01| Dolor.

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Las paredes del aeropuerto parecían como si se estuvieran encogiendo poco a poco a medida que caminábamos a nuestros asientos para esperar el avión.

Había sido una noche muy larga el día anterior cuando Denna cortó conmigo por medio de una carta. No se atrevió a decírmelo en la cara o por medio de una llamada. Era algo cobarde de su parte, pero no podía reclamarle nada.

Aún podía recordar las palabras escritas en la hoja de papel con una bonita caligrafía.

Travis:

Realmente no sé por dónde comenzar con todo esto o qué decir, porque estoy temblando de miedo en realidad.

Intentaré ser tan honesta contigo de una forma no muy cruel. Esa es la idea desde un principio.

Bueno...

Desde hace mucho tiempo quería decírtelo, pero no podía, y ahora que te vas a vivir a otra parte del país se me hizo más fácil hacerlo.

Sabía cuánto me amabas, siempre me lo decías y me lo demostrabas. Y cuando eso pasaba, me sentía culpable por no sentir lo mismo que tú, aunque yo te hubiera dicho que sí te amaba una y otra vez. Me lastimaba, ¿sabes?

Te mentía en tu cara. Sólo estaba contigo porque eres o eras popular. Sabía que si estaba contigo las chicas me odiarían por ser la novia del chico más guapo de la preparatoria. También sería popular, ¿sabes? Creo que lo logré.

Me siento terrible al escribir esto, me siento horrible y estúpida al hacer lo que hice. Nunca debí de estar contigo.

Nunca de los nunca. Y si tú nunca te hubieras enamorado de mí, eso facilitaría todo esto. No te culpo, es mi culpa.

Terminamos, Travis. Lo lamento mucho.

Denna.

Quería llorar, pero no podía hacerlo frente a muchas personas. El aeropuerto estaba atestada de ellas, por lo cual respiré profundo y me obligué a mi mismo pensar en otra cosa, pero no podía.

Ella fingía tan bien. Decía que me amaba con una sonrisa muy grande y me besaba después de eso. Me tomaba de la mano por los pasillos de la preparatoria cada vez que pasábamos por un grupo de chicas, las cuales se me quedaban viendo. Yo veía que Denna se enojaba por eso y eso me causaba ternura.

La amaba como a nadie en este mundo, tanto que la presenté con mis padres. Ellos le habían dado una habitación en mi casa cada vez que ella quería quedarse con nosotros.

Le entregué absolutamente todo de mí, pero ¿qué hizo eso ella? Lo rechazó, lo tiró por un tubo mientras se reía de mí.

Y en ese momento no la podía odiar, porque aún la amaba. Sé que lo que hizo no fue lo correcto y no tuvo por qué hacerlo, pero fue una persona muy especial en mi vida y suponía que debía agradecerle por eso.

Así que me acomodé en mi asiento y tomé la mano de mi mamá. Mi papá estaba a su lado. Ella sonrió a duras penas. Mi mamá no quería mudarse.

—¿Todo bien?— Pregunté con voz ronca.

—Sí, sólo que estoy un poco triste, ya sabes— Rió en voz baja, casi en un susurro.

—Estoy cansado de esperar— Mencionó mi papá de pronto. Estaba con su ceño ligeramente fruncido.

—Tranquilo— Dije. —Ya pron...

A todo los pasajeros a Massachussets su vuelo sale en diez minutos— Me interrumpió la mujer de las bocinas.

Los tres sonreimos.

Era hora de partir y crear una nueva vida. Una mejor.

La chica triste del balcón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora