Desde muy niño fui idealista, soñador; pero con el pasar del tiempo me convertí en alguien común, alguien que no es apetecible conocer, ni siquiera era de esas personas a las cuales extrañas cuando no están. Me convertí en un adolescente sumiso, nada problemático, timorato. La manera en que me criaron, la manera en que me enseñaron a seguir órdenes, acatarlas sin reprochar en un entorno lleno de gritos y peleas. Una vida complicada para muchos; pero para mí no era más que una rutina. Solo me agobiaba el hecho de tener que estar en medio de las discusiones, en medio de las peleas, temeroso y sin tener bien definido un bando. Me criaron de una forma manejable, me dieron sus ojos para ver lo ellos querían, su mente para pensar por mí, me hicieron creer lo que a ellos les convenía. Y así se fue definiendo mi vida, ahora ya con algunos años más encima, en la edad en los que mis amigos ya se están realizando. Y digo realizando desde el punto de vista que todos tienen carreras concluidas, provechosas; con un futuro económico en auge. Y yo?. Sí, yo!! Yo que yo era el muchacho que tenía un futuro provechoso, un futuro formidable para todo el mundo. ¿Qué estaba pasando?
Al salir del colegio me fui hartando de todo, me agobio la rutina, me molestaba mi vida, mi casa, mi familia. Comencé a hacer todo lo que un niño bueno, como yo, no hacía. Comencé a conocer los placeres de la noche, la diversión de horas nocturnas, mujeres dispuestas a pasar el rato y después olvidarse que fueron tuyas. Esas cosas me enamoraron, me encandilaron y comencé a enrumbar mi vida por otro sendero, ese sendero que la sociedad cucufata, aborrece. Comencé a tener una vida llena de excesos, de sobretiempo. La gente comenzó a hablar de la forma en que llevaba mi vida, comenzaron a tildar y a penar mi futuro. Comencé a tener mujeres que enseñaron de todo, porque te hacen de todo y todo te lo hacen bien. Me enamore de algunas, les hice el amor; a otras me las cogía como el peor desadaptado. Me di cuenta que había mujeres que les gustaba tener amores fortuitos, pasajeros. Me di cuenta que habían mujeres de la que te enamorabas por la forma lasciva que te miraban mientras estaban con la boca ocupada, te enloquecen hasta sus gritos de dolor que dan cuando te permiten hacer lo que una niña buena no te dejaría hacer porque son muy santas. De esas mujeres me engatusé, mujeres nocturnas, de unas horas. Me enamore de las noches llenas de alcohol, que eran un escape a mi vida, esa vida aburrida y pesarosa que llevaba. Esas noches, esas mujeres me enseñaron de todo y me volvieron el peor de todos, ya no era el niño bueno con el que cualquier papá quisiera que su hijo se reúna, era esa mala hierba que todos quieren extirpar de su sombríos; pero a mí en realidad me importaba poco, yo la pasaba bien.
En las interminables noches que tuve conocí a quien creo que fue un punto aparte en mi vida. Era una niña mala en todos los aspectos impuestos por la sociedad, llevaba una vida desordenada, tenía esa fama de mala mujer, era hermosa. Era de esas mujeres que te gustan apenas la miras, sus facciones, su cuerpo, todo es perfecto. Ella fue, ella es, ella será mi mejor historia, la mujer que me dio para escribir las mil penumbras que me hizo pasar y los placeres jamás imaginados en mi vida. Esa mujer tejió en mi una historia engorrosa llena de idas y de venidas, una vida en la que me quería a medias y a veces no me quería, días en que fue la más dulce las mujeres y me hizo el hombre más feliz del mundo y noches tan oscuras que quise quitarme la vida manejando como loco, con un botella del whisky más barato y los ojos llenos de lagrimas.
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Basada en Sueños Reales
RandomNo todo aquel que me mira puede verme, ni todo el que cree conocerme sabe quien soy.