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Con un sonido grutal desde lo profundo de su pecho, el lobo comenzó a besar de nuevo al castaño encima de el. Rudo, pasional, desesperado, temiendo que el tibio cuerpo se alejara de el.

Empezó a bajar desde la mandíbula dejando pequeños mordiscos que probablemente dejarían marca, sin embargo poco le importaba al chico ya que este soltaba gemiditos complacido por las atenciones que estaba recibiendo, correspondiendo de la misma forma, besando la piel morena que tenia al alcance y acariciando el pecho velludo y ancho del mayor, recorriendo con devoción los musculosos brazos sin dejar de mover las caderas dando pequeños brincos de vez en cuando.

Sentía los besos bajando y subiendo por sus hombros, su cuello y sus clavículas donde el lobo parecía tener mayor fijación dejando marcas que serian visibles el día siguiente. Llego al punto donde el largo cuello pálido y el hombro conectaban. Ahí iría su marca. El lobo dentro de el rugió exigiendo marcar a su compañero, quien mostraba sumisamente su cuello, haciendo casi imposible la tentación al mayor, quien decidió morder suavemente pero lo suficiente para calmar a su animal interno por el momento, disfrutando de los ruidos que salían de los suaves labios de su conejito.

Quito la estorbosa camisa dejando ver el blanco pecho lleno de lunares, con dos pequeños botoncitos rosados y erectos, sin ningún vello en el abdomen plano. Empezó a dejar besos y mordidas por toda la extensión.

-Cam-cama...Der v-vamos a la cama... por favor.

Gruño. No. Lo quería aquí y ahora.

-Vamos Lobito, te prometo que merecerá la pena - decía el castaño entre suspiros, sentía los nervios comenzar de nuevo. El tenia una sorpresa para su novio. Pero ya no sabia si había sido una decisión correcta.

Con un pequeño grito agudo sintio como era agarrado por fuertes brazos sin cambiar la postura, por lo que se forzo a dujetarse con las largas piernas alrededor de las caderas del mayor, quien con grandes zancadas cargando al menor, se dirigió a la gran cama al fondo del loft, encontrando esta vestida con un gran edredón negro y muchas almohadas. Stiles le sonrio timidamente ante su mirada de confusion, confirmandole que el habia hecho eso para que se sintieran cómodos.

Agradeció con un largo beso, tumbándolo suavemente en el centro de la cama, viendo el contraste de colores, blanca piel y negro fondo.

Vio el pecho enrojecido subiendo y bajando con largas respiraciones. Tomo primero el pezon izquierdo chupando y mordiendo sin ser demasiado brusco, guiándose por los agudos gemidos que solto su conejito. Siguió con el derecho de la misma forma tocando suavemente el abdomen del menor con la punta de los dedos, haciendo un recorrido hasta llegar a la cinturilla del pantalón, sus dedos se enganchaban a la tela tentando al castaño, desesperándolo.

Junto cuando iba a bajar del todo el pantalón...
—E-espera...

ConejitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora