El rojo de sus ojos me atrapó y sentí mi cuerpo muy débil, había caído ante él y lo peor era, que no me arrepentía de nada.
Mi interior se estremeció al sentir como él me llenaba por completo, como su miembro encajaba en mí y como mi cuerpo se llenaba de gozo al estar a su lado. Él separó su cuerpo del mío, un vacío se apoderó de mis entrañas y tuve ganas de gritarle que no se alejara, pero sus finos labios mostraron una hermosa y arrogante sonrisa y no replique nada. Se introdujo de nuevo en el agua cristalina y me ayudó a mí a hacer lo mismo, mi cuerpo se relajo al instante y una calma lleno mi pecho al estar juntos.
—Adoro estar así a tú lado —me confeso y no pude hacer otra cosa, más que aferrarme más a su cintura y encogerme en su musculoso pecho.
—Yo también —me anime a decirle.
Eran de esos momentos en los que no importaban los demás, si el mundo giraba o se detenía, si estaba comprometida o él ya tenía que buscar esposa. Por un mísero instante, nada de eso importó.
Porque yo estaba junto a él y él junto a mí.
—¿Cómo te sientes? —me pregunto él. Pero no podía decirle que casi me desgarrada y que sentía mis piernas doler como si hubiera corrido kilómetros.
—Estoy bien —mentí para no preocuparle —nada que esta agua no cure.
Unos fuertes rugidos interrumpieron nuestro momento, aquella burbuja de romanticismo explotó cuando Aslan llegó al filo del agua y rugió con demasiada fuerza.
—Enkidu te envió, ¿no es así amigo? —Gilgamesh me soltó por un instante para acercarse a su fiel león y acariciarlo.
—¿El señor Enkidu lo envió? —no había entendido esa parte.
—Así es Arturia, Enkidu puede comunicarse con los animales y con el bosque —¡vaya! yo no sabía eso de él y tampoco éramos cercanos como para preguntarle —debió enviar a Aslan a buscarme, aveces puede ser muy sobre protector.
—Creo que te quiere tener bien vigilado —le dije con burla y reí de él —parecé más tu mami que tu amigo.
—Claro que no —protestó él y se hizo el ofendido —bueno, tal vez solo un poco.
Y entonces sonreí abiertamente, como solo lo hacía con él, ampliando mis labios y mostrando un poco de mis dientes, solo él tenía el privilegio de verme tan feliz. ¿Y cómo no estarlo? Acababamos de hacer el amor y me sentía realmente satisfecha con su presencia.
—¿No crees que deberíamos irnos? —pregunte mirando a nuestro alrededor —tal vez mami Enkidu este cerca —y volví a molestarlo con eso.
—Tú mereces un castigo por burlarte de tu rey —y dejó a Aslan a un lado para brincar encima de mí.
Me lleno de besos la cara y acarició mi cuerpo, produciendo placer, en algunas ocasiones cosquillas y por consecuencia empece a reírme y casi ahogarme. Tosi con fuerza y él paro de hacerme reír. Lo mire de mala manera, fulminándolo con los ojos, sin embargó él solo empezó a carcajearse muy fuerte. Y de un momento a otro, ya me tenía de nuevo entre sus brazos, sonreía con superioridad y tomó mi barbilla. Sus labios chocaron contra los míos, sus besos eran como él, fuertes, demandantes y sublimes, me robaban el aliento y me llevaban a lo más alto.
—Así que aquí estabas —una voz se escucho a las espaldas del rey, me aleje de él asustada, al verme encontrado en tan comprometedora posición.
—Maldita sea Enkidu —dio media vuelta para encarar a su mejor amigo —siempre llegas en el mejor momento.
Me encogí a espaldas de Gilgamesh, cubriendo mi cuerpo con su ancha espalda. Era cierto, el señor Enkidu, siempre llegaba en el mejor momento, aunque internamente le agradecía no haber llegado 10 minutos antes, porque nos hubiera encontrado en otra posición y no hubiera podido aguantar la vergüenza. Senti la frívola mirada del hombre peliverde sobre mí y esta vez no podía devolvérsela, no cuando estaba desnuda y había estado entre los brazos de su amigo.
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Di Que, 'Me Perteneces' (Saber/Arturia&Gilgamesh +18)
FanfictionDi que eres mía, di que me pertenecé cada fibra de tu ser, dime que tu cuerpo solo será para deleite mío, tu alma ya esta corrompida por mí, tu cuerpo ya a sido profonado por el mio incontables veces... Y aún así, no puedes decir que me perteneces...