021•Las verdades•

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Aferrarme a algo roto no fue lo mejor pero fingimos que lo es.
Porque eso es lo que nos queda, fingir.
Disfrazamos el temor por las sonrisas, aparentamos amor con la obsesión.
Nos ocultamos y aparentamos ser alguien frente al otro.
•••

—Tu plan funciono—Sook me mira emocionada, pongo los ojos en blanco por unos segundos antes de negar con suavidad.

—No lo creo—murmuro, arquea ambas cejas confundida—, quiero decir, ¿por qué siento que algo no está bien? Tengo esa extraña sensación de que algo falta.

Sabía a la perfección que era ese algo, pero era eso que no quería pronunciar porque terminaría con la mentira que yo misma construí, destruyendo y demoliendo todas mis esperanzas. Era como sí, al decir cada sílaba ardiera y dejará un sabor amargo en mi boca. Después de aquel día todo era...extraño. Los besos seguían ahí, las frases vacías y las caricias que no decían nada, todo seguía intacto, pero por alguna extraña razón, estando en mi cama, la emoción se desmoronaba y se convertía en lágrimas que empapaban mis mejillas y mi almohada.

Muerdo mi labio, sin saber muy bien como explicarle aquel extraño sentimiento que por momentos llegaba a pensar que estaba al borde de una crisis terrible, tenía esa sensación de que esto no era lo correcto, no para mí, ni mucho menos para él. Nos encontrábamos forzando lo evitable, estábamos dándole el gusto a un capricho que nos dañaba en forma diferentes y catastróficas.

Fingíamos algo que no tenía que pasar, creamos nuestro fin de un juego planeado para convertirlo en uno de azar.

—¿Hayun?—le doy una pequeña sonrisa, en un intento absurdo de tranquilizarla, jalo la orilla de las mangas del saco del uniforme, tapando casi por completo mis manos, era algo, que sin querer lo había convertido en un hábito ansioso.

—Esta bien—alego lánguida, esto era algo asiduo, el sentirme de aquella forma y el aprender que eso era lo correcto aún cuando no lo era, conformarme y callar, tomar lo que me daba y aceptarlo.

Suspiro cansada, fingir era lo peor que estábamos haciendo. Me acomodo mejor en mi asiento, mirando nuevamente la puerta a la espera del castaño, era algo curioso el como los papeles se invirtieron, ahora era yo quien cruzaba esa puerta más temprano y él solo unos minutos antes de que la campana suene. Sonrío cuando lo observo llegar, su cabello despeinado y sus lentes nuevamente algo desaliñados, murmura algo antes de avanzar a su lugar para dejar su mochila sobre su mesa y caminar a grandes zancadas a mi lugar, cambiando su mueca por una sonrisa apenada.

—¿Nadie te despertó?—pregunto divertida, niega con la vergüenza tiñendo sus mejillas, por lo que sé su madre era quien se encargaba de levantarlo pero en las últimas semanas era ella quién despertaba demasiado tarde alegando de que Jungkook ya no era un bebé.

Deja un casto beso sobre mis labios cuando se encuentra justo a mi lado, rio ante el nido que parece su cabello, dándome la vuelta aún en mi asiento, abro tan sólo un poco mis piernas para que se coloque entre ellas, el cual no lo duda ningún segundo antes de hacerlo gustoso incluyendo sus manos en la acción y poniéndolas sobre ambos lados de mi cadera, mimando esa parte encima de la tela.

—Soy un desastre sin mi mamá—comenta frustrado, suelta un gruñido antes de que un mohín apareciera en sus rosados labios, me rio ante lo cómico que resultaba todo el asunto—, no pude ni siquiera hacerme de comer, moriré de hambre y te quedarás sin novio—en los últimos días también he podido conocer lo dramático que llega hacer Jungkook y lo aniñado de sus acciones, el enojo cuando perdía en uno de sus juegos y las burlas y la poca paciencia que me tiene al ser yo quien quiere jugar.

Tengo que admitir que realmente soy mala en ello y aún cuando ha comprado un control para mí, eran muy pocas las veces que jugaba con él, pues era yo quien nos hacía perder en el primer instante en que empezaba.

—Tendré que conseguirme otro—canturreo juguetona, vuelve a gruñir antes de rodear por completo mi cintura y pegar su rostro en la curvatura de mi hombro.

—Retíralo—amenaza, sonrío con diversión, paso mis dedos sobre las hebras de su cabello, tratando de acomodarlo como él solía hacerlo, por momentos llegó a pensar que lo hace adrede y me enfurecía que intentara cambiar algo que a él le gustaba por mí.

—Uh-hu

—Eres mala—rio tan sólo un poco, aún con mis manos acariciando su cabello depósito un beso sobre su cien, era en estos momentos, cuando siento la calidez embargar cada centímetro de mi piel, calentando mi corazón pero todo se enfría en segundos cuando los recuerdos me inundan y caigo en cuenta que todo es una farsa.

Cuando la verdad se vuelve en mentira y la mentira en verdad.

Tal vez esto no era lo correcto pero no podía dejarlo ahora, porque no me importa hacerme daño, ya no.
Lo fascinante de hacerte daño es que lo que sientes, la marca que deja, los errores y la superación. A veces no sabemos quiénes somos y por tanto no sabemos que exigir a los demás, cuando tú no sabes quién eres, no sabes que valor tienes y es más fácil pedirle a alguien más que te de eso que no sabes. Lo buscas, lo exiges. Porque es más fácil pedirle a alguien que te ame a que uno mismo lo haga, nos ponemos baches, inseguridades y miedos, culpando a otros de ellos cuando realmente nosotros somos nuestros propios enemigos. Somos nuestro propio monstruo.

Mi amor era malo, porque buscaba en Jungkook algo que no encuentro yo misma, sigo con todo esto porque lo quiero tener, deforma desesperada y enferma.

—Lo sé—dejo un último beso, toma una de mis manos entre las suyas al separarse de mí, mirando fijamente aquel lugar en el que su pulgar acaricia con fascinación mi piel, no tengo que ser una experta para saber qué tiene las mismas preguntas sin respuesta que yo. Por un momento quiero hablar y decirle que todo estará bien, pero sería dar otra mentira al montón.

Nuestra relación es una mezcolanza de miedos, inseguridades, experiencias y búsqueda. Eso nos mantenía.

—¿Iras conmigo?

Asiento con lentitud, me regala una última sonrisa antes de irse a su lugar.

—Vaya mierda—doy un respondo ante las amargas palabras de Sook—, ahora entiendo todo. 

—Todo estará bien.

—Y una mierda—suelta con enojo—, pero sigue diciéndolo hasta que tu misma lo creas.

•••
¿Quién es Jungkook cuando no le queda otra opción que ser él mismo?
Empezaba amar la forma en que mentía, en la desesperación de sus acciones por mantenernos y no sufrir. Y comenzaba odiar su mirada que me hacía darme cuenta de la verdad, en sus besos que no me dejaban nada y sus palabras con entonaciones cálidas que no sentía.
Aborrecía el sentimiento que decía sentir, porque sin él saberlo eso me dañaba cada día más.

Craps: Horn |J.Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora