Un inicio en una noche...

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No era una noche más, no para él. Ni para ella. Iniciaba su segunda rotación por el servicio de urgencias ginecoobstétricas; iniciaba la segunda mitad de su internado de pre-grado. Y para ella, era la segunda semana, de cuadro que pasaría allí. Varias emociones eran encontradas en él y, entre ellas, la más dominante era alegría; dicha por volver al servicio en que escuchaba más fuertemente su vocación. Desde pequeño, siempre había sido su deseo ser ginecólogo; aunque sus padres hubiesen pensado al principio que le pasaría; como muchos lo hacen. 

Faltaban aún, unos minutos, para que fuera la hora de entrada; se jactaba de ser siempre puntual. Se encontró con algunas amigas y comenzó a hacer charla sobre el nuevo servicio. Y fue entonces, cuando la vio. 

Participaba en una conversación amena con una de sus amigas, no era la chica más atractiva, ni la más despampanante; pero tenía una luz, alegría y locura, que emanaban de ella en oleadas, sumergiéndolo todo y a todos en su presencia. 

Era su turno de intercambiar saludo, y tomó su mano. Era muy delgada y delicada entre sus dedos masculinos. Le llamaron la atención sus ojos, tenían una forma de avellana y el iris compartía el color de dicha nuez. 

Después vinieron encima las actividades del cambio de guardia, la entrega de pendientes para la noche y demás trivialidades de un servicio de urgencias. Pero en su mente, se implantaba poco a poco ésa chica, ésa mirada. Pasaron varios momentos, ya estaba inmerso en su nota de evolución; cuando, un leve golpeteo en su hombro le hizo virar. Era ella. -"¿Me podrías decir tu apellido para escribirlo en mi nota?" Increíble. Quería una buena impresión para ella, y ahora tenía que explicar su apellido. -"Has elegido al peor para éso." dijo, y señaló su nombre, inscrito en la tela de su filipina. Era un apellido difícil de pronunciar, y aún más complicado de escribir. Pero la sorpresa fue para él, cuando en una voz muy clara, nada titubeante; ella lo pronunció, le dio las gracias entre unas sonrisas pícaras y se dio la vuelta. 

Era el inició de algo grande, era una historia en obra; él lo supo, y ella también.

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