Sinceridad

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No recuerdo la última vez que dormí tan plácidamente, mi cuerpo estaba relajado, liviano sin dolores, tanto que me olvide porque estaba en aquella habitación de hospital. Mis energías y mis ganas de comerme al mundo una vez más me acompañaban, aspire todo el aire que podía entrar en mis pulmones, mi corazón herido latía constante sin parar su ritmo armonioso al contacto con mí mano. Percibía una leve claridad colarse por la cortina que ocultaba la pequeña ventana y le daba a la habitación una ligera oscuridad. Abrí mis ojos poco a poco y otros me observaban al extremo de la cama, me asuste y cuando iba a pulsar el botón para avisar a la enfermera.

─No tiene por qué hacerlo Profe. Soy Gemma.

─¡Mira si me asustaste! ─ me reincorpore en la cama y comencé a frotar mis parpados para despejarlos. ─¿Podes encender la luz por favor?¿Qué haces allí parada?

─¡Claro! Lo siento no quise alterarla. Quería saber de su salud.

─Te lo agradezco. Estoy bien. ¿Por qué no has vuelto a la universidad?

─Tengo a mi madre muy grave en cuidados intensivos.

─Cuanto lo lamento. ¿Qué te han dicho los médicos?

─Que ya no hay nada más que hacer. Su cáncer está muy avanzado.

─Lo siento mucho. ─A penas termine mi frase escuche el llanto desgarrador y los brazos de aquella chica buscando consuelo en mí. Me conmovió tanto que no hice otra cosa que sostener su delgado cuerpo que se apoyaba en mi pecho. Gemma era una brillante estudiante becada por la universidad dónde yo impartía clases. Desde que la vi sentada en aquella fila tan lejana sentí empatía por ella me recordó mucho mis días en el cole cuándo Gero y yo éramos los bichos de la clase. Algo en su cara y sus gestos se me hacían tan particularmente conocidos que no dude en acercarme y saber más de ella. En pocas semanas me gane su confianza y comenzó a contarme parte de su vida. Gemma vivía con su madre en condiciones muy difíciles, casi a diario eran víctimas de la violencia doméstica de su padre y en más de una ocasión intentaron denunciarlo pero siendo este policía veían a la justicia inalcanzable. Para mi estudiante su madre era su centro, su motivo para superarse y ahora ante la amenaza cierta de perderla no me imaginaba cómo podría enfrentar una tragedia tan grande.

─Perdóneme por irrumpir así de esta manera. Me entere por las enfermeras que usted estaba hospitalizada y que estuvo muy delicada. Que desubicada que soy, venir a angustiarla con mí desgracia. ¿Está todo bien con su salud?

─Tranquila no pasa nada. Ya estoy bien, hoy me darán el alta.

─Me alegra mucho saber que se ha recuperado. Por si no vuelvo a verla quiero agradecerle su apoyo de verdad que no lo olvidare. Profe, es usted un hermoso ser humano esa también es la opinión de mi madre.

─Gracias. Siempre podrás contar conmigo. ¿Por qué dices que no volverás a verme?

─Con la enfermedad de mi vieja no me queda otra que dejar la uni para cuidarla, eso implica que perderé la beca.

─No tenés alguna persona que te ayude.

─Lamentablemente no Profe. Mi mamá es toda mi familia. Con mi padre ya no cuento nos dejó apenas supo de la enfermedad que padece mi madre.

─Entiendo. Si necesitas ayuda económica Gemma, por favor te lo pido no dudes en pedírmela.

─Gracias Profe por ahora eso no será necesario. Me dio gusto saberla bien, por favor cuídese mucho.

─Lo haré Gemma. Vos también cuídate y lamento mucho la situación de tu madre. ─Cuando la chica se despedía de mí con un fuerte abrazo muy necesario para ella, Florencia abría la puerta y entraba a la habitación. Gemma no me dejo presentarla rompió el abrazo de forma brusca aguantando su llanto y salió corriendo.

Nuestra Historia (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora