Capítulo 8. Tragedia nocturna

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Clarke se despertó bruscamente al oír unos gritos que clamaban su nombre.

-¡Clarke!- aquella voz le sonaba. -¡Clarke!

-¿Jasper?- preguntó la rubia atónita, saliendo de su tienda.

Unos cuantos delincuentes más también habían abandonado el sueño a causa de las voces del muchacho.

-¿Qué demonios está pasando?- preguntó Bellamy saliendo de su tienda sin camiseta, y tras él, una chica en sujetador.

-Jasper, ¿Qué haces aquí fuera? Deberías estar descansando- replicó Clarke.

-Eso ahora no importa. Jade y yo nos hemos encontrado a Wells... Muerto.

Clarke y Bellamy esbozaron un "¿Qué?" A coro, y un gran murmullo invadió el campamento. Jade se sentía agobiada ante una situación tan grave ajena a su familiaridad y confianza con los jóvenes que la rodeaban. Jasper se giró hacia ella y al verla con una mueca de incomodidad, cogió su mano y le dio un pequeño apretón. Entre la muchedumbre, Jade divisó a una niña que debería de tener once o doce años, que miraba hacia todos lados, aturdida.

-Me alegro de que ese idiota haya muerto- dijo de repente una voz, acallando el murmullo de la multitud, y todas las miradas se dirigieron hacia un punto específico.

-¿Qué estás diciendo, Murphy?- exclamó Clarke, furiosa.

-¡Lo ha matado Murphy!- comenzó a gritar una voz al fondo.

-¡Sí, no lo soportaba!- continuaban los demás.

-¡Ya ha intentado deshacerse de otras personas antes!

-Octavia, no te metas- la regañó Bellamy.

Ésta le lanzó una mala mirada y se cruzó de brazos, molesta.

-Eh, que no lo soportara no significa que yo lo haya matado- se excusó Murphy abriéndose paso entre la multitud con las manos levantadas.

-Ninguno de nosotros tiene la suficiente confianza en ti como para creer en tus palabras- le soltó un chico.

-Tú, más incluso que nosotros, eres un asesino- continuó otro más.

-Eh, ¿Pero de qué cojones estáis hablando?- dijo Murphy, retrocediendo.

-¡Atadle las manos!- ordenó un individuo.

Un grupo compuesto por un buen número de criminales se abalanzaron sobre el chico y no le dieron oportunidad de defenderse. Con una áspera cuerda, impidieron la movilidad en sus manos y lo empujaron por una cuesta de una patada.

-¡Soltadme, capullos!- gritaba Murphy con pura ira.

-Jasper, hay que hacer algo- le suplicó Jade, que no soportaba más ver sufrir a Murphy.

El chico asintió y se adelantó al grupo de matones, junto con Clarke y Bellamy, que también intentaban detenerlos. Una vez que Murphy hubo llegado al final de la cuesta, un grupo de chicos comenzaron a propinarle puñetazos y patadas, y Jasper y Jade acudieron en su ayuda. Mientras Jade intentaba poner en pie a Murphy, Jasper le asestó un puñetazo en el ojo a uno de los matones, pero éste lo alcanzó y le dio otro al muchacho en las narices. La rabia fluyó por las venas de Jade y la joven, con fuerza, le dio una patada en los dientes a su contrincante, provocándole la caída de unos cuantos y tirándolo al suelo.

Una vez en pie, Clarke y Bellamy corrieron a sujetar a Murphy mientras que Jade se ocupaba de Jasper. Un espeso surco de sangre comenzó a brotarle de la nariz reventada.

-¿Estás bien, Jasper?- le preguntó Jade, rajándose un trozo de su camiseta y presionándolo sobre la nariz del muchacho.

-Sí, pero no te preocupes por mí, estoy bien- le respondió el chico.

La multitud comenzó a gritar y a agolparse contra Clarke y Bellamy, que protegían a Murphy tras sus espaldas. La tensión era insoportable, y parecía que ambos chicos iban a derrumbarse en cuestión de segundos, hasta que una voz consiguió detener toda la locura.

-¡Parad ya!- gritó la voz por encima de los ensordecedores ruidos. -Murphy no ha matado a Wells. -Jade reconoció al instante a la chica que había visto entre el pelotón. -He sido yo.

-¿Charlotte?- exclamó Clarke. -Tú... ¿Cómo has podido?

La pequeña niña comenzó a llorar.

-Bellamy me dijo que tenía que vencer a mis demonios- sollozó Charlotte -y mis demonios eran su padre- concluyó haciendo referencia a Wells.

-Pero Charlotte... Sólo eres una niña- gritaba Clarke, al borde de las lágrimas.

-Soltad a Murphy- ordenó mientras tanto Bellamy.

Una vez que notó sus muñecas liberadas, Murphy levantó un dedo furioso hacia Charlotte y gritó:

-¡Ella es la verdadera asesina! ¡Con ella es con quién debéis acabar!

-¡No! ¡Alto!- interrumpió Clarke, colocándose ante la niña con los brazos extendidos. -Es sólo una niña, seguro que sólo es su primer delito, un error muy grave, por cierto.

-¿Qué?- exclamó Murphy indignado. -¡A saber cómo habrá acabado esta pequeña perra entre nosotros! ¡Que yo sepa, no te meten en la Caja del Cielo sólo por robar golosinas!

Charlotte se tapó los oídos y comenzó a sacudir la cabeza con frustración, cerrando los ojos con fuerza.

-¡No hará falta que acabéis conmigo!- gritó.

Y antes de que ninguno de los presentes se lo esperase, la niña corrió hacia el precipicio donde se encontraban y se tiró al mar. Las olas que se rompían con furia en las rocas de la orilla arrastraron su cuerpo lejos de allí. Jade dio unos pasos hacia adelante como por acto reflejo, como si hubiera intentado detenerla en vano, pero Jasper la detuvo tirando de sus brazos hacia atrás.

-¡No!- gritó Clarke desconsolada cayendo de rodillas justo en el borde del precipicio, y Bellamy corrió junto a ella y la cubrió con sus confortables brazos.

Las lágrimas de Clarke caían al suelo como pesadas perlas, brillando bajo la luz de la luna reflejada en el agua. Frunció el ceño con dolor y sus sollozos se los tragó el viento. Jade observaba la escena tapándose la boca con la mano, y en el momento en el que sus lágrimas amenazaban con salir, escondió la cabeza en el pecho de Jasper, que la abrazaba para reconfortarla.

-Ha sido horrible lo que le hemos hecho hacer a una niña- comentó Monty con voz lastimera, que había contemplado toda la escena en silencio, y Octavia se abrazó a él y lloró en silencio. El joven había evitado decir las palabras "pobre niña" porque, en lo más profundo de su ser, sabía que realmente no era así.

Al cabo de media hora lamentando la pérdida de Charlotte, todos los delincuentes regresaron al campamento. Cada uno se escondió en su tienda de campaña, decidiendo no salir hasta que el sol se colase por los pequeños agujeros de las telas.

-Jade, quédate a dormir esta noche y mañana a primera hora de la mañana regresas a tu campamento- le ofreció Monty, ya que compartía tienda con Jasper.

-Gracias, Monty, pero no quiero ser una molestia para vosotros- respondió Jade suavemente.

-No importa- se apresuró a decir Jasper con rapidez. -Quiero decir... Que no es ninguna molestia- se corrigió, carraspeando.

Jade sonrió, se secó los ojos húmedos con la manga de la chaqueta y se dispuso a refugiarse en la tienda de Jasper y Monty, resguardada del frío de la noche exterior.

Los 100. Parallel WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora