Remordimiento

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Se inclinó hacia la parte de atrás donde estaban las cosas, saco las latas de cerveza y las puso a la altura de donde salía el aire climatizado para los pasajeros de los asientos traseros, me dijo ponle aire frío para que se mantengan congeladas, había comprado como seis six pack. Le hice caso. Abrió dos, me dio una y una comenzó a beber ella.

Estoy manejando, no lo has notado.

Te he visto manejar después de haber tomado toda la noche en las fiestas aburridas de mi promoción, así que no me pongas pretextos.

Después de un rato el aire frío se había apoderado de toda la camioneta, Jazmín tomo mi mano que estaba sobre la palanca de cambios y la puso a la altura de donde terminaba su pequeña falda.

¿Estoy toda fría, sientes? Lo hizo sin el menor pudor, ni vergüenza.

Mi mano también esta fría. Ya estamos por llegar le dije, sin quitar mi mano de su pierna; pero con la iniciativa de comenzar a moverla hacia sus aductores para que me abrieran paso hacia su entrepierna. Mi mirada estaba en ella, para ver si sentía algún tipo incomodidad de que suavemente mi mano se estaba aventurando a un lugar prohibido.

Al llegar me quitó la mano de su pierna y la puso nuevamente en la palanca de cambios.

Debe ser por aquí. Aquí, aquí es. Estaciónate.

Se bajo enseguida. Y entro al Hotel que estaba frente a donde me estacione. Volvió a salir de la mano de una señora que denotaba en su andar airoso, elegancia, con la mirada alta y una nariz respingada, facciones muy bien delineadas como si las hubiesen esculpido. Se acercaron al carro y me la presentó, bajé de inmediato para no hacer el desaire, al acercarme a darle un beso en la mejilla sentí ese aroma exquisito que había sentido en Jazmín, y sus ojos eran tan hermosos como las de mi acompañante.

Mi mamá, Ricardo. Su rostro era felicidad pura, la abrazaba, la besaba y nunca le soltaba la mano.

No me quito la mirada de encima, me examinó por completo, como si buscara algo. Jazmín la llevó nuevamente dentro del Hotel, mientras tanto yo volví al auto a esperarlas, hacía mucho frio, pero no quite el aire acondicionado para mantener frías las cervezas que quedaban.

Las espere por largo rato, tome dos o tres latas de cervezas antes que ellas salieran, pensé que nos quedaríamos y que no tendría que seguir conduciendo, por eso seguí bebiendo sin precaución. Al verlas acercarse deje la lata que tenía en mi mano en el tablero de la camioneta para bajar a ayudarles a subir. Hice un ademan para que suban.

- No, no, ve a cambiarte para ir a almorzar con mi mami.

- No he traído nada de ropa, si no te acuerdas, todo era por un día. Le dije.

Sube a la habitación, toma la llave allí te deje una camisa. Date un baño y vienes. Me hablaba con tal confianza.

Le dejé las llaves del auto y subí. Al salir de la ducha vi una nota en el espejo.

Hace un tiempo que no veía a mi mami, discúlpame, jamás admitiría que haya viajado con alguien si no es mi pareja. Me senté en el baño blanco, pulcro y me observaba en el espejo mientras pensaba. Me estaba diciendo que le había dicho a su mamá que era su novio. Esa fue la razón de la exanimación exhaustiva que me hizo con la mirada. No sabía qué hacer. Lo único que atine fue a ducharme y esperar que el agua me despeje un poco las ideas.

Al salir de la ducha volví a sentarme en el baño. No sabía qué hacer, me pasaba la mano por la cabeza, pensaba en que Jazmín me estaba usando y no quería ser parte de todo esto además aún estaba con Abigail y en ese instante después de largos días por fin sentía la necesidad de verla. Con ese pensamiento en la cabeza salí del baño dispuesto a decirle a Jazmín lo que pensaba.

Basada en Sueños RealesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora