11.- Dreamt. I.

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Mitch.

      Realmente no lo recuerdo, solo puedo decir que me fui a dormir porque sino nunca habría tenido ese hermoso sueño.
     A veces las cosas se nos vienen encima y deseamos que todo termine, o simplemente queremos desaparecer. Queremos que el tiempo pase, queremos cerrar los ojos e ignorar el problema, queremos respirar en un mar de veneno que nosotros mismos producimos.
     Queremos tantas cosas que nos vamos hundiendo cada vez más y más. A veces no comprendemos que simplemente hay que dejarlo salir y estar tranquilo mientras que lo hacemos, para después levantarnos y seguir con nuestro camino.
     No hay que cegarnos.
     Sin embargo, hay males que están ahí y que siempre van a volver, pero aunque no lo creas, puedes mantenerte de pie ante ellos.
     Puedes hacerlo con tus propios recursos o de la mano de alguien más, mi caso fue el primero.
     Como iba diciendo, ese día solo puedo decir con certeza que dormí, entonces caí entre dulces sueños, algo que no suelo hacer. Casi siempre tengo pesadillas o sueños no muy placenteros ni lindos, más que todo traumatizantes.
     Fue mi escape, fue como salí por mis propios recursos. A veces necesitamos un abrazo, una caricia, una calidez que no nos brindan los que deberían hacerlo.
     Recuerdo estar sentado viendo la tele, era uno de esos concursos de canto que tanto me gustaban. Soñaba con estar algún día en uno, igual que ella. Ella, a la que en ese momento le estaban felicitando por pasar a la gran final y a quien estaban elogiando por su preciosa voz y personalidad.
     Suspiré suavemente y en mi cara de marcó una sonrisa de emoción mientras que veía la pantalla.
     Ella era una mujer joven, con una voz hermosa y un corazón de oro. Siempre buscaba ayudar a los demás como fuera y eso la hacía feliz, vivía también de manera humilde y eso lo amaba. Era simplemente ella, con su cabellera azabache brillante, piel café con leche, unos ojos pardos profundos y una sonrisa sincera y hermosa que podían hacer sentir bien a cualquiera.
     Ella era mi madre.
     Mi corazón latía rebozante de alegría y orgullo. No era mi madre biológica, pero era la que siempre había deseado.
     Papá tocó mi hombro y volteé a verlo, me dedicó una sonrisa.
     —Es mejor que vayas a dormir y que mañana ordenes tu cuarto temprano—rodé mis ojos ante lo último, era bastante flojo, a decir verdad.
     Papá era bastante alto y delgado, con barba, cabello y ojos castaño, piel clara y un carisma inigualable. Era bastante amoroso con las personas a las que les importa.
     Sin rechistar, me levanté y le di las buenas noches, me fui a mi cuarto y una noche más transcurrió sin mamá en la casa. La verdad no podía entender por qué no de quedaba a dormir, pero simplemente lo dejé pasar.
     Al día siguiente me encontraba organizando mi cuarto, para luego ver cómodamente la final del concurso donde estaba ella. Como lo quería, resultó ganadora.
     No puedo describir la emoción que sentí en ese momento, y todo el orgullo que mi corazón desbordaba en cada latido. Ella recibió su premio y no podía encontrarme más feliz por ello.
     Papá estaba celebrando conmigo y unos minutos después, me dijo que ya debía salir, traería a mamá a la casa. Asentí con una sonrisa y todo ese rato que estuve solo lo dediqué a cantar, amaba cantar justo como ella también lo hacía.
     Transcurrió una hora y me fui a sentar en uno de los muebles de la casa, justo cuando escucho el auto estacionarse y salgo. Abro la puerta y entonces ahí la veo, bajando del vehículo vestida de una manera sencilla. Se la veía cansada, pero bastante feliz, su pelo recogido en una coleta permitía apreciar cada rasgo de su rostro.
     Papá bajo sus cosas del carro para ayudarla, cuando entró a casa me dirigió una suave mirada. Por alguna razón quedé pasmado cuando sus brazos me rodearon y me brindaron una calidez profunda. Casi siento mis ojos cristalizarse.
     Me dio un hermoso saludo y luego se adentró. Miré a papá un segundo y me dijo que fuera tras ella, él parecía leer bien mis expresiones. Le hice caso y fui hasta donde ella se encontraba.
     Parecía desesperada por cerrar sus ojos y comenzar a descansar. Vi como lavaba su rostro y peinaba su cabello con movimientos suaves, me miró y me regaló una de sus hermosas sonrisas, entonces tomé valor y comencé a hablarle.
     Le expresé lo orgulloso que me sentía, lo mucho que me inspiraba y cuanto quería llegar tan lejos como ella. Me disculpé por lo cerrado que había sido desde que ella había decidido adoptarme, entonces fue cuando sentí que comencé a llorar. Me sentía tan agradecido con ellos, por darme algo que quienes tenían que dármelo simplemente no supieron y se decidieron por dejarme a la deriva. Finalicé expresándole que la amaba, la amaba como la madre que ahora era para mí y que siempre anhelé tener.
     Ella me miró con una sonrisa de felicidad, y me regaló un cálido abrazo limpiándo mis lágrimas. Sentí mi corazón latir tranquilo.
     —¿Quieres acostarte conmigo?—me susurró y mi mente viajó al escenario de una madre preguntándole lo mismo a su niño, quien había despertado de una terrible pesadilla.
     Escuchando su latido asentí, acto seguido nos dirigimos a su cama y nos acostamos, nos cubrimos con la sábana y yo recosté mi cabeza en su pecho, sintiendo como acariciaba mi hombro izquierdo, entonces fue cuando comenzamos a hablar.
     De un momento a otro sentía que me abandonaba en las manos de la confianza. Hablamos de todo un poco, de nuestras opiniones sobre distintos temas, nuestras comidas favoritas, idiomas, sueños, películas, libros. Sentí que tenía a una amiga como madre, y era lo que más amaba hasta que se escuchó la puerta. Era papá con una pijama puesta. Mamá y yo sonreímos.
     —¿Me permiten unirme, sus majestades?—ella rió y luego ambos asentimos. Él se ubicó a mi lado libre y junto a nosotros, se cubrió con la sábana.
    Así, con sus manos entrelazadas sobre mi cintura, ella acariciando mi hombro y él besando mi cabeza, el ambiente quedó en completo silencio, sumido en una calma inquebrantable en la que cualquier persona quisiera estar. Escuché sus respiraciones calmadas y supe que se habían dormido, cerré mis ojos con la intención de unirme a su sueño colectivo, pero solo me puse a pensar.
     Pensar en que estaba teniendo un tesoro.
     Pensar en cuanto había esperado este momento.
     Pensar en cuánto lo había pedido.
     Cuánto había pedido algo que, entonces, me di cuenta de que sentí. Algo que nunca antes había sentido. Mi corazón se revolcaba en la calidez más profunda que solo la verdadera familia te sabe brindar.
     Esa sensación de paz y protección, ese miedo que sientes cuando al dejar de abrazar a alguien, crees que lo perderás. Ese amor que nunca antes había sentido, estaba ahí, y lo estaba atesorando para siempre. Éramos una familia.
     No me molesté en pensar que mis padres biológicos nunca me dieron eso, solo pensaba en que ahora lo tenía.
     Todo lo que tanto lloré, lo estaba disfrutando, con una gran sonrisa y contrario a lo que creí, sin lágrimas en mis ojos.
     Es una lástima que tan solo haya sido un sueño.
     Pero me ayudó a seguir adelante, me dio todo el amor que nunca tendré, toda la calidez que nunca acariciará mis brazos.
     Hoy vivo con un atisbo de todo aquello, lo sentí en su momento pero es imposible que lo haga a flor de piel si no vuelvo a soñar con eso, lamentablemente no lo he vuelto a hacer.
     Hay cosas que simplemente están ahí y no puedes evitar, puede decirse que mi "dolor" es que nunca tendré ese apoyo emocional y plena confianza en mi familia, pero ese sueño es lo que más me reconforta y no quiero olvidarlo nunca.

*-*-*-*-*

Algo corto. Esto es como una pequeña sección en el libro de shots donde cada integrante de PTX tendrá un sueño de sensaciones muy vividas. No sé cuando publique la siguiente parte, pero debo de aclarar que no tiene nada que ver con la anterior, todas son independientes. Tal vez haya pequeñas relaciones, pero nada que se deba saber para leer la siguiente parte.
     Tal vez incluya a Matt y hayan seis partes, aunque siempre prefiero hacerlo de a cinco, pero ese negrito se ha ganado mi corazón y obvio no puedo decidir entre Kaplan y Sallee, reyes de mi corazón JAJAJAJ espero disfruten, nos vemos en la siguiente parte.
     Btw, Mitch acá tiene eso de trece o catorce años, saben que esa es la edad en la que uno es más débil emocionalmete y por naturaleza, muchos tienen el apoyo de sus familias, pero otros no, sea por temas de adopción o porque la relación no es para nada profunda o se haya apartado por equis circunstancia.
    Admito que extraño estar por acá y que los pocos que sigan esto me lean, se siente lindo ser oída aunque ni siquiera sepan mucho de mí. Espero que todo este proyecto les esté gustando, estoy trabajando en otro y estimo que estará listo para eso de año nuevo, tal vez.
Les tengo dos pequeñitas noticias:

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     Esas ss son viejas, pero en serio, muchísimas gracias

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     Esas ss son viejas, pero en serio, muchísimas gracias. Tal vez lo vean ridículo, pero para mí significa un montón... Ser oída, o más bien, leída es liberator para mí. Un abrazo.

Se despide, su loca escritora:

Vicky_Maldonado__ 💕

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