Capítulo DIECISIETE

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ÁNGELA


Minerva se empezó a reír, con esa risa contagiosa que generalmente hacía que vos también terminaras tentada. Pero ésta no fue la ocasión.

─¿En serio te parece gracioso? ─le pregunté elevando mi tono de voz─ ¡casi me matas de un susto pelotuda! ─agarré un almohadón y se lo revolee por la cabeza, mientras ella no paraba de reírse

─¡Mírense las caras!, y vos, ¡mudo te quedaste! ─le dijo a Agustín y él la miro con una expresión de odio, igual nada podía decir ya que era el que más solía gastar bromas a los demás 

─Ay por dios, te voy a matar, te la voy a devolver ─con tono de promesa, y recién ahí logré que comience a calmar su risa

─Realmente ya estaba pensando qué íbamos a decir ─por fin habló Agustín─ porque nos hablaron de eso al principio, o sea entre otras cosas, nos pidieron que si pasaban cosas personales así, lo habláramos

─Ay ¿pero se piensan que eso lo respeta alguien? ─dijo Mine revolviendo en su bolso, algo había venido a buscar

─No sé, pero deberían ─respondió él y Mine lo miró como diciéndole que él mismo no lo estaba haciendo─ aunque a veces es mejor no decir nada ─se contradijo y me hizo reír─ pero si se enteran que lo ocultamos ¿dónde nos metemos? todo eso pensé en un microsegundo, creo que me superaste en todas las jodas del año ─ambas lo miramos con expresión de que eso es imposible, y finalmente nos reímos los tres, relajados porque solo había sido un mal chiste

El día transcurrió sin mayores complicaciones que tener que repetir cinco veces una escena porque Agustín no paraba de reírse. Cuando por fin llegué a mi casa me tiré en la cama "a descansar un rato" y como siempre, me quedé dormida. Me desperté a las 20 pasadas. Lo primero que hice fue agarrar mi celular. 

siiiii dale, bancame que me baño y cambio rápido

Le respondí a mi mejor amigo al leer que me invitaba a comer. Era una gran idea para no pensar tanto en con quién estaba comiendo ÉL, pensé y me levanté rápidamente. 

A los 10 minutos de terminarme de preparar sonó el timbre. Fuimos a un bar muy lindo de Palermo, que solía ser muy tranquilo y discreto.

─¿Me querés contar? ─preguntó Juan al verme un poco distraída

─¿Qué? ─le pregunté mientras llamaba al mozo para pedir otra pinta

─Con Agustín ¿todo bien? ─lo fulminé con la mirada por haber dicho eso en un tono de voz que cualquiera podría escucharlo, cuando justo se acercó el mozo

─¿Una más? ─le dije y él asintió con la cabeza─ ¿como me vas a preguntar eso en voz alta? ─murmuré con tono de enojada y él revoleó los ojos─ después de la joda que nos hizo hoy Mine... ─le conté rápidamente y se rió disfrutándolo─ bueno y sobre tu pregunta, todo super bien ─sonreí embobada─ pero si me preguntas por como estoy ahora... es porque en este momento está comiendo con la maquilladora ─revoleó los ojos nuevamente, ya nadie me aguantaba hablando de ella─ igual me dijo que cuando termina viene para casa

─Ah, ¿o sea que me abandonas? ─se cruzó de brazos─ con Pepo no pasaba ésto tan seguido

─¿Qué decis tarado? ─me reí porque amaba verlo celoso─ encima nos vamos el sábado y volvemos el lunes a la noche ─le guiñé el ojo pícaramente

─Aaaaaaaah bueno, ¿no se quieren ir a vivir juntos también? ─lo miré con una expresión de que podría ser, cuando llegó mi segunda pinta

Empezamos a charlar un poco de su vida, y ésta vez fui yo la que lo llené de preguntas y algunas escenas de celos. Hasta que pasadas las 22 me llega un mensaje que se llevó toda mi atención.

Tratando de encontrarte | ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora