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Dormía plácidamente cuando un cejudo castaño oscuro llegó a mi habitación saltando en mi cama como mono enjaulado. Maldigo internamente a Jos por despertarme y me enderece para reprocharle.

—¡Me aceptaron!— gritó, eufórico. La sorpresa que me lleve fue enorme, tanto que me destapé y de un salto lo abracé.

—¡Te aceptaron!—grité de vuelta mientras me hacía girar por los aires.

—¡Bésame!— pidió y sin mi consentimiento ya se estaba acercando a mi, lo aparte enseguida.

—Aún no me cepillo los dientes tonto y... baja el volúmen, alguien podría escucharte diciendo eso— reí levemente.

—Tenemos la casa sola— dijo con claro entusiasmo— vete a bañar, vamos a ver películas y a comer hasta más no poder.

—Bien, me parece bien— accedí caminando de espaldas hasta el baño— ¡Quiero Cheezels! Ah espera... ¿Te aceptaron en Columbia?

—Si— admitió cabizbajo con una pequeña sonrisita en su rostro.

—Estoy muy feliz por ti, Josesin, si tan solo ayer Mariana te cambiaba los pañales— y fingiendo secar una lágrima, me adentré en el baño.

A una velocidad luz hice toda mi rutina mañanera para correr por toda la casa a la habitación de Jos, donde ya nos esperaba nuestro encuentro con la querida televisión, y la comida, claro.

Me arrojé en la cama a su lado y cogí uno de los paquetes de papitas para abrirlo y, como la caníbal que soy, devorarlos.

Veíamos una película de algo así como suspenso, era Scream. La verdad no daba ni miedo, pero Jos era una gallina y no quería ver las que en verdad daban miedo, aún así, era divertido molestarlo tocándole el hombro o el pie cuando estaba desprevenido. Admito que escuchar cuando grita como nena es mi hobbie favorito.

—¡Maxine!—me reprochó a la quinta vez de asustarle. Reía como una desafrenada sin control— Mi masculinidad está por el piso por tu culpa.

—Tu eres un pollito asustadizo, y... no te preocupes por tu masculinidad, de seguro ya desapareció o, simplemente se mudó de país, yo haría lo mismo antes que estar aferrada a un chico que se asusta con películas de Scream— me burlé.

—Tu estás atada a un chico que se asusta de películas de Scream— recordó haciéndome tragarme mis palabras.

—Verdad, posiblemente me mudé con tu masculinidad a Escocia— me encogí de hombros.

—Puedo ser un chico malo si quieres— dijo elevando sus cejas pícaramente mientras se posiciona arriba mío atrapando me con sus manos a cada lado de mi cabeza.

Deje escapar una risita divertida. Sus ojos me miraron con intensidad y no tardó ni dos segundos cuando sus labios atraparon los míos. Le correspondi y su lengua rápidamente busco la mía mientras su mano recorría desde mi cintura hasta mi muslo, lentamente. Se acomodó con inseguridad entre mis piernas haciéndome estremecer. Nuestro "beso" se iba intensificando más y más. Un pequeño jadeo salió de mi boca cuando mordió mi labio inferior. Nos separamos unos instantes para respirar; sus labios ligeramente hinchados y llevaba el cabello revuelto. Volvió a atacar mis labios arrasando con cada parte de mi, cambiamos de posición quedando yo arriba de él y sus manos en mi cadera presionando me suavemente hacia su ya creciente erección.

—Si no páramos...— musitó entre besos— no podré detenerme, a lo que yo respondí: «no planeo que lo hagas», y eso lo dejo claramente invitado a seguir.

En un ágil movimiento me dejó nuevamente bajo él y tomo el borde de mi playera, dudoso subió un poco y espero mi reacción, no dije nada, por lo que me despoje de la primera prenda para quedar solo el brasier.

¿Iba a suceder? Si. ¿Estaba nerviosa? Claro que sí. ¿Exitada? Por supuesto que sí. Haríamos el amor, por primera vez.


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Un beso ➳ Jos Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora