Craps: Horn |J.Jungkook

06•Yoo Kihyun•

No siempre te metes a un laberinto para jugar, sino para salir de lo que hay a fuera de el.
No toda la verdad es buena y no todas las mentiras son malas, las situaciones te hacen mentir o decir la verdad, depende de la persona.

Si necesitas ayuda sólo pidela o...tal vez no.
•••

Suelto un suspiro aburrida, mi espalda empieza a doler por los pequeños ranuras que tiene el casillero que aplasto con mi cuerpo, miro nuevamente al pálido con lentes, el cual sigue ordenando su casillero como si con ello le fueran a dar un premio.

—¿Podríamos irnos?—suplico por segunda vez, lo miro mover la cabeza unas cuantas veces de forma negativa, un grito frustrado se construye en mi garganta pero lo retengo ahí, últimamente Jungkook se enoja con facilidad y yo no soy la persona más pacífica, quería evitar un posible escándalo.

—Nadie te está reteniendo—señala, sus acciones me decían lo contrario.

—Claro que no—digo sarcásticamente—, me dejaste sólo Hayun, ¿te da pena que te vean conmigo?—lo imitó, una sonrisa leve surca sus carnosos labios. 

—¿Y no es así?—cuando mete el último libro siento que en cualquier momento estaré brincando de la felicidad, tomo rápidamente su mano para jalarlo hacía mí, provocando que su pecho se pegue al mío y así poner mis manos detrás de su cuello. Satisfecha con la posición, dejo un casto beso sobre la comisura de sus labios.

—Te equivocas—sonrío cuando siento sus grandes manos tomar con fuerza mis caderas, obligándome a que arque mi parte baja hacia él. Beso su pequeño lunar debajo de su labio, quedándome unos cuantos segundos ahí hasta que lo escucho exhalar—, siempre me haces quedar como la mala.

Una risa divertida hace espacio por el silencio, creando una armonía desagradable y sensaciones en mi cuerpo nada placenteras, cuando despego mi vista de Jungkook lo único que puedo ver es al castaño parado en medio del pasillo con ambas manos metidas en su pantalón.

Frunzo mi ceño, sintiéndome abrumada y confundida por unos instantes, trago en seco al darme cuenta qué es lo que estaba pasando, al darme cuenta quien estaba mirándome con una mirada llena de superioridad, sin esperar, hago a un lado a Jungkook para dirigirme a grandes zancadas al castaño. Sin perderlo de vista, miro su vestuario y unas enormes ganas de vomitar aparecen en mi cuerpo al darme cuenta que es el uniforme, su camisa se encontraba salida de su pantalón y los primeros botones de ésta estaban desabrochados, además de que no llevaba la corbata pero sí el saco.

—¿Que mierda haces aquí?—pregunto bruscamente.

—Hola, cara bonita. Por cierto, que bonito espectáculo, ¿estás haciendo lo mismo que te pasó?—mi pulso se aceleró.

—Callate Kihyun—brame.

—Mmm—apretó sus labios en un aire pensativo—, no—una risa cínica aprecio en sus rosados labios—, cara bonita, pensé que nos comprendíamos.

—Ni una mierda—quedo enfrente suyo—, ¿qué haces aquí?

—Parece que necesitas de nuevo esos lentes bonita, ¿no ves mi uniforme?, compañera. 

—Eres un...

—Hayun, ¿quién es?—Jungkook se pone al lado mío, mirando desconfiando a Kihyun.

—Si Hayun, ¿quién es él?—todo esto se estaba tornándose incómodo.

—No es nadie Jungkook—tomo su mano dispuesta alejarlo de él.

—Vaya bonita, me lastimas—coloca una de sus manos sobre su pecho en un gesto que finge malestar.

—Vete a la mierda—me giro bruscamente, una carcajada limpia sale de su garganta.

—Solo si vas conmigo—sonríe suavemente—, ya lo hiciste una vez, ¿por qué no hacerlo de nuevo? Después de todo, gracias a mi eres esto—me señala.

—No sabes cuánto te odio—digo entre dientes, aprieto con fuerza la mano que sostengo para después jalarlo lejos de ahí.

Esto no estaba bien, jodidamente no tiene que estar pasandome esto a mí.

                                «...»

En alguna parte de Seúl.

El camino era largo y solitario, el sonido de las pesadas botas con el suelo era lo único que se oía en aquel lugar abandonado, olía a humedad y algo más que no supo identificar.

Una vez que quedó enfrente de la gran puerta, se detuvo de inmediato sin hacer el mayor ruido, respirando profundamente repetidas veces, su corazón empezó a latir con fuerza sobre su pecho.

El chico de cabello castaño tocó con cierto temor en la desgastada puerta, siendo recibido por dos grandes hombres que le doblaban de estatura.

Trago duro antes de atreverse a poner un pie sobre la gran sala, una sonrisa se apoderó de la persona detrás de la mesa dejando a relucir sus dos grandes hoyuelos.

—Kim Taehyung—pronuncio con cierta burla en su voz ronca, el mencionado sólo inclinó su cabeza en forma de saludo, nunca fue de muchas palabras—, pensé que no te volvería a ver.

—Necesito dinero—el moreno río descaradamente, asintiendo.

—Por supuesto—junto ambas manos sobre el escritorio—, hemos cambiado cierta reglas V, pero puedes entrar, Suga puede ayudarte a ponerte al día.

—No soy una jodida niñera—el castaño miró sin rapidez alguna al blanquecino de cabello negro—, además dudo que necesite instrucciones. 

—Tiene razón—le siguió el castaño.

—Ustedes no entienden, yo soy el que manda, así que hacen lo que yo diga—dijo serio el moreno—, ¿entendido?

—Como sea—solto racio el blanquecino antes de dirigirse directo a la puerta seguido por el castaño.

—Taehyung—el nombrado paró en seco al escuchar su nombre, giró un poco su cabeza dejando ver su perfil.

—Bienvenido—el moreno observó la sonrisa desganada.

—No lo hago por tí, lo sabes.

—No me importa las razones que tengas.

—Por supuesto que no lo haces—respondió con cierta gracia, la situación se convirtió en algo incómodo que se pudo palpar.

—Suerte V.

El castaño contuvo sus ganas de llorar, se había jurado no volver a pisar en su vida aquel mugriento lugar, pero ahí estaba de nuevo, cayendo a su perdición.

Apretó ambos puños a los lados de su cuerpo mientras seguía al pelinegro enfrente suyo, su mala suerte hizo que volviera y no creí que hubiera salida como la primera vez.

•••
¿Quién dijo que no se podía hacer trampa en un juego?
Nuevos participantes hacen mejor la trama y el espectáculo, no todos ayudan en la historia y no todos buscan exactamente algo, simplemente están ahí.
Y, sin embargo, hay algunos especialmente que ayudan más de lo que deberían.