Capitulo 8

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La mujer ya no dice nada y entiendo que es hora de dar esta "conversación" por terminada, salgo a la fiesta y Walter ya no está el lugar, me imagino que le han avisado que la persona que espera ha llegado.

Camino por el lugar viendo como las personas no disimulan ni quiera un poco al verme, se de sobra que no es mi maquillaje, ahora se que es por que Walter no aparecía en fiestas acompañando de mujeres y de la nada aparecí yo, no se si les incomoda mi presencia o les encanta el chisme a ésta gente de la alta alcurnia.

Busco a Walter entre las personas o alguno de los integrantes de sus familiares, pero al parecer ha desaparecido. ¿Walter sería capaz de abandonarme en una de sus reuniones? No creo, bueno quien sabe, no lo conozco, así que si existe una mínima posibilidad de que me haya abandonado.

Me doy por vencida al no encontrar a nadie y mejor me voy al área de bebidas, pido agua y me lo dan rápido, ahí me quedo esperando y observando, pero no.

—hola— dice un hombre atractivo —¿puedo ofrecerte una bebida para adultos?—

—gracias, pero estoy bien con mi agua—

—nunca vas a cambiar ¿verdad bombón?— sonríe mostrándome su perfecta sonrisa luminous white.

—¿disculpa?— frunzo el ceño.

—eras la única que no sentía lástima por el chico nuevo y huérfano— no se que cara tengo ya que no deja de sonreír —la única que no andaba detrás de mi por ser el juguetito nuevo de la clase— su sonrisa no puede ser mas —no puedo creer que te hayas olvidado de mi—

No puede ser cierto, de todas las personas que se llaman Ferran en el mundo, si tenia que ser el mismo que espera Walter.

—veo que la edad te ha sentado bien— sonrío —me da mucho gusto volver a verte— abre los brazos.

—¿que no hay abrazo para un viejo amigo?—

—nunca fuiste mi amigo— lo abrazo —de hecho me caías mal—

—bombón. Tu me amabas— me abraza con fuerza pegándome a su cuerpo —¿cómo has estado? Y ¿que haces aquí?— me suelta.

—digamos que soy... la dama de compañía de alguien—

—¿dama de compañía?— levanta ambas cejas —¿a eso te dedicas?—

—¡¿que?! No, no, no, no, no— me expresé mal —vine con un amigo, que de hecho creo que lo conoces. ¿Y tu con quien vienes?—

—vengo con mi novia, debo volver con ella por que ya nos vamos—

—¿por que tan rápido?—

—la empresa con la que me quiero trabajar no me convence del todo— hace una mueca.

—¿que tiene la empresa de Walter?—

—¿conoces a Walter Ludlum?— está sorprendido.

—si, de hecho es el amigo con quien vengo— sonríe negando —que chiquito es el mundo—

—bueno, no te entretengo más, me dio mucho gusto volver a verte— sonrío —saludos a tu novia—

—también me dió gustó verte— besa mi mejilla —toma— saca una tarjeta de su saco —llámame si necesitas algo, con gusto te ayudaré—

—gracias— tomo  la tarjeta que me ofrece.

—hay que reunirnos mañana— niego —dame tu número para ponernos de acuerdo—

—no traigo mi teléfono— no creo que sea buena idea, qué tal si la novia es de esas locas controladoras que se ponen histéricas al saber que su novio sale con una antigua conocida.

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