i.a.u.r
Él, con su mirada firme
Él, tan seguro de sí mismo al caminar
Él, tan simplemente él.
Tú, cuando entraste por primera vez en la sala sin mirar a nadie más que a tu mejor amigo mientras reían por algo que él dijo. Tú, caminando hacia tu asiento, justo adelante del mío. Yo, notando la manera en la que mis amigas comenzaron a mirarte. Tú, valiéndote poco y nada que ellas se volvieran un poco locas por ti, como si fuese habitual que las cabezas femeninas se voltearan para mirarte ser tú. Yo, frenando mis impulsos para decirte que adelante se sienta alguien más, que ese asiento está ocupado. Tú, volteándote para preguntarme si puedo ver bien la pizarra porque eres más alto que yo. Yo, perdiendo la razón con tu voz y tu cara absorta de inexpresión, respondiendo que puedo ver bien. Tú, preguntándome si estoy segura. Y yo, en mi mente, respondiéndote que no, no estoy segura, no estoy segura de que puedo ver bien la pizarra teniéndote a ti adelante porque eres más alto que yo, no estoy segura pero no importa, porque no quiero que te cambies de lugar, sin embargo, mi boca se abre y respondo que sí, sí estoy segura de ver bien. Tú, absorbiéndome con tu mirada. Yo, apartando la mía.
Nosotros, ignorantes de la situación, vacíos del futuro, indiferentes al destino.
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Era él
Genç KurguQuiero contarte mi primer historia de amor. Es incoherente, preferentemente inexplicable. Tú sabías de él, de hecho, lo conociste. Pasábamos los fin de semana juntos, ¿lo recuerdas? Sé que de alguna forma lo haces, porque yo lo recuerdo todos los...