Stephanie

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Desubicado y con la cabeza hecha añicos, quise volverla a ver en ese momento; pero no, fui a buscar a Stephanie para que me quite el sin sabor y las ganas con las que me dejó Gwen. Ella sabía que me había quedado con Gwen; pero tan bien sabía que si la llamaba era porque no había logrado nada. Enojada me contesto el teléfono.

No me cuelgues por favor, te necesito, estoy ebrio en medio de la nada, no debiste dejarme, porque te alejas de mí, si te extraño tanto. Sabia como convencerla, como hacerla sentir querida, era fácil, solo era cuestión de subirle el ego, para luego subirle la falda.

Con una voz un poco más apacible. ¿Donde estas?, estas bien? Porque te fuiste con esa y me dejaste de lado. Ella sabia las respuestas pero se hacia la tonta, o quería parecerlo para escucharlas de mi boca. De igual sabía que le mentiría.

No digas eso y ven a verme, necesito dormir y necesito estar contigo para hacerlo, sabes que tú me das paz. Fue la peor mentira que ella me pudiera creer, ella no me daba paz, no me hacía sentir bien, yo vivía tranquilo sin ella, solo me interesaba buscarla en momentos como estos en los que estoy solo y necesito una mujer para complacerme. La espere en el centro de Chimbote cerca a la plaza de armas, cuadrado casi adormitado la sentí llegar y tocar el vidrio del carro.

Oscar!! mira como estas son las tres de la tarde y aún no llegas a tu casa. Cuando tomaba sin ella, se ponía en un plan de mujercita celosa y de mamá cuidadosa.

Ven vamos a tu casa para que te duches, podamos salir y comas algo.

Lo único que quería comerme en ese momento me había dejado un sin sabor y confundido cuando se bajo en su casa. Me abrazo, me dio un beso.

Tus besos saben a alcohol. Vamos, maneja. - me dijo

Comencé a manejar y la lleve a donde yo quería, a un hotel para cumplir el cometido de la llamada. Ella lo sabía, a ella le gustaba que yo la use y luego la deseche. Y a mí me convenía, pues no me pedía firmar un acta de fidelidad, ni nada de esas cosas tontas que una mujer quiere con un hombre que la hace suya. Mientras la poseía, estaba pensando en Gwen, en ese beso que le di y esas palabras que me colmaron de felicidad. Mientras Sthepanie gritaba extasiada por así decirlo. Mientras la sodomizaba, mientras me la tiraba, como te tiras a una puta a la que le pagas para hacerle lo que te plazca. Que tal Hijoeputa.

Qué te pasa? Con la voz quebrantada me decía. Despacio por favor, me duele.

Pero a mí no me interesaba, lo único que quería era acabar, venirme y dormir. Cansado, logre casi con dolor acabar. Me pare a coger mi pantalón y sacar mi billetera.

Te vas? Que haces? .

Saque un billete de 50 soles y se lo puse en la cama y le dije:

Para tu taxi, ve a tu casa, necesito dormir, estar solo y tu presencia me abruma, discúlpame, espero cuando salga de ducharme no encontrarte.

Le estaba pagando por sus servicios. Su rostro lucia desencajado, desnuda sobre la cama no sabía qué hacer. Al cerrar la puerta del baño, la escuche gritar, requintarme, aborrecerme, maldecirme. Arrojar todo al piso. Cuando salí aún estaba allí desnuda frente a mí, llorando, pidiéndome a gritos que no le haga eso, que yo no sabía lo que para ella yo significaba. Sin titubear le dije:

O te vas? O me voy?

Lloraba, intentó tirarme a la cama para convencerme con algo que yo ya no deseaba. Cogí mis cosas, me cambie y baje para irme.     

Basada en Sueños RealesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora