II Las princesas necesitan amigas

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Ya es tarde. No recuerdo a cuántas personas le he contado lo que pasó, pero no quiero volver a decírselo a nadie nunca. Me llevan de un lado para otro. Me preguntan por mi familia, yo les digo que mi familia es mi mami y parecen enfadarse.

El policía que se me acercó en la calle me dice que todo estará bien, lo ha dicho casi diez veces y cada una parece menos convencido que la anterior. Ahora habla con otro señor, dice que él me ayudará.

―Al parecer no tiene más familia que su madre.

―¿Qué hay del patrimonio? ¿Hay algo importante en juego? ―pregunta el otro señor.

No me agrada.

―Estaban quebradas. Vivían en una pocilga en la calle 34, la madre debía dos meses de arriendo, el dueño iba a correrlas el fin de semana.

―Ya veo, siempre es lo mismo...

Mi panza suena. Íbamos a desayunar después de vender algunas flores, pero...pero nunca llegamos, nunca llegaremos. Quiero llorar, pero mis lágrimas se acabaron todas. Tengo frío y quiero que mi mami me abrace.

―Puedo ubicarla en un orfanato de manera temporal, no tenemos cupos y el gobierno nos sigue dando una miseria ¿Cómo quieren que nos hagamos cargo de tantos huérfanos?

Fue la primera vez que oí esa palabra y sin saber lo que significaba intuí que era de esas cosas que son para siempre.

Era de noche cuando llegamos al orfanato. Era un lugar oscuro y silencioso. El policía dijo que allí cuidarían de mí, que había otras niñas como yo, que tendría muchas amigas.

Antes de irse lo sujeté de su pantalón pidiéndole ver a mi mami, quería saber a dónde se la llevaron.

―Ella está con Dios ahora ―me dice con pena― y siempre cuidará de ti porque eres su hijita.

¡Yo no era su hijita, yo era su princesita!

Yo era su princesita, pienso sentándome en una fría cama donde ya duerme una niña. El cuarto está apenas iluminado por una amarillenta luz que viene de la calle. Veo muchas camas encima de las que hay más camas. Todos duermen y me siento tan sola. Abrazo mis rodillas y ruego que esta silenciosa noche acabe pronto.

〜🍓〜

Alguien pica mi mejilla y me despierto. El cuarto está más iluminado y veo a una niña sonriente sentada junto a mí.

¡Su pelo es rojo! ¡No puedo creerlo! ¿Hay gente con el pelo de ese color? ¡Yo quiero!

―Hola, me llamo Libi ―me extiende su mano.

Me pregunto si su cabello huele a rosas.

―Yo... soy la princesa Lucy.

Ríe. Se ríe de mí. Es una niña tonta, pero tiene un hermoso cabello.

―¿Por qué te ríes? ―pongo mi cara enojada.

―Estoy feliz porque nunca había conocido a una princesa ―sonríe y es hermoso como cuando mamá lo hacía.

Un pensamiento aterrador cruza mi mente al darme cuenta que jamás la volveré a ver reír. De pronto, quiero salir de ese lugar y correr a casa. Tal vez mamá está allá.

Salgo del cuarto intentando encontrar el camino de regreso, pero cuando llegué anoche estaba oscuro y no lo recuerdo. Me pierdo y corro por todos lados. Esa niña corre tras de mí. Me toma de la blusa.

― ¡No puedes ir para allá o te castigarán! ―estamos frente a un pasillo con muchas puertas. Me arrastra fuera de allí mientras me resisto.

― ¡Déjame, quiero ir a buscar a mi mamá, no quiero estar aquí, quiero estar en mi casa!

Derritiendo bombones [Hisoka Morow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora