Capítulo 0. Fizz Carter

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Me encuentro tumbada en la pequeña cama de la sala de los Reynolds observando cómo el atractivo de mi novio aprieta con sus atléticos brazos una tuerca que se le resiste de su nueva máquina con la ayuda de una llave inglesa. Una pequeña sonrisa lleva varios minutos dibujada en mi rostro sin que me dé cuenta, y me fijo en las perladas gotas de sudor que ya empiezan a surcar la frente de Reed. Con un suspiro agotado, deja la herramienta sobre su mesa de trabajo y me muestra el resultado.

-Sólo le falta añadirle un engranaje de cinco palmos de radio y esta maravilla estará lista.

Sonrío juguetona y me levanto de la cama. Tiro del cuello de la camiseta de Reed hacia mí y comienzo a besarle con sensualidad. Verlo trabajar con tanto entusiasmo me han dado ganas de probar si sabrá hacer otras cosas con el mismo entusiasmo.

Reed se deja caer en la cama y yo me coloco sobre su regazo. Roza sus dedos por mi espalda e interrumpo el beso para susurrarle al oído:

-Yo sé dónde encontrar un engranaje de tales dimensiones.

Estupefacto, para de acariciarme y una sonrisa ilusionada aparece en su rostro.

-¿En serio? ¿Dónde?

Me bajo de su regazo y asimismo de la cama y me dirijo hacia la salida de la sala.

-No tardo nada- le comunico, y desaparezco tras la puerta.

Al cabo de unos minutos, regreso a la sala de Reed con un pesado traje de astronauta sobre mis brazos. Reed se queda sin palabras y echa un rápido vistazo a ambos lados del pasillo para asegurarse de que nadie me ha visto y cierra la puerta velozmente.

-¿De dónde has sacado eso?- me pregunta incrédulo.

Me llevo un dedo a los labios y susurro:

-Shhh, no debes contárselo a nadie- hago una pausa. -Lo he robado.

-¡¿Qué?!

Me río traviesa y él continúa:

-Bueno, cambiando de tema, ¿Para qué necesitas ahora un traje espacial?

Termino de ponerme los pantalones y procedo a ponerme la parte superior del traje.

-Te he dicho que sabía dónde conseguir un engranaje gigante- le digo guiñándole un ojo.

Reed se dispone a decir algo, pero lo interrumpo cogiéndolo por la muñeca y arrastrándolo fuera de la sala. Cruzamos los pasillos veloces hasta llegar a la sala donde se realizan las salidas al espacio, donde hay una gran puerta cerrada con presión, la cual da al exterior, al cosmos, al infinito. Cerramos la puerta de la sala. Reed pulsa un botón y la puerta de cristal que hay posterior a la de metal que me conducirá al espacio se abre para darme paso, y antes de ponerme el casco, mi chico pone una mano sobre mi mejilla y me susurra:

-Ten mucho cuidado, ¿Vale?

Asiento nerviosa y nos damos un beso de despedida. Temporal, claro. La puerta de cristal se cierra tras de mí y le hago una señal a Reed para que abra la puerta espacial. Una segura cuerda sujeta mi parte trasera del traje espacial con el Arca, así no hay nada que temer. Reed pulsa el botón y la enorme puerta se abre, dándome paso a una infinita negrura estrellada. Es precioso. Enseguida, mis pies se separan del suelo y comienzo a flotar. Tomo impulso y salgo hacia el espacio. La gravedad me hace girar sobre mí misma, pero enseguida tomo el control de mi cuerpo. Observo a Reed, que me observa con mirada atenta y preocupada, pero yo le hago un gesto indicándole que estoy bien. Me ayudo con los brazos a flotar hacia la parte superior del Arca, donde hay todo tipo de artefactos mecánicos. Floto hacia un sitio en concreto donde se encuentra uno de los engranajes más grandes que conforman la estructura del Arca y coloco mis pies sobre el techo. Agarro en el engranaje y lo giro unas cuantas veces para que salga del circuito, y el artefacto cede. Escucho una especie de interferencias en una de las salas que hay debajo, y el pánico se apodera de mí. ¿Se habrá notado demasiado?

Abandono el techo con el engranaje en mano, que gracias a la gravedad es ligero y no me cuesta mucho transportarlo, y regreso a la estación espacial. Reed pulsa el botón y la puerta se cierra tras de mí de nuevo. Me quito el casco espacial y el pelo se me pega a la frente por el sudor. La puerta de cristal se abre y le entrego a Reed el engranaje. Me dispongo a sonreír satisfecha, pero Reed coge el engranaje con prisa y exclama:

-Rápido, Fizz, hay que salir de aquí. Creo que nos han pillado.

Pongo una mueca de extrañeza pero le hago caso a mi novio. Decido quitarme el traje cuando salgamos de la estación y ambos corremos hacia la puerta, pero cuando la abrimos un fornido guardia de aspecto intimidante aparece ante nosotros.

El sudor de mi frente se torna frío y me quedo helada ahí mismo. El guardia me ordena que me quite el traje espacial y una vez que lo hago, inmoviliza mis manos tras mi espalda.

-Andando- dice.

-¡No, espere! ¡Tengo diecisiete años, aún no me pueden flotar!- grito pataleando mientras me arrastran por el pasillo.

-¡Suéltela! ¡Ha sido idea mía!- añade Reed corriendo tras nosotros.

Sin embargo, el guardia que me está agarrando llama a un guardia más que se encarga de detener a Reed y alejarlo de mí.

-¡Reed!- grito, y mi voz retumba por las paredes de metal, pero no llega a desembocar en ninguna parte.

Los 100. Parallel WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora