CAPÍTULO 35. Familia en el océano

1.5K 140 14
                                    

-¡Emma, espérame!- exclamó su amigo a lo lejos.

Pero ella estaba tan absorta en sus pensamientos y en aquella voz que la llamaba constantemente, sólo podía continuar adentrándose dentro del profundo oscuro mar nadando con las suaves olas.

-¡Emma!- gritaba a lo lejos Jake.

El chico comenzó a introducir poco a poco los pies dentro del agua fría, y lo que parecía una broma al inicio, comprobó cómo se iba alejando de ella cada vez más. Y esto le preocupó.

-¡Emma, espera!, ¡espera!.

Para cuando quiso darse cuenta, su compañera hundía su cabeza dentro del agua desapareciendo en el fondo oceánico.

Mientras que ella, con tranquilidad seguía el camino guiado a través de la voz. No sabía a donde la conduciría, pero no tenía miedo. Confiaba plenamente en su elemento y lo demás no le importaba. Como si estuviese en un sueño, adormecida, nadaba con calma a través de las corrientes marítimas.

De repente, sintió cómo una mano atrapaba su pie con fuerza sosteniéndola, evitando así su avance.

Entonces, Emma giró. Vio que se trataba de su amigo quien la había seguido fatigado hasta aquella distancia. Al comprobar su agotamiento, ella le hizo una señal con la mano para que ambos ascendieran a la superficie para poder recuperarse.

-¡Estás loca!, ¡no puedes lanzarte así como así tan rápido dentro del agua!- tomó un poco de aire tras el esfuerzo de nadar velozmente.- Te recuerdo que estamos en zona de Fitzgerald.

-Jake, puedes estar tranquilo. Éste es mi elemento, no me hará daño.

-Te recuerdo que una vez te hipnotizó hasta tal punto que casi...

-Eh, eh- acarició el hombro de su amigo.- Todo irá bien. Antes era una inexperta. Ahora conozco muy bien el agua. Sé como manejarlo. Aquí estaremos a salvo, nada ni nadie nos hará daño. Confía en mi y sígueme. Algo me dice que estamos cerca de algo interesante.

Así que la joven elaboró con su magia dos burbujas para poder respirar bajo el mar. Una de ellas se la otorgó a su compañero mientras que la otra se la quedó para sí.

-Vamos- dijo mientras le tomaba de la mano y se sumergían en el agua.

Cada vez se adentraban más en las profundidades del basto océano de Kendratán. La oscuridad aumentaba en el descenso, no podían ver absolutamente nada. Pero ambos se sentían. Notaban como sus manos se aferraban con fuerza ante lo desconocido.

Hace unos años atrás, los latidos del corazón de Emma se hubiesen acelerado ante aquel momento. Estaba tan enamorada de él que hubiese dado todo lo que tenía por parar unos segundos ese instante u otro similar.

Pero ahora, las cosas habían cambiado. Si bien ella era muy feliz al lado de Jake, desde luego no tenía esos mismos sentimientos hacia él. Le quería mucho, daría muchas cosas por él. Pero sólo por su profunda amistad que tanto les había unido durante aquellos nueve años de apoyo mutuo.

Bajo el oscuro mar, dados de la mano, aquello podía definirse como paz.

Pero, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la joven dejó de escuchar la voz de su poder. En pleno silencio, no comprendía en que punto del mar se encontraban.

Aunque eso cambió pronto. Pues pudo ver a lo lejos como se vislumbraba una pequeña luz que esclarecía el agua. Y conforme se aproximaba a esa luz, una enorme sensación de felicidad invadió su pecho expandiéndolo.

Sabía que su poder no la traicionaría. Sabía que estaba a punto de descubrir algo. Y no le cabía la menor duda. Nunca antes había estado ante la presencia de algo tan bello y hermoso con aquella escena.

Madre e hija ballena. Ambas, nadando al son de las corrientes del mar. Creando dulces melodías con sus mezclados sonidos bajo el agua.

Ver esta familia, encendió esa pequeña llama de esperanza que Emma necesitaba en esos momentos.

Volvería a reencontrarse con su familia.

Elementos II : La guerra de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora