La verdad

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—Eso es lo que crees, pero realmente esta en la casa de mi mamá —dijo el cerdito guiñando el ojo.

—Hawk... Bien entonces vamos donde tu mamá y descubramos que dice la carta.

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Meliodas ya había llegado al castillo,saludo a los guardias, que correspondieron el saludo y abrieron las puertas del Castillo para que pudiera entrar.

—Meliodas! —fue lo primero que escucho cuando abrieron las puerta—. Donde estabas?

—Por ahí —no hizo caso a sus palabras y paso por su costado.

Un golpe se escuchó. Chandler golpeo su bastón.

—Melascula me lo contó todo —meliodas volteo hacia a el y miro la expresión sería de Chandler.

Aquel humilde servidor se había esfumado.

—Melascula —dijo de lo más normal—. ¿Qué te dijo?

—Dijo que te habías encontrado con la mujer del baile —su expresión sería cambia y se volvió a una sumisa—. Por qué joven amo, por qué?

—Chandler, basta! Iré al jardín.

—Joven amo, joven amo —estiro su mano para poder alcanzarlo—. Prometo destruir a la mujer —susurro lo más bajo que pudo pero con una cara "Tierna"

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—Bien ya llegamos... —se apoyó en sus pies y dio una vuelta—. Subamos por las escaleras.. Ven yo te cargo.

—Arriba ma! —grito el cerdito.

La escalera se movió repentinamente y los elevó lo suficiente como para que cayeran en la entrada de la puerta.

—Como me gusta esta parte —añadio Hawk.

—No es de mis favoritas —dijo Elizabeth.

Hawk empujó la puerta y corrió donde estaba la carta.

El sobre estaba en una mesa de noche de madera el cerdito se puso debajo de ella y dio un brinco haciendo que se cayera.

Elizabeth fue al lugar, se arrodilló y alzó la carta.

—Es el momento de abrir —se dijo a si misma—. Esta carta.

Abrió el sobre y empezó a leer la carta.

Elizabeth... No sabes cuanto espero que esta carta llegue a tus manos.. No seré el mejor padre.. Para irme y dejarte sola... Pero espero que dos personas te estén ayudando... En especial el rosadito.  Hija mía...ve a tu nuevo hogar y se feliz.. Yo estaré siempre a tu lado

Con amor papá.

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—Hawk! —Elizabeth cerro la carta.

—Que pasa Elizabeth...

—Tu me llevarás.. A mi nueva casa —pregunto algo confundida.

—Yo no pequeña.. Eli, el que te llevará a tu nuevo hogar será el..

Elizabeth miró la puerta y pudo ver a un hombre alto con una armadura plateada.

—Hola Elizabeth! —dijo la voz—. Soy Arthur.. Yo seré el que te lleve a tu hogar.

—Arthur..—se quedó sorprendida al oír eso—. Tu estas relacionado con mi padre.

—De alguna manera, si —coloco su mano detrás de la cabeza con una sonrisa en su rostro—. Perdón, por no haberlo dicho antes.

Elizabeth se queda callada por un rato pensado en las consecuencias que podría ocasionar esto.

Sentada en sillón cercano a la mesita de noche, con un rostro pensativo, y con la mano en la barbilla.

—Elizabeth.... Si quieres te podría mostrar —se acerco a ella—. Y tu veras si te quieres quedar.

—Arthur... Pero y Merici y su hijas —dijo en un tono desesperante—. Que harán.. Que pasara después de esto.

—No te preocupes por eso —sonrie de una manera dulce.

—Pero no puedo irme como si nada... Además allí está mi.....

—Shh... Ya está en camino a casa

—¿Qué!? —elizabeth se asoma por la ventana, era verdad ya no se veía el mismo paisaje—. Arthur! —mostro una mirada aterradora.

—Eli..zabeth —dio un paso para atrás.

Amor eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora