tan perfecto.

Páramos en un árbol gigante y nos recostamos donde el sol alumbraba levemente. Su mano en mi cadera me atrajo más hacia él.

—En verdad me gustas, Maxine— confesó Jos plantando un beso casto en mis labios.

—También me gustas— repetí tomando sus mejillas. Sonrió, como lo habíamos estado haciendo durante todo el día y volvió a invadir mis labios con su exquisito sabor.

Vaya que me gustaba.

—♪—

Un beso ➳ Jos Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora