Capítulo 3

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El Toyota Prius se detuvo frente a un gran edificio de ladrillos rojos en Beacon Hill. Maura apagó el auto, sintiendo la brisa del aire acondicionado extinguirse, miró a su amiga, que de nuevo se había quedado dormida y sonrió inconsciente al verla tan tranquila.

— ¿Jane? Hemos llegado — Habló la forense con un tono tranquilo y tierno para evitar asustarla de nuevo. Jane abrió los ojos y se estiró en su asiento, para luego sonreírle a Maura. Su alegría solo le duró unos segundos, porque al mirar bien su entorno, sus ojos se percataron de la presencia de un auto familiar frente a ellas.

— No, no, no... — Repitió varias veces con angustia y desesperación. — No, Maura... No, eso no. — Sus cejas se juntaron y sus ojos solo transmitían una mezcla de miedo y disgusto — No, no, no ¿Qué hace aquí? ¡Debía estar en casa de su prima Teresa!

— No tenía ni idea de que regresó — El asombro fingido de Maura le hizo saber a Jane que no era verdad — De todas formas ella vive aquí, no veo qué es lo extraño — El intento de mentir le habría funcionado, de no ser porque su respiración se volvía cada vez más pesada inconscientemente al tiempo que su cuello y brazos adquirían un tono rojizo

— Te está saliendo urticaria, cariño. — Señaló la morena con molestia en el rostro. Maura se llevó ambas manos al cuello cubriendo el sarpullido que debía tener y golpeándose mentalmente, en momentos como este era cuando deseaba poder mentir mejor, en cambio, su cuerpo se cubría de manchas rojas cada vez que intentaba hacerlo. Quiso mentir de nuevo, porque sabía que podía tener problemas con su mejor amiga, pero la urticaria no la dejó.

— Perdón, Jane. Pero tu madre me habló por la tarde y... — La rubia se encogió de hombros y comenzó a jugar con sus manos. Ni siquiera sabía qué había pasado, la madre de su amiga era tan buena, en lo que sea que hiciera, que siempre se salía con la suya — Simplemente le dije que debía hacer lo que considere necesario para proteger a sus hijos. ¡No sabía que acortaría sus vacaciones! — Terminó de hablar . Jane puso los ojos en blanco y salió del auto. Sabía que Maura no se tenía la culpa, su madre era experta en salirse con la suya. Solo escuchaba lo que le convenía.

— Vamos, yo me encargo de esto.

Cuando entraron a la casa fueron recibidas por una Jo Friday muy entusiasmada. Jane la levantó del suelo y caminó con ella hasta encontrarse con algo que le hizo perder la paciencia. No solo su madre estaba en la casa, también su hermano pequeño, Frankie. Miraba la repetición de un partido de béisbol, cuando uno de los jugadores dejó caer la pelota de su guante en un out que tenía asegurado, el chico se levantó exaltado y arrojó un puñado de frituras al suelo, ajeno a las mujeres detrás de él. El rostro de Maura se deformó en una mueca de disgusto ante tal acto pero lo ignoró, Jane sabía lo importante que era para Maura tener su casa en completo orden, y se podía mirar apenas entrando a ella.

— ¿Qué hacen aquí? — Preguntó con dureza en su voz. Ambos, madre e hijo dieron un respingo. La mujer caminó hacia su hija con una sonrisa en la boca y Frankie, en un acto cauteloso, prefirió levantar las frituras que había arrojado segundos atrás. No se arriesgaría a terminar regañado por Jane, no frente Maura Isles.

— Maura dijo que nos extrañaban, queremos pasar tiempo contigo, Janie — Habló la madre con ternura, fundiendo a su hija en un abrazo demasiado fuerte para el gusto de la detective, que solo intentaba librarse de este mientras ponía los ojos en blanco. Cuando por fin logró su objetivo, Jane miró a su hermano con molestia en su rostro. Su mirada era tan clara que ni siquiera hicieron falta palabras.

— Yo solo estoy aquí porque me obligan. — El nerviosismo claramente audible, adornó sus palabras con un encogimiento de hombros, sabiendo que podría meterse en problemas con su hermana, sin saber quién era peor, Ángela Rizzoli o Jane Rizzoli. Jane estiró su mano interrogante hacia su hermano y miró a su madre para obtener una explicación.

Déjame Amarte «Rizzoli & Isles»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora