—El desayuno del Rey y del señor Enkidu ya están listos pequeña Arturia —mis tontos pensamientos amorosos se vieron interrumpidos por la voz de Medea Caster.—¿Eh? —mire la charolas en sus manos —ah si claro, lo siento estaba distraída —tome las charolas y las coloque en la gran mesa de la cocina para poder taparlas.
—¿Estas bien Arturia? —me pregunto preocupada —no espera, ya lo entiendo —su mirada cambio a una de complicidad y una sonrisa surco sus labios, más grande que la que conocía —ayer conociste a tu prometido ¿verdad? De seguro te dejó cautivada y por eso andas en las nubes.
—No, por supuesto que no —y retrocedí con algo de incomodidad y rubor en mi cara —Medea estoy trabajando y no tengo tiempo de pensar en esas absurdas cosas —intente salir de esa incómoda charla, pero las malditas tapas de las bandejas no las encontraba, Madea camino detrás de mí.
—Vamos Arturia, cuéntame un poquito de él —me suplico a espaldas mías —¿cómo era él? ¿Es joven y apuesto? ¿Cuál es su oficio?
—De acuerdo —dí media vuelta para encararla —sí es un hombre apuesto, es joven pero un poco más grande que yo y trabajá como Comandante en el ejército del Rey, eso es todo —concluí de forma rápida y breve —ahora por favor dame las tapas de las charolas.
—Vaya, ya ves no era tan difícil —me dijo alegre, después dio media vuelta y de un estante alto, bajo las dos tapas de oro que cubrían la comida —ahora ve rápido a dejar los desayunos, el Rey se pone de mal genio si no come —dímelo a mí, pensé con cansancio.
Salí de la enorme cocina, con cada bandeja en una de mis manos y con algo de prisa hacia los aposentos de mi Rey. Casi todos los días Gilgamesh y Enkidu comían en la habitación del rubio, otras pocas veces comían en el comedor principal, pero solo era cuando tenían visitas importantes. Subí las interminables escaleras, y cuando estuve lo suficientemente cerca de la habitación real, escuche una pelea entre los dos. No sabía bien que hacer, las dos manos las tenía ocupadas y no podía interferir golpeando la puerta, podía solo empujar la puerta y ver que pasaba, pero cuando lo quise hacer escuche algo que llamó mi atención.
—¡Basta ya Enkidu, aun falta mucho para todo eso! —no gritaban, pero sus voces se escuchaban algo altas.
—¡¿Mucho?! —y se escucho un pequeño silencio —¡Ya tienes casi los veinte años Gilgamesh y el pueblo quiere ver un heredó ya!
Mi sangre se congeló y mis manos temblaron, tuve que respirar para controlarme y no dejar caer la comida. Que el pueblo exigiera un heredero conllevaba a pedir una reina, lo que significaba que él tendría que casarse, mi peor pesadilla se estaba haciendo realidad.
—¡Compermiso mi Rey! —hable fuerte y empuje las grandes puertas con mi cuerpo.
Al entrar él fijó su visita sobre mí, pero yo desvíe la mía, no quería hacerme más daño de lo que ya lo hacía, debía dejar de ilusionarme, dejar de crear más falsas esperanzas y cuentos de amor en mi cabeza que no servían de nada. Deje las charolas en la gran mesa que tenía el rey aún costado de la ventana donde se observaba el reino.
—Gracias —dijo Enkidu de mala gana y se acercó a la comida.
—Con permiso —hice una reverencia de respeto y salí a pasos apresurados de la habitación.
—¡Pequeña Saber! —Gilgamesh habló a mis espaldas, pero no me detuve —Arturia espera —y sujeto mi hombro para después darme la vuelta de un jalón —necesito hablar contigo, ¿por qué no me escuchas?
—Gilgamesh, estoy muy ocupada hoy y quiero terminar lo más rápido posible, en la noche vendrán por mí y necesito terminar —hable fuerte y decidida, lo mejor era terminar todo esto.
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Di Que, 'Me Perteneces' (Saber/Arturia&Gilgamesh +18)
FanfictionDi que eres mía, di que me pertenecé cada fibra de tu ser, dime que tu cuerpo solo será para deleite mío, tu alma ya esta corrompida por mí, tu cuerpo ya a sido profonado por el mio incontables veces... Y aún así, no puedes decir que me perteneces...