Capítulo Quince

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Física fue abriendo lentamente sus ojos, sintiendo un tremendo dolor en su cuerpo, sobre todo en su cuello y desde su cadera hacía abajo. Suspiró con dolor, ni siquiera podía moverse o respirar sin sentir dolor, a su mente volvió la situación en la que había quedado su persona amada, mordiéndose los labios dando leves sollozos, lo extrañaba, le dolía bastante.

-Gold...-Susurró, deseando que su primo estuviese bien, abrazando su pecho con cuidado, al menos, su corazón seguía latiendo, esperaba que su amado estuviese bien, terminaría suicidándose si se enteraba que Gold Jr había muerto.

-¿Estas despierto, niño?-Preguntó Henrick, entrando en su habitación, alzando una ceja al ver los movimientos de las mantas de la cama, cerró la puerta lentamente, acercándose.

-B-Buenos... días...-Respondió, temblando e intentando sentarse.

A cambio de aquello, recibió un fuerte azote, pues su mejilla con el cinturón del mayor, dejando un corte por aquella acción. Soltó un pequeño grito, cubriéndose el rostro con rapidez, temblando.

-¡No te di permiso de moverte, estúpido!-Le reprochó el rubio mayor, gruñendo y volviendo a ponerse encima del menor, sujetando sus manos.

-¡L-Lo siento, pero por favor ya pare de hacer esto, no me gusta, duele!-Chilló el menor, dando sollozos.

-¡NO esta permitido balbucear, eso es de débiles!-Volvió a regañar al menor, sujetando sus manos para luego tomarlo del cuello.

Amenazaba con comenzar a apretar, pero escuchó unos cuantos golpes en la puerta, además de la voz de Gloria al otro lado de la puerta, bufó, soltando al menor cubriéndole la boca. Respondió a la pregunta de la morena y luego se levantó, tomando del brazo a Física, haciéndolo levantarse para ir al baño de su habitación.

-Más te vale que te limpies y no digas nada de lo que hacemos, o te juro que te mataré.

El menor asintió con miedo, temblando y limpiándose las mejillas rápidamente, queriendo demostrar que podía seguir las reglas de la casa del mayor. Era lo que les había prometido a sus padres desde que se enteró de lo que iba a sucederle.

Y él nunca fallaba a sus palabras, quería cumplirles. Aunque eso estaba significando, abandonar lo que él estaba haciendo, abandonar... su verdadero YO.

Henrick bajó con cuidado y tranquilidad hacía donde estaba Gloria, sonriendo al verla en aquel vestido rojizo que dejaba al descubierto sus hombros. La tomó de los hombros, sonriendo levemente.

-Sabía que te quedaría muy bien...-Susurró, mirando el reflejo en el espejo.

-Yo... No estoy muy... segura de querer hacer esto señor...-Musitó, tomando sus propias manos, agachando la cabeza.

El mayor gruñó ante eso, recordándole que ya no tenía opción pues había firmado un contrato, y tal y como había prometido, le diría la información acerca de su padre luego de su boda con Física. Y este, estaba bajando las escaleras cuando escuchó lo del compromiso, quedándose a medio escalón de bajar, no...

-¡F-Física!

Fue lo primero que gritó Gold Jr al abrir sus ojos, seguido de toser con fuerza, temblando y cayendo de nuevo en la camilla, mirando el techo. Fred y Gold se acercaron  para ver a su hijo.

-Jr... Tu abuelo se lo llevó...-Susurró el albino, tomando la mano de su hijo.

-Lo sentimos, no pudimos hacer nada para detenerlo...-Musitó el azabache, apoyando su cabeza en el hombro de su esposo. Cerrando sus ojos, al menos, su hijo había despertado.

-N-No importa...-Susurró el menor, sentándose lentamente con cuidado.

-¿Como te sientes?-Preguntó el albino, ayudando a su hijo, se había prometido a si mismo y a todos ser mucho más abierto, para no perder a nadie.

-Estoy mejor papá, tranquilo...-Respondió el menor, quien al igual que su padre, estaba buscando ser mucho más expresivo.

Fred sonrió al verlos, sin dudas era bastante más feliz, ahora que su familia se veía más unida y cariñosa, sin dudas debía de agradecerles, estaba mucho más tranquilo y eso su familia lo podía notar con facilidad.

-Por cierto, hay alguien que quiere verte-Interrumpió Fred, levantándose para ir hacía la puerta, al abrir dejó ver a un apuesto hombre de cabellos azabaches y unos claros ojos azules.

-¿A-Abuelo...?-Preguntó Gold Jr, impactado con la persona que estaba allí.

-¡Goldsito Jr!-Exclamó Frank, riendo y corriendo para ir a abrazar a su nieto, riendo felizmente.

Había llegado de un viaje, y al enterarse de que su sobrino estaba en el hospital, no dudó en dejar sus cosas en casa y correr para ir a verlo. Adoraba a Fred y pese a que aún estaba algo inseguro de que se casase con el albino, admitía que era un buen chico y no tenía nada en lo que meterse allí, no era su vida ni su cuerpo, ellos podían hacer lo que quisieran hacer.

-¡Te extrañe!-Gritó riendo de manera leve el pequeño chico de cabellos grises, dejándose mimar por su abuelo, desde siempre Frank había sido de los pocos que lograban hacer reír y sonreír al menor, siendo el primero de estos, Física...

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora