Capítulo 2

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Despierto sobresaltada y algo agitada, miro el reloj y son las 4:00 A.M. me levanto de la cama con pesar para irme al baño por una ducha calientita, me desvisto y entro a la lluvia artificial, siento que me arden los ojos del sueño, se supone que hoy entraría a las 6:00 A.M. pero como mi precioso hermanito anda de caliente con Laura, pues friegame yo.

Cuando es mi turno de abrir el local, siempre pasa un taxi por mi, ya que yo no se manejar y para no irme en mi bicicleta pido los servicios del taxi, pero en esta ocasión tendré que pedalear.

Al salir me visto con ropa deportiva y mis magníficos tenis blancos, desenredo y trenzo mi cabello, me coloco un gorro y estoy lista.

—nos vemos en la tarde Amore— le digo a mi guacamayo mientras le pongo alpiste —no hagas desastre, adiós Amore—

adiós, Amore, adiós— responde el guacamayo.

El clima afuera es demasiado fresco, me monto en la bicicleta para irme al trabajo, aún es de noche y solo se escuchan algunos perros aullando, por suerte es un barrio seguro.

•••

Son las 10:00 A.M. y todo está en orden, excepto que Carlos aún no ha llegado, Ximena está muy molesta por eso y no quiere salir de su área para ayudarme a cubrir el area de nuestro hermano, pero como yo fui la alcahueta pues ahora me toca doble la carga.

—Mine, te necesitamos en la cocina— Luis dice cuando llevo una pedido a una mesa.

—ya te alcanzo— asiente mientras yo llevo el pedido a sus dueños.

Regreso a la cocina y está hecha una desastre, hay una cantidad enorme de harina el el piso y humo denso inunda la habitación, las flores comestibles están esparcidas sobre la mesa, la crema batida está volcada en una esquina de la mesa y en una parte del piso, sin contar que huele a quemado horrible.

—lo siento, todo se salió de control— dice Miguel.

—¡¿pero qué pasó?!—

—fue Luis— lo acusa Miguel.

—yo no fui— se defiende Luis.

—¡basta! No son unos niños para que que se estén culpando— mi miran arrepentidos —quiero que limpien esto, yo tengo mucho que hacer afuera—

—tenemos un problema— dice Luis cuando me doy media vuelta.

—¿y cual es?—

—tenemos un pedido de mini cupcakes y no estamos ni a la mitad del pedido— dice Miguel —no son muchos pero estamos estancados—

—yo me encargo. Luis ayuda afuera y Miguel, ayuda con el desastre— asiente.

Miro la lista de de los pedidos y solo son cuatro docenas, de limón con crema batida y flores de lavanda comestible. No entiendo como es que siendo solo cuatro docenas los chicos hicieron un tiradero, pero en fin. Me pongo a hacer la mezcla y en lo que está, hago la crema. Miguel sigue limpiando y yo sigo con lo mío. Pongo los mini cupcakes en el horno mientras lavo y desinfecto las flores y las pongo a secar. Después de unos minutos el cronómetro suena y mis cupcakes están listos, los saco y meto los otros y a esperar a que se enfríen. Cuando todos están listos y fríos, vierto la crema en una manga para decorarlos, solo pongo un poco de crema y encima la flor de lavanda. Todos están ordenados y se miran hermosos, son sencillos pero elegantes.

Miguel me ayuda a colocarlos en cajas para llevarlos a su destino, también me ayuda a subirlos al taxi que me llevará al lugar.

Casi veinte minutos después (Gracias al tráfico) llegamos a un gran edificio, donde la gente que entra está vestida con finísimos trajes, miro mi ropa y me siento cohibida al traer ropa deportiva y tenis blancos. Un guardia me ayuda con las bolsas del pedido, pero antes de entrar me lleva a recepción para que me den un gafete con enorme letras rojas que dice "visitante"  lo coloco en una área visible.

El guardia me guía al ascensor, el himno de la alegría ameniza el pequeño espacio, tarareo en voz baja la canción en lo que espero que se abran las puertas. Cuando se abren, me guía a lo que parece ser una sala de juntas. La habitación tiene tres paredes blancas y un enorme ventanal con vista a la ciudad, una gran mesa de cristal está en el centro acompañadas de doce sillas ergonomicas de color negro.

—el pedido va en esta mesa señorita— dice una rubia y alta mujer que parece una barbie.

—hola— sonrío apenada —ya los acomodo— asiente.

Desempaco los mini cupcakes y los acomodo en hileras de seis de tal manera que queden ordenados, se mira tan monos que le tomo una foto, recojo las cajas y las bolsas, me dispongo a salir, cuando cierro la puerta choco con alguien, no se cómo pero algo me cae a la cara y de inmediato siento que me arde.

—¡disculpe señorita!— escucho la voz de un hombre mayor y está bastante preocupado.

—¡me arde!— lloriqueo. Alguien intenta ayudarme pero no le presto mucha atención, caminamos y me dejo guiar.

—agáchate un poco— dice una mujer y obedezco.

Siento que el agua fría corre por mi cara, el agua me ayuda un poco pero no es suficiente, siguen ardiéndome horrores.

—¡me sigue ardiendo!— llevo mis manos para tallarme los ojos —¡necesito ayuda médica!— La chica me guía de nuevo y murmura algo mientras caminamos.

—¡¿que sucede?!— una voz grave suena fuertemente en el lugar.

—la chica tuvo una accidente como una persona de la limpieza, le cayó algo en los ojos y le arde— dice la chica muy rápido si apenas pude lograr entenderle.

—¡hay que llevarla a emergencias!— dice la misma voz —¡cancela todo, yo la llevaré al hospital!—

Alguien pasa una mano por mi espalda y toman mi mano derecha, me guían, intento ver pero solo miro borroso. De nuevo escucho el himno de la alegría, y se que estoy en el ascensor. El dolor sigue y yo sigo sin ver, ya no estoy muy segura de donde me encuentro, pero me vale mierda donde esté o a donde me lleven, con tal de que me quiten este dolor me voy hasta el fin del mundo.

Me ayudan a meterme a un auto, escucho como lo encienden y arrancamos. El dolor se comienza a intensificar y las lágrimas empiezan a salirse de mis lagrimales por si solas.

—¡más deprisa por favor!— imploro.

—estamos cerca—

El dolor en los ojos está empezando a marearme, me hago ovillo en el asiento, ahora ya no se me salen solas las lágrimas, soy yo quien llora por que ya no soporto el dolor. El auto se detiene con brusquedad, mi puerta es abierta y alguien me carga de manera nupcial, murmura algo mientras va conmigo en brazos. Le dice algo a alguien, en cuestión de minutos soy depositada en una cama, alguien dice algo pero no logro entender, yo solo quiero que me quiten el maldito dolor en los ojos.

—quita las manos de tu rostro— me ordena alguien, pero no obedezco —sostenga sus manos— ordena y alguien obedece su orden.

Mis manos son apartadas con brusquedad y dejadas a los costados de mi cintura, alguien intenta abrir mis ojos pero me muevo ya que me arde horrible donde me tocan.

—deberá dormirla— sugiere alguien.

—¡No!— no quiero que me dejen inconsiente.

No me hacen caso, a los minutos miento un pinchazo en mi hombro derecho, después de un tiempo, el dolor se va disipando y el sueño es más fuerte que yo.

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Aló guap@s!!!

Buenos pues aquí estamos de nuevo con ésta historia, espero que les guste el capítulo.

I LOVE YOU GUYS SO MUCH
😘

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