Capítulo Uno

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La hechicera Triana

Desde la Atalaya del castillo estaba el vigía, un orco dando la alarma que un gran ejército se acercaba.

En la torre del castillo se encontraba la hechicera con sus dos discípulos de confianza, Porter y Leída, quienes un poco temerosos le exclamaban....

---¡Mi señora! Hasta los elfos se han unido a la batalla ¡Creo que debemos huir --- exclama Porter

---Incluso el mismo rey de los elfos los acompaña como cabecilla ---indica Leída

---Nadie huira o pagarán con sus vidas --- les advierte la hechicera
Triana muy segura de sí misma.

---No temo al rey de los  elfos, más bien espero su llegada, tenemos mucho de qué hablar --- les dice Triana a sus discípulos con una mirada desafiante y voz irónica

---Porter y Leída ¿Desconfían de mi poder? ¿Tienen miedo de morir? ---les pregunta Triana, mirándolos fijamente a los ojos.

---No mi señora, la seguiremos hasta la misma muerte --- responden los discípulos con voz temblorosa

La hechicera con sus manos pálidas y uñas largas como pico de pájaros les acaricia el rostro y las entierra en sus mejillas, aunque los dos gimen de dolor lo soportan.

---Hoy con su sangre han firmado su lealtad y serán recompensados --- les dice estas palabras lamiendo sus dedos por donde corre la sangre de ellos. Los dos discípulos solo asientan con la cabeza en señal de aprobación.

Menciona unas palabras mágicas moviendo sus brazos y manos en forma ondulante, señalando a sus discípulos.

---Desde hoy los he dotado de vida y juventud eterna, serán mis seguidores por siempre y hoy les encargo una misión importante - -- se acerca a ellos y susurrándoles al oído les cuenta su plan secreto.

Afuera del castillo se escucha los gritos de batalla.
Empiezan a golpear las puertas de la fortaleza con grandes troncos traídos de los bosques de los elfos.

Desde el interior del castillo, los ogros, orcos y demás criaturas, lanzaban enormes piedras con sus catapultas llenas de azufre caliente y flechas envenenadas para terminar con la vida de los invasores.

Los humanos se protegían con sus escudos bendecidos por las hadas. Los elfos que eran grandes arqueros lanzaban sus flechas certeras en el objetivo. A derribar las puertas el rey  de los elfos Amedai  entra primero, guiando a su corcel a la entrada de la torre, a lado  de él se encuentra su hija Nadia que aparte de hermosa es una gran guerrera.

Los dos dejaron atrás la batalla para enfrentarse personalmente a la hechicera y a sus fieles discípulos.

Al ir subiendo las grandes escalinatas del castillo, sorpresivamente en el camino se les presenta Porter y Leída atacándolos con sus poderes mágicos otorgados por Triana.

Pero el rey Amedai y su hija venían preparados e hicierón una barrera de protección y todo ataque que recibían era devuelto con la misma fuerza e intensidad.

Porter y Leída al ver que no funcionaba sus ataques, huyeron dejando atrás la ilusión de un dragón negro alado  que atacaba al rey de los elfos y a su hija con bocanadas de fuego.

Al percatarse de la ilusión el rey Amedai lanza su espada en el corazón del dragón y este desaparece al instante, ayuda a su hija a incorporárse y juntos  continúan la travesía.

Al llegar a la torre donde se encontraba la hechicera, dan un fuerte golpe a la puerta y esta se abre, entran muy alertas a lo que pueden encontrar y ven a Triana tranquila esbozando una sonrisa en los labios

---¡Padre y querida hermana!.Sean bienvenidos a mi hogar ---les habla con la mirada desafiante y cínica.

Uriel y  el  Medallón de la  OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora