Capítulo 16

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   CLARY

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   CLARY

SEPTIEMBRE, 2007

—Las cosas están siendo una locura —dijo Adriel, más para sí mismo que para Clary—. Hay muchísima más actividad de Impostores. Algunos de los Guardianes de distritos diferentes incluso se han encontrado con Sicarios Infernales.

Clary abrió mucho los ojos—. ¿Sicarios Infernales?

Mientras Adriel asentía con la cabeza, una imagen de aquellas cosas enormes y bestiales apareció en la mente de Clary. Teóricamente, los Sicarios Infernales no podían estar en la superficie. Eran como simios mutantes trastornados y pitbulls combinados en un solo ser.

Adriel se dobló por la cintura y rebuscó debajo de su cama. Unos mechones de pelo cayeron hacia delante y le oscurecieron el rostro, así que Clary ya podía quedarse embobada mirándolo abiertamente. Adriel tan solo tenía dos años más que Clary, pero al ser un Guardián era mucho más maduro que la mayoría de los chicos humanos de su edad.

Clary lo sabía todo acerca de él, a excepción del aspecto que tenía en realidad. Eso era lo que pasaba con las gárgolas: la piel que llevaban durante el día no era su verdadera apariencia. Por millonésima vez, se preguntó cuál sería el verdadero aspecto de Adriel.

Su forma humana era muy sexi, pero, a diferencia de los demás, él nunca le permitía ver su auténtica forma. Y como Clary no era Guardiana, no podía transformarse como lo haría uno normal. Sí, tal vez descendía de un padre que alguna vez fue gárgola, pero su madre era nefilim. Clary estaba permanentemente atrapada en su forma humana, irrevocablemente imperfecta. A los Guardianes no solía gustarles la imperfección.

Adriel se sentó, con un bulto peludo en la mano—. Mira a quién he encontrado. Lo dejaste aquí hace un par de noches.

—¡Señor Oso! —Clary tomó el andrajoso osito de peluche con una sonrisa—. Me preguntaba dónde estaría.

Sus labios se curvaron en una sonrisa—. No me puedo creer que sigas teniendo ese oso.

Clary se tumbó de espaldas, abrazando al Señor Oso contra su pecho—. Me lo regalaste tú.

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