CAPÍTULO 46. Transmitir noticias

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         24 horas antes de "La gran gala"

En una sencilla pero elegante habitación, de entre las muchas que había en aquella mansión; se encontraba Olivia junto con Donna Strauss, quien ahora era su suegra y por tanto formaba parte de su nueva familia.

Ambas estaban organizando los últimos preparativos para la esperada ocasión. Resultaba irónico que al otro lado de su mundo, en uno paralelo pero mágico; un grupo de rebeldes Aclaryels, un vestido rojo, un rehén y unas cuantas armas estaban dispuestas y preparadas también para esa gran noche. Aunque con perspectivas distintas, estaba claro.

Acomodaban con mucho cuidado y esmero cada porción de tela mínimamente arrugado de sus trajes que colgaban del armario.

-Tengo muchas ganas de que sea mañana. Estoy entusiasmada- comentó Olivia con una amplia sonrisa.-Tengo la impresión de que será una noche memorable.

-De eso estoy segura. No me cabe la menor duda-respondió Donna, quien por cierto, conocía a la perfección todos los planes de su esposo e hijo primogénito. Pero desde luego, no lo compartiría con ella. No debía saber nada, más aún siendo ese As en la manga de Fitzgerald.

-A propósito Donna. ¿Sabes si Jake asistirá a la gala?, me muero por volver a verlo después de estas semanas.

-Lo siento cariño. Lo cierto es que no tengo la más mínima idea de cuáles son sus planes. Sé que estaba muy ocupado y tenía demasiado trabajo en Kendratán-mintió.-Pero sin duda espero que asista, o al menos dé señales de vida-volvió a mentir.

-Quisiera estrecharlo tan fuerte entre mis brazos hasta explotar de felicidad-asintió con sinceridad.-Y sobre todo, poder decirle que espero un pequeño Strauss en mi interior. Nuestro hijito.

-Le harás tan feliz cuando sepa la noticia que conociéndolo, hasta podría desmayarse.

Mentiras una y otra vez, Donna ya sabía de sobra que su hijo conocía la noticia. Todos en aquella familia sabían hasta el último detalle de sus vidas y la de los demás. Nada se les escapaba, mientras que Olivia y Jake eran manipulados y ni siquiera se percataban de ello.

Qué más le daba, mañana sería por fin el gran día. Todo estaba dispuesto para que saliese a la perfección. Nada fallaría. Los Strauss siempre ganan. Y posiblemente en esta ocasión no sería distinto.

Elementos II : La guerra de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora