CAPÍTULO 5. Es distinto

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Lorens y Emma despertaron bajo la iluminación de la cálida luz de la mañana. Habían caído en la seca tierra de Kendratán. Cómo no. A pesar de la cantidad de veces que lo había utilizado, nunca caía de pie. Típico de ella. ¿Cómo lo harían los demás?.

Una vez se incorporaron y se sacudieron los ropajes, visualizaron una enorme valla metálica frente a ellos donde colgaba un cartel en el que se leía lo siguiente: "A partir de aquí el renovado mundo. Gracias".

Esto desconcertó un poco a ambos. ¿Renovado?. ¿Qué es lo que habían echo?. Aún así se aproximaron hacia delante para poder cruzar hacia su interior cuando desde unos altavoces una voz femenina exclamó: "¡Bienvenidos al nuevo Kendratán!. ¡Sí desean una guía turística para su adecuada visita, presionen el botón rojo de su izquierda!".

Del suelo se abrió una especie de compartimento del cuál ascendía un pequeño mostrador que contenía el pulsador rojo. Emma alargó su mano y lo pulsó con cierto recelo. De repente, una joven mujer de cabellos rojos se aproximó hasta ellos. Iba debidamente arreglada con un uniforme de color azul celeste en cuya chaqueta colgaba una etiqueta con un número.

-¡Buenos días!. ¡Sean bienvenidos mis queridos invitados!. Soy vuestra guía: 21406. ¿En qué puedo ayudaros?.

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó la joven curiosa.

-No se nos permite tener un nombre en este planeta a los trabajadores. Normas de la empresa. Nos catalogan y así la distribución de tareas es más sencilla. ¿Desean que comencemos?.

Lorens miró un poco desconfiado hacia Emma. ¿Catalogar?. Hasta a él mismo no le gustó nada aquello.

-Bien. ¿Qué les parece si les muestro las renovadas instalaciones?. Este planeta ha cambiado muchísimo desde el nuevo sistema político que implantó Fitzgerald. Se ha multiplicado su desarrollo industrial, se ha logrado crear excelentes viviendas para los habitantes Aclaryels de manera que así no haya una sobrepoblación humana en el planeta tierra, el gran impulso de la educación de campamentos y escuelas para todos ellos...

Por cada paso que avanzaba, no era capaz de reconocer absolutamente el lugar en el que se encontraba. ¿Qué había sido del antiguo Kendratán?. Ahora era como una versión mejorada de Nueva York. Una combinación de lo moderno y lo tecnológico con la magia de los elementos. Elevados edificios deslumbrantes de miles de metros de altura, coches de gama alta circulando por las enormes y anchas avenidas de una ciudad. Grandes paneles de videos musicales. ¿Dónde estaba exactamente?.

¿Y el bosque?, ¿la vegetación?. ¿Los lagos, manantiales, ríos, el mar?. ¿El Árbol Sagrado del Éter?, ¿las criaturas mágicas que habitaban?. Habían destruido todo.

Emma estaba anonadada y aterrada al mismo tiempo. Todo lo natural, todo lo que hacía mágico a ese mundo. ¿Fitzgerald era el culpable de todo esto?. ¿Por qué iba a hacer algo parecido?.

Antes de que la sorpresa le sobrepasase, la guía prosiguió el trayecto.

-Les mostraré ahora la más famosa escuela de preparación de estos últimos años en el mundo Aclaryel. ¿Han oído hablar del campamento Homeland?.

La felicidad inundó el pecho de la joven ante aquellas palabras. Al menos, parecía ser que algo continuaba en su sitio.

-Yo estudié allí hace unos años.

-¡Fantástico!. Una antigua alumna veterana. Será un placer para mí que venga a visitarlo. Le encantará.

Cuando llegaron ante sus puertas, Emma soltó un suspiro profundo de alivio expulsado desde su alma. Todo permanecía exactamente igual que desde sus inicios. Puede que un poco más limpio, con un lavado de cara pero seguía siendo el auténtico. Todo rústico, de madera, tan natural como siempre.

-Adelante, quiero que conozcan a los brillantes alumnos. Este año en particular, los de primer curso resultan ser muy inteligentes. Seguro que les encantará recibir unas palabras de una experta veterana como usted. ¿Le parece buena idea?.

-Claro, lo haré con gusto.

Conforme accedían al interior, a pesar de que todo seguía siendo igual notaba que algunas cosas habían cambiado. Por ejemplo, se había doblado la vigilancia excesivamente con soldados, cámaras, armas... poco quedaba ya del antiguo Kendratán.

Sin embargo, en su camino hacia las aulas, algo llamó la atención de Emma. Observó por el rabillo del ojo una zona frondosa a lo lejos de su lado derecho. ¿Bosque?. ¡Bosque!. Al menos, algo se había preservado.

Se desvió del camino apresurada intentando no ser vista por la guía, aunque Lorens si pudo verla y seguirla. Corrió lo más rápido que sus piernas le permitían. Aquella zona le había aportado algo de esperanza para ese mundo, pero al llegar, de nuevo se topó con dos guardas armados frente a una valla electrificada que acordonaba aquel terreno,

-Lo siento, no puede pasar señorita. Es una zona protegida.

Elementos II : La guerra de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora