Capítulo 19

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Se enrolló en la toalla celeste al salir cuidando de no rozar los pequeñísimos pero abundantes cortes en sus brazos.

Avanzó hasta la habitación de Luka y sonrió al escuchar al moreno tararear en la cocina mientras preparaba el desayuno. Olía delicioso.

Suspiró quejumbrosa al tomar el gel cicatrizante para aplicárselo, aparte de la horrible marca en el vientre, en sus hombros.

No quería ser superficial, de verdad ya no quería serlo. Se había propuesto hace mucho a ser una mejor persona, pero a veces los estereotipos inculcados desde la infancia eran difíciles de superar.

La belleza está asociada con la perfección. Solía decirle su madre.

¡Las cicatrices te hacen horrible, niña estúpida, la piel siempre debe ser perfecta! Le había gritado Audrey a una Chlóe de 5 años luego de haber jugado en el jardín y haber obtenido raspones en las rodillas y mejillas.

Deja a ese asqueroso animal, Cleotilde, te dejará horribles marcas en los brazos. Y otro más cuando acarició y cargó a un gatito callejero.

Untó gentilmente la crema sobre su piel y apretó la mandíbula furiosa consigo misma.

Ella no iba ser como su madre. Jamás. Nunca sería tan mala mujer como ella.

Frustrada, se dió cuenta que una lágrima rebelde había resbalado por su mejilla y se la limpió con brusquedad.

Ya no lloraría más por la madre que nunca tuvo, por esa que prefirió su trabajo que su familia, por la que fue en busca de un hombre más joven, aquella que dejó grandes heridas en el alma de una niña sin necesidad de golpearla.

Ella fue feliz con su padre, el único hombre que le demostró ser un príncipe azul para aquella princesita rubia que creía en los cuentos de Disney. No necesitó más y no necesitará más amor fraternal que el de su progenitor.

La música en la sala la hizo mirar hacia la puerta y sonrió al escuchar a Luka cantar a todo pulmón.

Debía agregar ese amor -por él- a las cosas que le bastarían para estar plenamente satisfecha.

Ahora estaba segura de lo que sentía. Ese hombre le había demostrado estar para ella en las buenas y las malas.

¿Estaba mal sentir amar a alguien en 6 meses?

Le daba igual, pero eso sí, aún no se lo diría. Esperaba que él lo infiriera entre sus besos y caricias.

El sonido de la puerta abriéndose la hizo crispar y se tapó por completo con una sábana.

Luka entró sonriendo y bailando al ritmo de Youngblood.

-Qué pudor el de la señorita al cubrirse frente a mí -bromeó sacándose la camiseta manchada de huevo y harina. Chlóe admiró su torso desnudo y se reprendió por sus propias inseguridades-. ¿Hacemos un trato? Yo prometo pasearme por la casa sin camiseta para que puedas detallarme a tu gusto si tú prometes hacer lo mismo -ofreció pícaro caminado hacia ella.

La fémina agarró con más fervor la sábana que tapaba todas sus cicatrices mientras trataba de luchar consigo misma.

Suelta la maldita sábana, mujer, él no te va a mirar con asco, sabes que no lo hará.

<<Eso no lo sabes. Ya no eres perfecta. La primera vez que lo hicieron era de noche y la habitación estaba oscura, pero ahora la luz mañanera expondrá cada defecto tuyo. Eres horrible con todas esas marcas...>>

Es increíble que la peor y más difícil batalla es la que lidias contigo mismo, luchando por lo que quieres creer y lo que crees. La autoestima es una cruel villana cuando le das oportunidad de atacar.

Mi ruidoso vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora