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<< Comencé a vagar sin un destino,
el camino se dictaba en mi corazón.
Y sin mapa que ver,
no quedaba más que ir a una ruta.>>

<< Alguien hizo con dolor...
un rastro que veo en mi camino.>>


Llegada la tarde, ambos estuvieron listos para salir, el coche los llevó hasta la dirección previamente especificada en aquella carta y cuando estuvieron frente a la residencia, el detective frenó el andar de su acompañante.

-¿Quisieras esperarme aquí?

-Pero...

-Si quiero confirmar mi teoría necesito evitar que note tu presencia...Eres el plan "B" ¿Recuerdas?

-Entiendo eso, aun así yo...¡El líder me ha encomendado su cuidado, señor!

-Atsushi, hagamos esto...si no salgo en media hora o si tus sentidos perciben algún grado de hostilidad, entonces podrás actuar ¿De acuerdo?

-Está...bien-Aceptó, no muy convencido.

Habiendo acordado eso, Ranpo se dirigió a la entrada, deteniéndose un momento para mirar su alrededor y repasar mentalmente las palabras que tanto esperaba por usar. Sintiéndose como un tonto terminó por darse una bofetada a sí mismo para calmarse.

-Estás aquí por trabajo, concéntrate.

Decirlo era fácil pero...¡Por Dios! ¡Era la casa de Edgar Allan Poe!

Anunció su llegada con tres tenues golpes, detonando así la cuenta regresiva para su encuentro con aquel escritor.

-Yo...-Trata de practicar una vez más, causando la llegada de un nuevo golpe a su rostro por culpa de esos estúpidos nervios-Busco al señor Poe...¡Ah! ¡Maldición! ¡Me...

Deteniendo sus palabras, y por poco su corazón, la puerta se abrió.

La sorpresa e incredulidad de ambos era evidente, permanecieron algunos segundos en completo silencio hasta que el más alto se atrevió a hablar.

-¿El...detective Edogawa Ranpo?

El nombrado reacciona y sólo alcanza a asentir.

-Mucho gusto-Sonríe levemente, extendiendo la mano como saludo.

Apenas es posible para el menor corresponder, estrechando la mano del novelista.

-Por favor, pase.

Ranpo trata de contenerse, trata de centrarse en su trabajo pero...es imposible no mirar todo lo que le rodea como si de un recorrido en el museo se tratara. Los gustos de decoración eran tal como había imaginado y él...simplemente superó sus expectativas.

-Me encuentro muy sorprendido-Le escucha hablar y de inmediato vuelca su completa atención al joven que lo guía-No me imaginaba que el caso estuviera siendo llevado por alguien tan joven.

-Me lo dicen mucho- Comentó sonriente, incapaz de evitar la visible emoción que provocaba la interacción con el escritor-Pero...así como me ve, ya tengo 26.

Enarcando una ceja, el mayor analizó a su invitado detalladamente antes de girar de nuevo y entrar a la sala.

-Vaya... en realidad no lo aparenta-Ríe un poco-Puede sentarse donde guste.

Edogawa tomó lugar entonces en el sillón aterciopelado que encontró al llegar y fue dejado unos minutos mientras el otro iba por té.

Haciéndolo sobresaltar un poco, el repentino peso de algo cayó sobre su espalda y avanzó hasta los hombros. Una silueta de pelaje gris entró en su campo de visión en cuanto giró el rostro hacia su derecha.

Lord help my poor soulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora