04| Atardecer

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Los días siguientes iba a Bolívar solo. Apenas veía a Lindsey deslizarse por los pasillos. A veces ni siquiera veía que salía de su casa.

Ella no me importa, pero quería saber más allá de su ser. Quería saber la respuesta de su ensimismamiento. Había tantos misterios en ella...

Estuve revisando más la habitación en donde me quedaba, encontré cigarros en el closet donde había muchos abrigos color negros. Y me preguntaba quién había estado aquí antes. Sospechaba que Lindsey tenía la respuesta.

Ella todas las noches hablaba en su balcón, a veces me daba miedo y seguía pensando que sufría una enfermedad mental... Tal vez era esquizofrénica. Pero lo que más me llamaba la atención era que mencionaba mucho el nombre de Logan.

¿Quién carajos era Logan? ¿O era sólo su amigo imaginario?

Me miré en el espejo del buró, acomodé los botones de mi camisa y me puse un poco de perfume. Prometí a mi mamá conocer un poco el pueblo, para así salir a divertirme.

Los días en Bolívar eran rutinarios, puesto que aún no conseguía amigos. Y era irónico, porque desde el momento que entré, ya todos sabían de mi existencia, pero tenía la sospecha que nadie se atrevía a hablarme. Muchos pensaban que era intimidante, pero yo no lo veía así, ya que siempre tenía una sonrisa en mi rostro.

Salí de casa y caminé por las calles, observando con mis audífonos puestos. La canción de Billie Eillish 《Hostage》 sonaba y me hacía pensar en Denna. Me hacía poner triste por el tono y el momento. Todo estaba a favor de deprimirme.

I wanna be alone.

Alone with you...

Me detuve en seco al ver a Lindsey caminar hacia alguna parte, con su mochila puesta. Sabía que no iba a ver a alguien, sino a un lugar... podía sentirlo.

Corrí para llegar a su lado. Ella se sobresaltó y miró hacia todos lados, asustada.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó aún sorprendida.

—Te pregunto lo mismo.

—¿Yo? Yo sólo camino— Respondió de pronto nerviosa.

—Te acompaño, entonces— Dije, sonriente.

—¡No! Es decir... quiero caminar sola.

—Y yo no, así que estaré contigo— Desafié.

Vi que su ceño se iba frunciendo, pero luego suspiró.

—Está bien— Aceptó. —Vamos a caminar.

La chica triste del balcón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora