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<<Lentamente se ilumina
la senda donde voy...
No a dónde iré a parar, sólo soy quien soy.>>

<<En el agua se refleja la luna
y mi sentir...
Me confunde pues desconozco
nuestro porvenir.>>


Le tomó cerca de una hora terminar de calmarse y recuperar el control parcialmente perdido ante la debilidad.

Un profundo suspiro acompaña la acción de abrir la puerta del cuarto tras volver, la imagen de Karl dormido y acurrucado al lado de Ranpo diluye en gran medida su preocupación.

Acercándose en silencio para asegurarse una de sus manos toca la frente del niño, el leve contacto es suficiente para sentir la mejora en su familiar, sonriendo por ello decide dejarlo descansar. La mirada repara en el detective que también se encuentra dormido, es consciente de lo exhausto que se encuentra después de todo lo ocurrido.

La repentina sensación de estremecimiento le obliga a quedarse inmóvil, hay algo que lo ha puesto en alerta y no entiende cómo era posible...Acababa de hacerse cargo de su situación, ya no debería sentir necesidad alguna de beber sangre además que las heridas del menor estaban cubiertas y habían dejado de sangrar.

Retrocede haciendo lo posible para evitar que alguno de los dos despertara, al dar un par de pasos en reversa parece que ha empujado algo sobre el suelo, al llevar la vista hacia abajo encuentra un libro y, llevado por la necesidad de ocupar su mente  en cualquier otra cosa para alejar la ansiedad que ha disminuido tras alejarse pero no desparece del todo, lo ha recogido para darle un vistazo.

Lo reconoce, sabe que pertenece a Ranpo ya que entre sus páginas se encontraban esas notas y documentos tomados de las oficinas del gremio pero no se había preguntado por el contenido real. Comienza a hojearlo encontrando en el primer texto un motivo para extrañarse, el segundo le hace pensar en una curiosa casualidad pero al seguir avanzando no puede evitar descubrir lo que aquel libro era realmente, una recopilación de trabajos literarios en un orden cronológico exacto que daba poco más de ciento cincuenta años de diferencia entre el primero y el último.

Cuentos y poemas que al parecer pertenecían a diversos autores, a pesar de estar bajo la firma de seudónimos distintos cada uno tenía algo en común con los demás.

-Fuiste tú quien escribió todo eso ¿cierto?

Con un ligero sobresalto Poe dirige la vista al origen de esa voz encontrando a Edogawa incorporándose en la cama y frotándose los ojos para librarse de los rastros de sueño.

-¿Cómo es que...

-He leído tus trabajos desde que tengo memoria, tal vez por eso pude diferenciar tu estilo del resto de los autores del mismo género-Comenta con una ligera sonrisa-A pesar de que utilizaras nombres diferentes de alguna manera sabía que eras tú.

-¿Sabías lo que yo era incluso antes de conocernos?

-Lo fui pensando con el tiempo, tomé la oportunidad para comprobarlo consiguiendo este caso.

Lord help my poor soulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora