CAPÍTULO 28. Una noche más

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Una noche más, de nuevo todos los compañeros se reunieron para determinar los horarios a repartir. Los turnos de madrugada seguían siendo con los mismos compañeros, además de poca variación en las horas nocturnas.

-Bien chicos. Anoche hicimos todos un gran trabajo, pero recordad no bajar la guardia. Ahora más que nunca es cuando debemos estar en alerta.

Y diciendo aquello, Cristine zanjó el tema y se dirigió hacia una de las galerías internas de la cueva donde poder descansar hasta llegado su momento.

-Toma, coge un poco- dijo Rem ofreciéndole un poco de pan a Emma.- Esta noche nos toca el segundo turno, debemos coger fuerzas

-Gracias- respondió aceptando su pedacito mientras esbozaba una dulce sonrisa.- A propósito, me alegra verte más enérgico. Veo que anoche hizo efecto la lluvia.

-¡Shhh!. No digas nada delante de los demás o nos descubrirán- Rem lanzó su mano directamente sobre la boca de su compañera para evitar que ésta pronunciase alguna palabra más, pero el tacto de la palma de su mano rozando los cálidos labios de la joven lo hizo enmudecer y retirarla rápido.- Gracias- fue lo único que logró decir.

En vista de la situación; Emma decidió sacar provecho e intentar hablar con él, como solían hacer en los viejos tiempos. Necesitaba desahogarse, contar con su apoyo y sentir que seguía existiendo esa relación entre ambos.

-Oye Rem...

-Tengo que irme- finalizó tangente sin dar explicaciones.

Estaba claro que no sería tan fácil volver a acceder hasta él. Acceder de nuevo a su corazón y recuperar la confianza perdida.
Así que, sabiendo que aquella noche no había esperanza alguna de hablar con él, se recostó de un lado y cerró los ojos en un intento vano de dormir.

No era la primera vez que Emma tenía pesadillas desde que firmó aquel contrato con Fitzgerald. Bien es cierto que han pasado nueve años desde aquello y debería estar acostumbrada. Pero estaba claro que para ella no era tan fácil.

Algunas noches en las que no podía descansar bien, el mismo sueño se le aparecía en bucle repitiéndose una y otra vez.

Primero, aparecía en escena la boda entre Jake y Olivia. Ambos, felizmente casados se tomaban de la mano y pronunciaban los votos del matrimonio frente a la infeliz y desdichada Emma. A continuación, soñaba con su noche de bodas. Cómo los dos estaban juntos, disfrutando, todo de nuevo frente a ella. Una voz a lo lejos que le repetía constantemente: Emma, nunca te quise. Te engañé, qué ilusa eres. Era la voz de Jake, quien le recriminaba todo aquello a modo de susurro.

Una vez superada la primera escena, sucedía la siguiente.

Se veía sentada a ella misma en una silla de un lujoso comedor. Lo identificaba inmediatamente como una de las habitaciones de la mansión Strauss. Frente a ella, el dichoso papelito que firmó renunciando a todo para formar parte de la familia de Fitzgerald y convertirse en una de sus aliadas.

-Nos has abandonado, nos has traicionado- decía la voz de su hermano pequeño Marcus.

-Quién sabe que ha sido de nosotros. Puede que ahora estemos muertos, aunque eso a ti no te importa. ¿Cierto, hija?- añadía su madre quien aparecía a lo lejos.

-Tu pobre abuela se sentiría muy defraudada contigo. Eras una buena Aclaryel, y ahora mírate. Eres repugnante. ¡Traidora!- concluía su padre.

-¡Traidora, traidora, mentirosa!.

Un sin fín de críticas, gritos, voces en su cabeza que le recriminaban una y otra vez.

De repente; se oscurecía todo, quedando ella sola en el centro de una habitación negra sin ninguna luz que la iluminase. Sentía miedo, frío, tristeza. Una terrible sensación se apoderaba de ella hasta que recibía duros puñetazos directos en el abdomen.

Cada golpe, venía de alguien distinto. Primero los recibía de Alice Cooper, a continuación de su mejor amigo Curtis, pasando por Sullivan, Lucy... y una larga lista de personas que la pateaban hasta tirarla contra el suelo destrozándola.

-¡Basta!, ¡por favor os lo suplico basta!- lloraba desconsolada sin cesar, apenas tenía fuerzas para gritar- ¡Socorro, ayudadme!.

Una figura, de vislumbraba entre la oscuridad en forma de luz.

Era Rem, quien desde la distancia la miraba con desprecio y absoluto desinterés.

-¡REM!- gritaba con fuerza en sus sueños, ¡REM POR FAVOR!.

Pero él no escuchaba, no quería atender a sus súplicas y decidió dar media vuelta para no volver.

-¡REM NO, VUELVE!, ¡¡¡REM!!!- gritaba hasta quedarse afónica.

Hasta que, una mano la agarró fuertemente del hombro y zarandeándola, logró despertarla de la terrible pesadilla. Allí estaba, él.

Elementos II : La guerra de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora