(Perspectiva Eian)
Salimos del recinto del establo
-¿Solías entrenar caballos en tu tiempo?- pregunté mientras subíamos por una pequeña colina.
-No exactamente, competía en carreras y exhibiciones con caballos- dijo explicándose- nunca pude comprarme uno así que utilizaba los que hubiese disponibles en los establos.
-¿Había montado a uno como Trueno antes?- pregunté realmente curioso, ¿eran en su época todos los caballos aparentemente indomables como ese?.
-No hay otro como él- dijo sonriendo deslumbrante mientras acariciaba con cariño el lomo de Trueno.
Cuanto más la observaba, más irreal me parecía, cuando una ráfaga de viento agitó su cabello pude ver porqué Adam la había confundido con un hada, estaba hermosa y radiante sobre el caballo y observaba a su alrededor con curiosidad y entusiasmo.
Sus ojos se iluminaron cuando oteó el mar al descender por la colina que nos acercaba a la playa.
-Es precioso- susurró con una ligera sonrisa curvando sus labios.
-¿El mar?- le pregunté situando a Clyde junto a ella, quería observarla de cerca y conversas mirando sus ojos que parecías reflejar todos sus pensamientos.
-Siempre me ha fascinado la fuerza del mar, a veces está tan tranquilo que parece un embalse, pero otras, sus aguas se agitan con tanta fuerza que te hacen estremecerte- dijo bajándose del caballo en un grácil movimiento.
-¿Sabes nadar?- le pregunté descendiendo de mi montura y acompañándola en ese pequeño paseo que estaba dando.
No parecía temer al mar como la mayoría de las personas en el pueblo, era bonito, sin duda y nos proporcionaba alimentos, pero también era peligroso e impredecible.
-Vivía muy cerca del mar, no saber nadar no era una opción- dijo.
-Mucha gente aquí no sabe nadar y estamos junto al mar- dije, yo estaba entre esa gran mayoría.
-Pues deberían aprender, ¿si alguien se cae al agua?, ¿o si un niño se mete al mar por curiosidad sin saber nadar? - dijo sería y pareciendo preocupada por la seguridad de mi pueblo.
-Sería un auténtico inconveniente- admití recordando que sucesos como eso habían ocurrido con anterioridad y no siempre habíamos podido salvar a los que caían a las aguas.
-¿Usted sabe nadar?- preguntó inclinando ligeramente la cabeza en un gesto de curiosidad muy tierno.
-No muy bien la verdad- dije sintiéndome avergonzado al tener que confesar esa debilidad, a ningún hombre le gustaba montar un lado débil de si mismo y menos frente a una mujer por la que se sentía fascinado, como era mi caso en ese momento.
-Podría enseñarle si quiere- dijo de forma sincera y sin un mínimo rastro de burla en su mirada.
-Sería algo vergonzoso si mi gente me viese pataleando en el agua- dije sin poder ocultar una pequeña sonrisa ante esa imagen.
Pareció reflexionar mis palabras, buscando una posible solución ante el inconveniente que le planteaba y su boca se frunció ligeramente
-Algo se me ocurriría- respondió finalmente- pensaré en algo para solucionar ese inconveniente, ha de haber algún sitio al que no acceda mucha gente.
La pequeña laguna del bosque era un lugar apartado, no solía haber mucha gente por allí, si insistía en la idea de enseñarme a nadar, tan ve, la llevase allí, sería una buena oportunidad para conocerla mejor y aprender algo nuevo.
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Mi hogar eres tú
Lãng mạn¿Cómo es que todo esto está ocurriéndome a mí?, Si ya era la loca del pueblo viviendo en pleno siglo XXI, ahora que me encuentro en la Escocia de hace más de 750 años, en una época tras la Batalla de Largs, sería la loca oficial del lugar. ¿Cómo hab...