—Para que quede claro: no pienso salir de aquí si él no viene, así que cómetelo o no comas nada.
—¿No puede llevar pimienta? —intentó provocar pena en él haciendo una mirada de ternera enjaulada.
—Te acabo de asar una gallina que además, he matado personalmente para ti. —me cruce de brazos intentando parecer imponente—. Así que ni te atrevas a pedir más.
—Si me pones pimienta en el plato, yo te pongo el libro en las manos —guiñó su ojo izquierdo y se inclinó por encima de la mesa para intentar cojerle las manos, recibiendo un evidente tortazo en el brazo—. Priadka* hasta los huesos...
Aquella chica no tenía remedio, así que al final el bajito le tuvo que poner pimienta como ella pidió y se retiró a su habitación sin ganas de ver a nadie, o almenos a ella no. A continuación, Boyko bajó de nuevo por la escalera de madera con un abrigo negro y un manojo de llaves en busca del saco de nervios con rizos rubios que había devorado un pollo chamuscado a la pimienta.
—Antes de nada, tengo que confesar que hoy tenía una cita importante —ciértamente se veía menos impertinente que antes, ahora que había calmado sus nervios con comida, pero eso no quitaba que le siguiera pareciendo idiota. —Te prometo que conseguiremos el libro, pero necesito ir a esa cita hoy...
Siempre ha odiado estar sólo.
—Con la condición de que me lleves. Solo para asegurarme de que no huyas —sonrió sin mostrar los dientes, satisfecho por la jugarreta, a lo que ella le contestó con una sonrisa burlesca.
De la nada sacó un abrigo que seguramente habría "tomado prestado" de Boštjan y se encaminó hacia el gran portón.
Boštjan...
—Espero que lleves dinero y llaves. —estaba demasiado ensimismado como para ni siquiera escucharla—. ¡Boyko! ¿Llevas o no?
—¿Te has parado a caso a pensar en por qué él aún no ha llegado?
—¿Habrá ido a comprar...? —pareció reparar también en que el anfitrión de aquella mansión había desaparecido sin dejar rastro—. Quisiera saber todo sobre él, si es posible. Es realmente apuesto, ¿no crees?
—No pienso fregar tus babas de un suelo que no me pertenece. Además, es idiota, déjalo. Nunca me había dejado sólo —murmuró esto último cruzándose de brazos—. Si hace algo es porque tiene que hacerlo sin remedio, así que pudo haber ido a buscar algo importante.
—Pues vale. Ahora solo necesito que te centres en buscar algo elegante para mí.
Unos minutos más tarde, le había administrado vestidos realmente viejos pero limpios que había encontrado entre los distintos armarios. Salieron en silencio hacia la ciudad caminaron hasta una farmacia.
—Boyko, yo te otorgo el honor de comprar preservativos con tu propio dinero —el bajito recibió una palmadita en la espalda y caminó sin dejar de suspirar pensando en qué tipo de cita se habría metido la muchacha—.
Cogió un producto de cada tipo con el propósito de obtener esa carta lo más rápido posible, pero no pudo evitar llevarme una mirada pervertida del dependiente. A la salida, Mel solo cogió uno y se río en la cara del otro por tener que quedarse el resto. Boyko fue únicamente utilizado para servir a quien además, era menor que él, quedándose a esperar entre los arbustos para entrar a por lo que Mel realmente esperaba obtener en su cita: Un huevo; un maldito huevo valorado en veinte millones de euros.
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Después de ver cómo la luz de una de las habitaciones con balcón parpadeaba rápidamente, decidió que era su señal e intentó colarse en la casa por el jardín. Agradeció que hubiera una puerta de rejilla abierta para no tener que romper nada, aunque seguramente la habría abierto Mel y no tenía ganas de agradecerle nada. Simplemente no le caía bien.
Cerró en silencio la puerta y siguió caminando por lo que supuso que era la cocina por el fuerte olor a marisco."Si tú fueras un huevo valorado en veinte millones de euros, ¿dónde te esconderías?"
No había ni rastro del huevo por ninguna parte, solo muebles muy grandes como los que él una vez tuvo.
Un agudo grito le hizo correr alarmado escaleras arriba creyendo que era la voz de Mel... Y no resultó tan fatídico como debería, ya que justo al lado de la puerta del evidente dormitorio, se encontraba una vitrina con el lustroso huevo dentro.
Boyko miró sus manos y cerró los ojos pidiendo perdón para sus adentros, tenía que hacerlo. Así que dejó que sus uñas tuvieran la libertad de crecer en garras y arañó el cristal hasta hacer un gran agujero por el que sacó el huevo, asustándolo cuando las alarmas empezaron a sonar escandalosamente.—¡Mierda, Mel!
Sin soltar el huevo guardó sus garras y se dispuso a correr todo lo que pudo hasta salir de aquel lugar por la puerta principal mientras que se oían sirenas. Miró una vez más preocupado el huevo y se metió en la oscuridad de un callejón.
—¿Boyko?
Y esa suave voz lo salvó momentáneamente.
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Priadka*: Gruñón.:D
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Erzsébet
ParanormalTras ser abandonado por su mayordomo, Boyko decide buscarse la vida con un completo extraño que llora al conocerlo. Esta historia tiene distintos narradores.