Capítulo 9

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Laura nos ha traído el pedido que encargue. He estado platicando con Ferran desde hace más de una hora, y aún no logro procesar que por mi haya firmado con Walter. Siento que esto no triará nada bueno.

—¿tu novia sabes que estas conmigo?— en cuanto digo eso empieza ahogarse.

—¿tu "SD" sabe que estás conmigo?— levanta ambas cejas.

—no—

—¿crees que se moleste?—

—no tiene por que—

—pues yo creo que si—

—¿por que lo crees?—

—por que viene hacia acá— esta vez no volteo. No me vana gastar la misma broma dos veces en el mismo día.

—buenas tardes— escucho su voz detrás de mi —pensé que después de anoche estarías en casa descansando Mine—

—hola Walter, ¿gustas sentarte?—

—¿descansando?— Ferran me mira intrigado —¿por que debería estar descansando?—

—tuvo un accidente— responde de mala gana —¿y tus lentes protectores?— me siento como niña pequeña —espero que hayas aplicado tus gotas—

—¿de que habla Mine?— Ferran frunce el ceño.

—me cayó ácido para la corrosión en los ojos— le respondo a Ferran —olvide mis lentes en casa Walter, y no me he aplicado las gotas—

—¿y como es que estás tan a gusto platicando con el señor Harrington si no has aplicado tus gotas?—

—Walter...—

—vamos a casa Mine— me interrumpe.

—no—

—debes irte Mine— Ferran apoya la idea de Walter —no puedes exponerte de tal manera, no tienes cinco años como para que una persona ande detrás de ti para recodarte lo de tu medicamento— lo miro, su rostro está serio, pero en sus ojos puedo ver que mi situación lo divierte.

—adiós— me despido de Ferran.

—nos vemos Mine— responde con una flamante sonrisa

•••

Con un silencio ensordecedor llegamos a la casa de Walter, estoy agotada mentalmente, pero creo que físicamente podría matar a alguien. Como San Pedro por mi casa, subo hasta la habitación para irme a dormir, no tengo ánimos de nada, no quiero pelear, no quiero hablar, no nada. Solo quiero desaparecer un momento.
Desatiendo la cama y me quito los tenis, me recuesto y la cintura empieza a dolerme.
Me quedo viendo la ciudad por la gran ventana, pero los párpados están pesándome mucho.

—Mine, despierta— escucho su voz —despierta, debes comer—

—solo quiero dormir—

—no te dejaré dormir hasta que comas— siento que el otro lado de la cama se hunde —quiero hablar contigo—

—en otro momento—

—por favor. Se trata de mi esposa y Ferran— de inmediato abro los ojos.

—no tienes que hacerlo sino quieres— me siento en la cama —eso es parte de tu vida, y si no quieres compartirlo conmigo está bien, lo entiendo—

—te prepare sopa de verduras con pollo—

—¿tu lo preparaste?— asiente —no me vas a envenenar ¿o si?—

—soy un buen chef— sonríe —Mine— se vuelve serio —¿que tan abierta de mente eres?—

—¿que han abierta?— no entiendo a donde quiere llegar —la verdad no lo se—

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