¡Tecito!

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 Luego de unas... dos semanas, Taehyung y Jungkook volvieron a verse. En ese tiempo, el menor no le mandó ninguna foto al mayor ya que no se sentía con ánimos, vivir con el rubio le emocionaba ya que podía verle desayunar, ¡prepararle el desayuno y recibir un beso en la mejilla por ello! Ah, esos momentos que pasaban poco pero realmente le enternecían (y le hacían gritar como fan loca). También debía admitir que extrañaba espiarle mientras se duchaba, la ducha de todos los miércoles en la noche, mientras su padre duerme. ¡Cuando Taehyung se daba vuelta y podía ver su trasero sólo le daban ganas de apretujarlo y dormir sobre este!

Buen comienzo, Jungkook, otra vez hablando de culos. Genial.

Allí se encontraba el menor, en aquella cafetería pequeña pero bonita, con los pasteles más ricos de toda la capital, esperando al mayor con un sweater celeste cielo y jeans negros, su cabello castaño ligeramente peinado hacia adelante, haciendo que su flequillo tape su frente, y un ligero brillo en los labios que robó de la casa de su mejor amiga.

Al escuchar la puerta abrirse, los ojos se posaron por la persona la cual cruzaba por esta. Su Taehyung.

No lucía mal. Lo imaginaba con ojeras, demacrado por el engaño de su pareja pero no, de hecho, estaba con una de sus grandes y cuadradas sonrisas.

"Alguien páseme unos lentes, vaya que su sonrisa brilla."

Cuando Taehyung se sentó en el asiento frente a él, no sin antes dejar un suave beso sobre su cabeza, su corazón se derritió. En el cuello, el rubio, llevaba un collar de fideos que le había hecho cuando era pequeño. El castaño no pudo evitar soltar una linda risita, que el mayor pudo notar que era por su collar.

—Lo encontré y quise ponérmelo. Es mi mejor accesorio, después de todo.— Sonrió Taehyung, acariciando uno de los fideos del collar. Las mejillas de Jungkook se pusieron completamente rojas, cosa que hizo que el rubio muriera de ternura y pellizcara una de estas.—Tan adorable.

—¡Y-Yah!

Luego de hablar un poco de cómo fueron sus vidas en esas dos semanas -estudiar para Jungkook y dormir para Taehyung-, llamaron a la mesera para pedir sus órdenes.

—Yo quiero un café solo y un pastel Red Velvet, por favor.— La chica que, por lo que pudo ver se llamaba Wendy, anotó aquello en la libreta y miró al menor con una sonrisa.

—Yo quiero... ¡un tecito! Sí, té verde con un pastel de limón...— Sonrió. Wendy asintió, se llevó los menús y los dos chicos siguieron su charla.

Hablaron de cosas trivales, hasta de qué color era el calzoncillo de Taehyung. Cuando su comida llegó, se alimentaron el uno al otro, riendo por las cursilerías que hacían. Muchos señores y señoras les miraban mal. Estúpidos homofóbicos. Aunque eso, de alguna manera, le hacía feliz al castaño ya que, si les miraban mal por ser homosexuales, significaba que pensaban que eran pareja. ¡Y eso significaba que parecía la pareja del mayor!

Ese, sin duda, fue el día que más disfrutaron.

Cuando Taehyung llevó a Jungkook a su casa, se dieron un largo y cariñoso abrazo, el mayor acariciando la cintura del menor y el menor masajeando la nuca del mayor.

El castaño, antes de bajar del coche del rubio, dejó un rápido beso en su mejilla para luego salir corriendo dentro de su casa.

Taehyung sonrió. Jungkook también lo hizo.

   

«¡Taehyungie!» ✧Taekook✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora