XII

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Había una vez una pareja que no podía tener hijos, pero igualmente no tenían mucho tiempo para cuidar de un bebé, así que cuando escucharon que un niño de quince años sin aparentemente padres había aparecido en una ciudad cercana, no dudaron en buscarlo. 
Ella dirigía una empresa multinacional enfocada a la higiene llamada "GoFresh!" y él la ayudaba con las cuentas, aunque prácticamente no lograban verse y apenas cruzaban palabra en casa. La idea de tener un hijo podría traer nueva esperanza a la relación y decidieron ir a por ello.  

 Explicaron su situación al hospital, obteniendo así la dirección de la residencia. Todo marchaba viento en vela. O al menos así fue durante los dos primeros meses, en los que todo eran sonrisas y muestras de amor; cientos de regalos y escenas familiares que ayudaron a crecer a Boyko con la idea de que aunque no tuviera memorias anteriores, no importaba mientras tenía a su familia.

Claro que a él le hubiera gustado haber conocido a sus reales padres, o saber si tenía amigos que esperaban por él o por qué no podía comer comida normal.

[1 de septiembre de 2013]
CASA.

—Madre, ¿quién es él? —el muchacho apoyó la cabeza en el hombro de su madre adoptiva, intentando ocultarse del extraño.

Boyko se comportaba como un pequeño niño a pesar de tener más edad. Los médicos comentaron que era normal, ya que era como si no hubiera tenido infancia y también era probable que tuviera miedo de diversas cosas. Su paladar era extrañamente reacio a la comida hecha y lo único a lo que no se rehusaba era a la cruda.

—Su nombre es Harold Doležal Zupan y a partir de hoy se encargará de cuidarte —la mujer apartó a Boyko y lo miró un tanto seria—. La vacaciones terminaron para nosotros y no podremos estar tanto tiempo contigo. Te prometo que en ningún momento te sentirás solo.

¿Por qué prometer algo que ya sabías que no ibas a cumplir? 

—Pórtate bien. —La mujer besó tiernamente su mejilla y se fue a trabajar.

  Y dejaron de ser padres para ser esclavos, aunque unos más que otros.  

—S-Soy Boyko. Encantado, señor —hizo una reverencia de noventa grados, provocando una risa en el mayor—. ¿Qué le provoca tanta risa, señor?

—Llámeme Harold, es usted a quién tengo que tratar de señor y no al revés. Incorpórate —esperó a que el niño obedeciera y luego sonrió caminando hacia la cocina—. Prepararé algo de comer. 

—¡No! —el grito ni si quiera inmutó al mayordomo—. No me gusta la comida normal.

—Oh, pero es que yo sí se que le gusta.


[8 de septiembre de 2013]
CASA.


La primera pelea entre la pareja se produjo fuera de aquellos muros en los que Boyko crecía, pero no tardó en enterarse de que albergaban una gran distancia entre ellos y el amor.

—¡Si no tuviera ese apetito de mierda a lo mejor podríamos parecer más normales!

—¿A caso importa? Tú solo te preocupas por lo que piensen los demás mientras que tu hijo solo quiere que lo mimen.

—¿Y por qué no te veo con él?

—Sólo llego a casa para poder dormir, ¿cómo quieres que lo abrace si me quedo dormida?

—¡Tal vez si cedieras a ascenderme, podría ayudarte!

—Eso es porque no trabajas lo suficiente. ¡Eres un incompetente!

La puerta de su habitación fue cerrada con suavidad.

—Boyko, no tendría por qué escuchar algo así —el hombre de canoso cabello se acercó a él y se sentó a los pies de su cama—. A veces la gente que se quiere se pelea, pero luego se perdonan.

[9 de septiembre de 2013]
CASA.

—Mamá, ¿por qué no puedo ir a clase como los niños normales?

—Porque tú no eres un niño normal.

[21 de septiembre de 2013]
CASA.

—Papá, ¿por qué no puedo salir a jugar a la calle como los niños normales?

—Porque tú no eres un niño normal.

[3 de noviebre de 2013]
CASA.

—Mamá, ¿por qué no puedo ver la televisión?

—Porque no te hace falta llenarte la cabeza de preocupaciones de los demás.

[25 de diciembre de 2013]
CASA.  

—Huele muy bien... ¿Puedo comer con vosotros?

—Hoy es especial. No puedes —la mujer cortaba pollo asado revelando un agradable olor para todos los presentes en la casa—. Además, a ti no te gusta esto.

—Cierto, no me gusta... —Y cabizbajo volvió a lo que hacía unos meses fue una bonita habitación color amarillo repleta de peluches y muebles infantiles. Ahora solo habían montañas de papeles y archivadores, además de su cama.

[31 de diciembre de 2013]
CASA.   

—Harold, ¿por qué hay tanta gente en casa?

El mayordomo quiso contestarle, pero su madre interrumpió poniendo las manos en los hombros del muchacho para llevárselo de la cocina, alejándolo de Harold.

—Hoy tengo una sorpresa para ti , cariño —automáticamente Boyko se animó, pensando en que podría volver con su familia en la mesa o que podría salir a la calle—. Se trata de un nuevo cuarto más espacioso.

Bajaron por la escalera que conducía al sótano, dónde había una sola bombilla colgando del techo, impidiendo ver la cavidad de la estancia por completo, ya que el sótano carecía de ventanas o claraboyas . Las paredes nunca fueron alisadas y aún se veía el cemento que unía un ladrillo con el otro, al parecer tampoco recibieron nunca una capa de pintura; Había una especie de hueco en la pared con un cubo de metal junto a un lavabo que no paraba de gotear; El suelo consistía en unos tablones de madera de abedul blancos sin barnizar y en la esquina derecha se podía apreciar un colchón con sábanas de margaritas.

Margaritas amarillas.

—Si te portas bien tendrás tu comida a las doce y a las ocho —la mujer se quitó el colgante del cuello y lo abrió mostrando un reloj. Luego lo depositó justo debajo de la bombilla— Te quiero.

Y lo dejó sólo.

¿Viste? No debiste de prometerlo.

ErzsébetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora