La rubia se encogió en la bañera abrazando sus piernas. Los nervios, las dudas y la frustración oprimían sus pensamientos.
La emisora de canciones antiguas que sintonizó empezó a emitir Cuerpo sin alma.
La culpa ganó terreno y apoyó la cabeza en sus rodillas.
Las recuerdos de la secundaria empezaron a volver con mayor nitidez y fluidez.
Maldito el día en que todos decidieron jugar Verdad o Reto en el salón cuando la miss Boustier faltó a clases.
Recordó que Kim le preguntó a Nathaniel si era virgen o no.
El pelirrojo asintió con las mejillas más rojas que su cabello.
A la rubia le dio igual, aunque ella ya no lo fuera. Se lo esperaba de alguien como él. Tenía 16 años recién, bueno, ella tenía 17. Nathaniel era menor que todos por cumplir años en diciembre.
Chlóe escudriñó el gesto de malicia y picardía en los ojos de la italiana que poco le agradaba, pero lo dejó pasar. El juego culminó sin nada raro que resaltar.
Al llegar la hora de salida, Lila Rossi la interceptó en la puerta.
—Te tengo una apuesta, rubia, allí veremos quién de ambas es mejor —le dijo. La hubiera ignorado de no ser por el desafío y reto que imprimían sus palabras. La provocación teñía sus vocablos y todos eran conscientes de la rivalidad que existía entre esas dos.
De modo que la escuchó. Su propuesta le puso los vellos de punta. La italiana vio la duda en sus facciones.
—¿Qué, te chupas, Chlóe? ¿Me tienes miedo o te importa ese dibujante de quinta? —la presionó. Una Bourgeois jamás se negaba a un reto.
La verdad era que le importaba poco el tomate, sólo que consideraba esa proposición algo nefasto para ella.
—Ay, la rubia teñida teme perder...
—Vale, acepto. Me darás ese vestido sí o sí, pinnocha —dijo dejándose guiar por el orgullo.
—Muy bien, rubia, veamos quién logra desvirgar primero al pelirrojo. ¿No está tan mal, verdad? —alegó la italiana con mofa, haciendo que Chlóe analizara el lío en que se había metido.
Y así pasó. Se dio cuenta que Nathaniel no se acostaría con nadie que no amase. Lila le sacaba la lengua cada que el pelirrojo reía a su lado. Ella no había podido hablarle siquiera de manera amable. Admiró el talento de la italiana para fingir cordialidad con el tomate. No iba a perder, su orgullo Bourgeois estaba en juego, de manera que lo llevó al siguiente nivel, el nivel que lo jodió todo: enamoraría al pelirrojo.
Le fue difícil conseguirlo, sobre todo porque ella no fingía, era mala, bulleadora, orgullosa y no lo ocultaba. Kurtzberg le interesaba poco, pero un reto era un reto.
Sin embargo, mientras más se acercaba a él, más lo admiraba. El pelirrojo empezó perdonándola por todo lo que ella le había hecho. Sentir el abrazo del muchacho por primera vez fue reconfortante.
Mas Lila Rossi le recordaba cada que podía que la apuesta seguía en pie. Sabrina le rogaba que dejara aquella tontería, que se quedara con la desinteresada amistad que le brindaba Nathaniel, pero su orgullo era más fuerte.
Y se odiaba por eso. Odiaba la chiquilla que había sido. Odiaba recordarse a sí misma en la secundaria.
El pelirrojo cayó ante los encantos y dulces acciones de la rubia. Se enamoró de ella y recordaba muy bien la manera tímida en la que le pidió, por favor, que fuera su novia.
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Mi ruidoso vecino
FanfictionUn atentado contra su padre y por ende a ella, la llevaron a esconderse en uno de los suburbios más comunes para la reina de París. A regañadientes estaba adaptándose a ese lugarejo, pero un nuevo vecino llega a reventarle los tímpanos, haciendo que...