Capítulo 2. Cara a cara

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Tras la euforia inicial, la muchedumbre se calma y comienza a realizar tareas para la supervivencia: encender un fuego, buscar comida y demás. Clayton se encontraba apartado del resto, sin dejar de estudiar un mapa que sostenía con los puños demasiado apretados.

"No puede ser" se repetía a sí mismo.

De repente, una voz lo sobresaltó:

-Hola, principito- era Fizz. Dirigió la mirada hacia el mapa que Clayton sujetaba. -¿Qué estás haciendo?

-Nos han enviado a la montaña equivocada- respondió fríamente.

-¿Cómo?- repitió la joven, atónita.

-El Monte Weather está allí enfrente- explicó el chico, señalando con el dedo -y hemos aterrizado a kilómetros de distancia.

-¿Y qué pretendes? ¿Caminar día y noche hasta llegar a la dichosa montaña?

-Pues sí, es lo idóneo.

-Yo paso. Aquí estamos bien, sólo necesitamos buscar comida para sobrevivir y listo- opinó la muchacha.

-¿Pero qué estás diciendo, Fizz?

Unas voces lo sacaron de su disputa, y se dirigieron hacia el sitio del que procedían. Una vez ahí, divisaron una escena en la que los hermanos Beverly y Orlando Beckett y June Marshall rodeaban a Winter.

-Mira a dónde nos ha traído tu madre- le decía Beverly.

-¿Qué pretende que hagamos aquí? ¿Comernos las cortezas de los árboles?- se burló June con su característico sarcasmo.

-Yo no he tenido nada que ver con esto- intentaba defenderse Winter.

Mas Clayton decidió intervenir.

-Alto, chicos. Ahora mismo debemos estar más unidos que nunca- comenzó a decir. -Buscaremos comida para sobrevivir mientras localizamos un camino seguro para ir al Monte Weather. ¿Quién se viene conmigo?

Un silencio rotundo ocupó el claro del bosque, mas Fizz lo quebró con su aguda voz.

-Yo me apunto- exclamó. Acto seguido, cogió a Jade y a Melody por los cuellos de las chaquetas y sentenció: -y estas dos también.

Ambas se miraron atónitas, pero aceptaron de todos modos, aún si saber para qué era.

-Yo también voy- aceptó Orlando. Después miró a su hermana con ojos de cachorro y le preguntó: -¿Puedo, Bev?

Ésta lo sonrió y masculló:

-Anda, ve.

Orlando abrazó a Beverly emocionado y antes siquiera de que la pequeña expedición comenzase a caminar, el chico se adelantó y marcó el paso. Los demás no tuvieron más remedio que seguirle.

El pequeño grupo caminaba por el bosque conversando animadamente. Clayton iba algo más alejado de los demás, perdido en sus pensamientos. Orlando se percató de él y aminoró el paso hasta llevar su ritmo.

-¿Aún piensas en lo del Monte Weather?- le preguntó.

-Sí.

-Te agobias mucho por cosas que no tienen tanta importancia- le tranquilizó el muchacho.

-Esto no es algo de poca importancia, Orlando. Nuestra supervivencia depende de ello.

Orlando puso los ojos en blanco y ambos chicos se percataron de que Fizz se había dado la vuelta para decirles:

-Vamos, vagos, o para cuando llevemos la comida al campamento todos habrán muerto de hambre.

Algo en el rostro de Orlando cambió. Su sonrisa se volvió amplia y arqueó una de sus finas cejas.

-¿Sabes qué? Creo que tengo posibilidades con Fizz.

-¿Sabes qué? No me importa- le contestó Clayton.

Acto seguido, el muchacho rubio dio unos cuantos pasos más adelante y se reunió con los demás, y Orlando se quedó con la siguiente frase en la boca. Jade echó la vista atrás para observar las mejillas ruborizada del joven, y soltó un pequeño suspiro. Orlando le gustaba, y la única que sabía eso era Melody, su mejor amiga.

Melody sacó de su ensoñación a su mejor amiga dándole un golpecito en el hombro. Cuando logró la atención de Jade, señaló a Clayton, que les indicaba que no hicieran ruido y que se acercasen a él con sigilo. Los cuatro muchachos así lo hicieron y al asomarse por un pequeño hueco entre los árboles, divisaron a un ciervo pastando tranquilamente la hierba. Sus esbeltos cuernos relucían bajo el sol. Fizz quiso acercarse un poco más, pero su bota hizo crujir una pequeña rama bajo su pie y el animal se puso alerta, alzando el cuello. Al divisar el perímetro, giró la cabeza y el grupo se llevó una desagradable sorpresa: el animal estaba irradiado y una segunda cabeza surgía de su cara. Los cinco pusieron una mueca de horror y dejaron que el animal se fuera.

-Si todos los animales han acabado así, no sé qué nos vamos a llevar a la boca- se quejó Orlando.

Mientras los muchachos se preparaban para continuar caminando, Jade giró la cabeza y divisó una mata de hierbas que ella y Melody conocían.

-Esto... Chicos, esperadme aquí. Enseguida vuelvo- sentenció.

-¿Adónde vas, Jade?- la detuvo Clayton.

-He encontrado algo que nos puede ser muy útil. No tardo nada- concluyó, y se alejó de sus amigos.

La mata estaba bastante alejada del punto donde habían encontrado al ciervo, pero Jade reconoció enseguida la Orquídea del Nirvana, una planta de un color violáceo que poseía dotes curativas y tranquilizantes, y que pensó que les haría falta por si alguno se ponía enfermo o algún insecto venenoso les atacaba.

Jade ya no oía las voces de sus compañeros, pero sabía que estaban cerca. Se encontraba a pocos pasos de la mata violeta, y su mano se dirigió hacia su cinto para coger el cuchillo. Pero una imagen frente a ella la dejó helada.

La mente de Jade se quedó en blanco mientras permanecía inmóvil frente a un grupo compuesto por cinco chicos con unas características muy familiares para ella. El grupo se la quedó mirando, igual de asombrados, y ninguno de los seis se atrevió a decir una palabra. Jade aprovechó la ocasión para observarlos mejor, e intentar convencerse a sí misma de la imagen que tenía ante ella. La primera chica a la que analizó tenía la piel clara, ojos azules y cabello rubio platino, como Clayton. La segunda chica tenía los ojos claros, el cabello castaño y un rostro dulce, tal y como el de Orlando. El tercer chico tenía el cabello un poco largo y marrón oscuro, y un semblante apuesto, el cual le recordaba a Fizz. Al cuarto chico, sólo con fijarse en su cabello liso y negro y en sus ojos rasgados, ya sabía que se parecía muchísimo a su mejor amiga Melody. El quinto y último chico fue el que la dejó más impresionada que con los demás. El muchacho vestía exactamente la misma camiseta que ella, en donde se leía "Earth Day 2052", tenía la tez del mismo tono que la suya, ojos grandes y marrones, labios carnosos como ella, ya que todo el mundo se lo decía, cabello negro despeinado... Y unas gafas sobre su cabeza. Jade se llevó las manos a sus propias gafas y se dio cuenta de que él hizo exactamente lo mismo, para comprobar si aquello era real.

El grupo que tenía frente a ella aún no se inmutó a decir ni una palabra.

-¿Clayton?- llamó Jade con la voz temblorosa.

Se fijó en que la rubia arqueaba una ceja al oír ese nombre. Por fin, escuchó los pasos de sus compañeros aproximándose.

-¿Qué pasa, Jade?- preguntó Clayton al acercarse, y esta vez el chico idéntico a la joven se sorprendió al oír el nombre de la chica.

Pero fue cuando Jade vio la boca abierta de la chica rubia, la que era clavadita a Clayton, y los ojos como platos de éste cuando cayó en la cuenta de que era de lo que Clayton había estado hablando todo ese tiempo.

Los 100. Parallel WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora