Confianza ante Todo

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Sé que con mi idea podía mandarme una cagada que me afectaría mínimo hasta cumplir la mayoría de edad pero igual asumiría las consecuencias salvando al boludo de mi hermano a la hora de que se enterasen. ¡Obvio! Que no dejaría que esto pasara. Mi plan era revisar los mensajes y llamadas del celular de Ma Flor, mi ansiedad por saber que les ocurría me tenía al borde de una crisis. Mi intuición me sugería en ese momento que debía hacerlo para ayudarlas. Gero se iría a dormir a la habitación con ella para estar pendiente y yo me despertaría temprano para hacerles el desayuno. Antes de irme a dormir baje al living para buscar en su cartera su celular, lo encontré apagado cuando intente encenderlo no pude porque no tenía batería. ¡La puta madre! Ay Dios perdóname es sólo una expresión. Con mi curiosidad a mil una vez más no podía irme a dormir sin saber lo que estaba pasando con mis madres. Estuve un rato esperando tuviera algo de carga sin otra alternativa que llenarme de paciencia pero él sueño me venció y cuando desperté decidí ya resignada ponerlo de vuelta dónde lo había encontrado y llevar la cartera a la habitación de mamá; con la mala leche de tropezar con él sillón y por evitar caer sobre la mesa de centro me golpeé fuerte mis rodillas. ¡Mierda, mierda, mierda! Mi plan se había vuelto en mi contra; me levante del suelo no sé cómo y me fije que junto con la cartera estaban algunas cosas que salieron del interior entre ellas un sobre blanco con el siguiente escrito para Florencia Estrella de Thiago Ferreira y el celular de mamá despojado de la batería. Cuando lo arme de nuevo quise probar que encendía y vi 7 llamadas perdidas todas de Ma Jaz y un montón de whattsap. Fui a la heladera por hielo turnándolo entre mis rodillas adoloridas, me senté en frente del sillón agresor, al abrir el whattsap habían mensajes tanto de voz como escritos y dos imágenes que al verlas me paralizaron la respiración y un escalofrío desagradable me lleno todo el cuerpo. Esas fotografías debían tener una explicación que borrara la duda que se estaba formando en mi cabeza. Sin perder tiempo active para escuchar el mensaje de voz de la esposa de mi madre.

─¡Pichi! Debemos hablar. Nada sucedió entre Tanía y yo. Pero si entre vos y Thiago.

No puede ser cierto lo que acabo de escuchar. ¡Noooo! Esto seguro es una joda entre ellas. Mis madres, no, no y no. ¡Qué mierda está pasando! No sé cuántas veces oí ese mensaje del orto, entendiendo por el tono de voz suplicante de Ma Jaz al principio y luego recriminándole a mi madre por algo que si había pasado que la situación era grave y sí a eso le sumaba las fotos, ahora me cerraba que hubiese estado chupando hasta el pedo y su teléfono estuviese apagado. De pronto todo se me vino encima mis Madres quizás se separarían y mi hermano y yo en medio de aquel quilombo sin poder hacer nada. Empecé a llorar sin parar sosteniendo en mis manos aun aquel celular que me producía un dolor muy grande y difícil de confrontar. Decidida a convencerme de que lo que mire en esas fotos era mentira oí y leí todos los mensajes de ese puto número desconocido y miles de situaciones peores a la que había descubierto ocuparon mi mente mostrándome una vida que jamás sería la que siempre he soñado. Por intentar aclarar mis dudas en este momento tenía millones de preguntas y todas sin respuestas. ¿Cómo enfrentaba a mis madres? ¿De qué forma justificaría que estaba enterada de lo que pasaba? Cuanto ahora deseaba no haber dejado que mi impulso por saber me jugara en contra, lo mejor hubiese sido mantenerme ignorante de todo esto. ¿Hablar o callar? Sería mi tortura de aquí en adelante.

Un fuerte dolor de cabeza me impedía abrir mis ojos y la claridad no me ayudaba, quise levantarme pero mi cuerpo no quería colaborar en mi ardua tarea por al menos sentarme en la cama. ¡Vino del orto! Que resaca de mierda tengo. ¡Dios! No volveré a ingerir una gota de alcohol. Cuando al fin pude incorporarme logre ver que el reloj en mi mesita de luz marcaba las 7. 10 am. Escuche que empujaban la puerta mi abejorro se acercaba con un especial desayuno donde incluía dos analgésicos que amablemente me entrego para luego dejar dos besos en mi cabeza y darme los buenos días. Ese gesto cariñoso de mi hijo me alivió el alma un poco porque su madre el día anterior me genero una herida difícil de sanar.

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