→ Continuación de Efímero.
Amberleigh Shadowhunter está lista para formar parte de un mundo donde le fueron arrebatadas las personas más importantes de su vida; su familia. Con su padre en un profundo sueño, su mejor amigo, que se está convirtie...
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AMBERLEIGH
SEPTIEMBRE, 2007
Jace tenía razón; la camioneta estaba al ralentí.
Amber olió los gases del tubo de escape cuando se acercaron y sintió que se le caía el alma a los pies. Luke jamás habría dejado la puerta del coche abierta y las llaves en el contacto a menos que hubiese sucedido algo.
Jace describía círculos alrededor del vehículo, con cara enfurruñada.
—Acerca más esa luz mágica.
Se arrodilló en la hierba y pasó los dedos suavemente por encima. De un bolsillo interior extrajo un objeto que Amber reconoció: una pieza lisa de metal, grabada con delicadas runas. Un sensor. Jace lo pasó por encima de la hierba, y éste le devolvió una serie de sonoros chasquidos, como un contador Geiger que se hubiese vuelto loco.
—¿Podría haberlos dejado el demonio que atacó a Maia? —preguntó Simon.
—Los niveles son demasiado altos. Ha habido más de un demonio aquí esta noche—Jace se puso en pie, todo eficiencia—. Quizá ustedes dos deberían volver adentro. Envién a Alec aquí fuera. Ha tratado con esta clase de cosa antes.
—Jace...
Amber volvía a estar furiosa. Se interrumpió cuando algo atrajo su mirada. Fue un fugaz movimiento al otro lado de la calle, junto a la orilla de cemento salpicada de rocas del East River. Hubo algo en el movimiento... un ángulo cuando un gesto captó la luz, algo demasiado veloz, demasiado alargado para ser humano...
Amber señaló con el brazo—. ¡Miren! ¡Junto al agua!
La mirada de Jace siguió la suya. Inhaló con fuerza y echó a correr. Amber y Simon corrieron tras él cruzando el asfalto de la calle Kent y alcanzando la hierba rapa que bordeaba la orilla. La luz mágica se balanceaba en la mano de Amber mientras ésta corría, iluminando pedazos del margen del río con una luz irregular: un montón de malas hierbas allí, un saliente de hormigón roto que casi la hizo tropezar, un montón de basura y cristales rotos... y luego, cuando por fin vieron con claridad el agua que lamía la orilla, el cuerpo hecho un ovillo de un hombre.