Una de esas tardes me encontré con Jazmín una de las amigas de Abi, la había conocido un tiempo atrás en una de las tantas reuniones a la que acudía como acompañante de Abi o porque simplemente al término de la fiesta la iba a recoger. Me saludo muy afectuosamente, me dio un beso y me abrazo. Al mirarla me di cuenta estaba guapa, y que tenía unos impresionantes ojos verdes, atribuciones claro que no me había fijado sino hasta ese momento. Conversamos por un rato y le propuse llevarla a su casa; pero se negó.
- Estoy esperando a mi papá, está en una reunión. Acompáñame un rato. - Me dijo...
Tuve la buena idea de invitarle un helado, así podríamos sentarnos y conversar más tranquilamente. Comenzamos en esa tarde a tener la confianza de amigos, pero no por Abi sino porque esa tarde la pasamos bien. Era ameno conversar con Jazmín, tenía argumentos convincentes sobre temas que me emocionaban, que me interesaban. Nunca se quedaba callada, era muy meticulosa al explicarte lo que ella quería, trataba de convencerte y si no lo hacía con sus argumentos muy bien fundados, te plantaba una mirada con esos impresionantes ojos verdes que no dudabas en creerte todo lo que ella te decía.
Caminamos de regreso hacia la oficina donde su papá sostenía una reunión, me comenzó a contar sobre un muchacho que habíamos encontrado en la heladería y que ella saludo sin tomarle importancia. De todo el discurso que escuche sobre ese muchacho entendí; que era un ex enamorado servil, obediente que seguía enamorado de Jazmín y el simple hecho de estarlo la conmovía; pues había sido ella quien había puesto fin a esa relación de la manera vil, para que el dejara de quererla en un instante. A veces le daba pena haberle roto el corazón a ese muchacho; pero con argumentos muy ciertos me dijo que ella jamás mantendría una relación con alguien a quien no quiere más, o alguien por el cual su deseo se ha esfumado. Medite y pensé que esa era una señal divina que me había mandado en Jazmín la respuesta a la incertidumbre que me rondaba la cabeza.
Le refute la forma tierna en la que hablaba de alguien que según ella no le importaba nada.
Me miro con cierto grado de desprecio y cambio de tema. Al llegar a la oficina, le propuse que deberíamos encontrarnos otro día para seguir conversando. Accedió y me pidió que la acompañase la mañana del viernes a dejar unos papeles a Salaverry y que así tendríamos mucho tiempo para conversar, además no iría sola y no se aburriría. Acepté, le propuse ir en mi carro; pero ella me dijo que iríamos en la camioneta de su papá, le diría que consiguió un chofer y que el pago nos serviría para el combustible que tendríamos que echar porque quería ir a un lugar. Me reí y le dije:
Está bien Srta. estoy a su disposición. Quedamos en comunicarnos.
Estaba de noche cuando volví a mi casa, me había olvidado llevar el carro para el cambio de aceite y el mantenimiento habitual. Planee todo para el día siguiente sin dejar nada por hacer, pues imagine que vendría cansado de Salaverry y no iba a querer hacer nada. Me había olvidado completamente de Abigail y al parecer ella también, no nos llamábamos ni nos dejábamos mensajes para saber si aún estábamos vivos.
La mañana siguiente me levante muy temprano me dirigí al mecánico y deje el carro para su mantenimiento. Quede en regresar pasada las 5 de la tarde ya que hasta esa hora tendría clase y tendría que ir para excusarme que al día siguiente no podría asistir.
La clase estaba aburrida y de manera repentina ya no estaba prestando atención a la clase sino estaba pensando en esos hermosos ojos verdes y la naturalidad en que al mirarte hace que te pierdas en su bosque encantado. Comencé a impacientarme por verla al otro día, quise mandarle un mensaje; pero pensé que sería inoportuno.
Salí temprano de clase, me acerqué a justificar mi falta del día siguiente y exponerle mis motivos al Dr., quien sin más remedio que creerme accedió a darme permiso y a justificar mi falta.
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Basada en Sueños Reales
Ngẫu nhiênNo todo aquel que me mira puede verme, ni todo el que cree conocerme sabe quien soy.